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El derribo del avión ucranio espolea las protestas en Irán y abre grietas en el régimen

Las protestas están lideradas por estudiantes universitarios de clase media y alta, que acusan al régimen de acabar con sus compañeros y tratar de ocultarlo

Una mujer se dirige a un policía durante la vigilia por las víctimas del vuelo de Ukraine International Airlines derribado por Irán que, este sábado, se transformó en una protesta antigubernamental. En vídeo, protestas en Irán y declaraciones del primer ministro canadiense.Vídeo: MONA HOOBEHFEKR (AP) / REUTERS-QUALITY

Por segundo día consecutivo, jóvenes iraníes se han manifestado este domingo contra las autoridades debido al derribo del vuelo PS752 de la compañía Ukraine International Airlines y la muerte de todos sus ocupantes, la mayoría ciudadanos de Irán y Canadá (si bien buena parte de estos también de origen iraní). Las protestas, algunas de las cuales fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad, abren una importante brecha en la imagen de unidad nacional que el régimen había tratado de dar en su enfrentamiento con Estados Unidos por el asesinato del general Qasem Soleimani, de la Guardia Revolucionaria, el mismo cuerpo militar que lanzó el misil contra el aparato siniestrado.

Las manifestaciones se iniciaron el sábado en forma de vigilias por las 176 víctimas, pero se transformaron rápidamente en una protesta contra las autoridades de la República Islámica, a las que se tachó de “mentirosas” y a las que se pidió su “dimisión” por ocultar durante tres días la verdad. Durante los primeros días, Teherán mantuvo que el avión se precipitó por un fallo técnico, si bien la aparición de información de inteligencia y vídeos en las redes sociales que demostraban la hipótesis del derribo forzó a las autoridades a admitir que, debido a un “error humano”, se lanzó un misil tierra-aire contra lo que se consideró un ataque enemigo en lugar de un vuelo civil.

“Mantener en secreto el derribo del avión fue un acto estúpido. La gente que iba en ese vuelo representaba el sueño iraní; eran brillantes investigadores, académicos, gente de nuevas tecnologías, que habían estudiado en las mejores universidades de Irán y luego habían emigrado a Canadá”, explica a EL PAÍS Kaveh Nematipour, exiliado iraní y analista: “Quienes están ahora en las calles son universitarios de clase media y alta que aspiran a hacer lo mismo que quienes iban en ese vuelo. Sienten que el régimen ha derribado su sueño”.

Durante el domingo, día lectivo en Irán, medios de la oposición informaron de nuevas protestas en media docena de universidades de Teherán y otros centros de Isfahán, Arak y Damghan. En los vídeos publicados en las redes sociales se aprecia a decenas de personas —cientos en algunos casos— congregados y cantando eslóganes como “¡Abajo la dictadura!”, “¡Guardianes [de la Revolución] incompetentes!” y “¡Asesinos de gente!”. En la Universidad Beheshti de Teherán, los estudiantes se negaron a pasar por encima de las banderas de Estados Unidos e Israel, permanentemente pintadas en el suelo para ser pisoteadas. Al caer la tarde, las protestas se extendieron a la plaza Azadi (Libertad) de Teherán, donde se cantaron consignas contra la Guardia Revolucionaria y el líder supremo, Alí Jamenei, hasta que la policía dispersó a los manifestantes por la fuerza.

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“Los hechos de los últimos dos meses son una manifestación de la ineficacia del sistema de gobierno iraní. Un sistema cuya única respuesta a cualquier crisis es la represión”, denunciaron los estudiantes de la Universidad Amirkabir de Teherán —a la que pertenecían varias de las víctimas—, ligando su protesta con las manifestaciones sociales del pasado otoño por la subida del precio de los combustibles, que fueron duramente reprimidas por orden de la Guardia Revolucionaria. Amnistía Internacional estima que entonces hubo más de 300 muertos, aunque las autoridades iraníes se niegan a dar datos. Los estudiantes de Amirkabir también criticaron “el imperialismo” de Estados Unidos en Oriente Medio, que “no ha hecho sino hacer proliferar el caos”, pero instaron al Gobierno a no utilizarlo como “excusa para la represión interna”.

Por otro lado, la agencia Efe informó de que unas 200 personas —simpatizantes del ala más rigorista del régimen— se manifestaron ante la Embajada del Reino Unido pidiendo su cierre después de que el embajador británico, Robert Macaire, fuese brevemente detenido por participar en las vigilias del sábado. El domingo, el Ministerio de Exteriores iraní lo convocó para pedirle explicaciones y le recordó que su estatus diplomático no le permite participar en actos “ilegales”.

