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El asesino que manipulaba las fiambreras

Un cerrajero envenenó durante años a varios compañeros introduciendo unos polvos tóxicos en sus desayunos

pixabay

Klaus O., un cerrajero de 58 años, preparó en el sótano de su casa durante años un macabro aliño para el desayuno de sus compañeros. Lo hizo entre 2015 y 2018. De allí salieron las dosis que introducía en los bocadillos y las bebidas que sus colegas ingerían cada mañana en la sala de descanso de la compañía alemana en la que trabajaban. Fabricaba unos polvos blancos que contenían plomo, mercurio y un compuesto de cadmio. Cuando nadie miraba los envenenaba. 

El cerrajero, que llevaba 38 años trabajando en la empresa, fue descubierto por una de sus víctimas, que se percató del rastro de los polvos blancos en su bocadillo. Sorprendido por el hallazgo, avisó a los responsables de la firma, que tras una revisión de la cámara de seguridad vieron cómo Klaus O. manipulaba la comida de las fiambreras de otros trabajadores.

El hombre fue condenado en marzo de 2019 por la Audiencia Provincial de Bielefelda a cadena perpetua por el intento de asesinato de tres de sus compañeros. Dos de sus víctimas sufren daños físicos graves y dolencias que aún se manifiestan en los riñones. Pero otro, Nick N., un hombre de 26 años, se encontraba en estado vegetativo desde hacía tres años y murió el pasado jueves.

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En su día, Klaus O. recurrió la sentencia, sin éxito, y ahora deberá comparecer ante el juez para responder de la acusación de asesinato consumado, una vez que la autopsia determine si existe conexión entre la muerte del trabajador y el veneno ingerido.

El descubrimiento de las maniobras del envenenador llevó a la Fiscalía a investigar otras dos docenas de muertes de trabajadores en la factoría, situada en Schloß Holte-Stukenbrock (26.700 habitantes), en el Estado de Renania del Norte-Westfalia (en el oeste del país). Todos ellos murieron desde 2000 después de jubilarse, y a causa de infartos o cáncer. La mitad de estas muertes no tenían conexión con las maniobras del cerrajero. Pero la investigación continúa abierta.

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A pesar de que la justicia no tiene dudas de la culpabilidad del condenado en el envenenamiento de tres colegas y ahora, en la muerte de Nick N., aún subsiste una duda que no tuvo respuesta durante el juicio. ¿Por qué Klaus O. decidió envenenar a sus colegas con un polvo venenoso que preparaba en el sótano de su casa? Él ni habló ni dio señales de arrepentimiento durante el juicio.

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