“El ambiente está emocionalmente muy cargado. La gente está enfadada porque considera que el Gobierno ocultó información”, explica a EL PAÍS Abas Aslani, investigador del Centro de Estudios Estratégicos sobre Oriente Medio de Teherán: “Es todavía temprano para decir si las protestas continuarán, aunque yo opino que se extinguirán en unos días, ya que por el momento son menores en número e intensidad que las de hace unos meses. Y aunque tienen cierto impacto en la unidad que se creó durante los funerales de Soleimani, eso no cambia que la mayoría de la sociedad iraní sigue considerándolo un asesinato contra una figura muy popular”.

De hecho, el asesinato de Soleimani desató las críticas contra Donald Trump por añadir tensión en una zona que ya es un puro polvorín. Soleimani llevaba sancionado por apoyo al terrorismo desde 2007, pero la operación se llevó a cabo a espaldas del Congreso y sin pruebas concluyentes de la amenaza inminente con la que Washington justifica el ataque. El episodio del avión siniestrado, por el contrario, da aire a la Administración republicana al cuestionar la credibilidad de Teherán y mostrar un proceder alarmante: el derribo de un vuelo comercial confundido con una aeronave hostil y la posterior negación de los hechos durante dos días.

Donald Trump aprovechó el conflicto que este asunto ha desatado en la propia sociedad iraní para señalar al régimen. “A los líderes de Irán: no maten a sus manifestantes. Miles de ellos han sido ya asesinados o encarcelados por ustedes y el mundo les mira. Más importante aún: Estados Unidos les mira. Devuelvan Internet y deje que los periodistas se muevan con libertad. ¡Dejen de matar a su maravilloso pueblo iraní!”, escribió este domingo por la mañana en su cuenta de Twitter. La noche anterior, también envió un mensaje de apoyo a las protestas en la calle, destacando el “coraje” de la gente y resaltando el apoyo de su Gobierno.

Para el jefe del Pentágono, Mark Esper, las manifestaciones muestran la aspiración de la sociedad iraní “por un Gobierno mejor, un régimen distinto”, si bien Washington ha dejado claro que ese cambio no es una política estadounidense. El secretario de  Estado, Mike Pompeo, se pronunció en una línea similar en Twitter: “La voz de los iraníes ha sido clara. Están hartos de la brutalidad, las mentiras y la ineptitud de la república islámica bajo la cleptocracia de Jameini”. Aun así, Esper valoró la final asunción de responsabilidad de Teherán sobre el avión y dio como buena la explicación del error. “Tengo la corazonada de que fue un accidente”, dijo en una entrevista en la cadena Fox, y añadió que el régimen “al final hizo lo correcto al admitirlo”.

Aun así, la pregunta para la Administración de Trump sobre la muerte del Soleimani continúan, debido a las dudas sobre las amenazas para Estados Unidos. El presidente sostiene que hasta cuatro embajadas estadounidenses, incluida la de Irak, eran objetivo de ataques planeados por el general. Espero admitió este domingo en la Fox que él no había visto el riesgo sobre las legaciones diplomáticas en concreto, aunque “probablemente iban tras las embajadas, que son la muestra más prominente de presencia estadounidense en un país”.

Acusaciones internas

Las divisiones también afectan al seno del régimen. “Hay gente muy crítica dentro del sistema, como se puede observar en las portadas de los diarios iraníes. Dado que estos diarios representan cada uno la voz de un parte diferente de la estructura de poder, podemos ver que se están acusando unos a los otros”, sostiene Hakki Uygur, director del Centro de Estudios Iraníes de Ankara. Aunque todos los periódicos aparecieron este domingo pidiendo perdón por lo ocurrido, algunos fueron especialmente duros. “Imperdonable”, fue el titular de Irán, el diario oficial del Gobierno. Etemad, de la corriente reformista, tituló a toda página: “Discúlpense. Dimitan”, un mensaje dirigido a la cúpula de la Guardia Revolucionaria. No solo la sociedad iraní está dividida por su apoyo u oposición con más o menos matices al régimen de los ayatolás, sino que también el Estado está fuertemente atravesado por facciones entre y dentro de sus estamentos: el poder electo, el poder religioso, el Ejército regular, la Guardia Revolucionaria...

Precisamente, el jefe de los guardianes, Hosein Salami, compareció en el Parlamento para explicar el “error” que llevó a derribar el avión ucranio. Otros dirigentes de este cuerpo militar profundamente ideológico han lanzado acusaciones al Gobierno y las Fuerzas Armadas por no haber hecho caso a su petición de que el día del ataque con misiles a bases estadounidenses en Irak —horas antes de echar abajo el avión— se cerrase el espacio aéreo a vuelos civiles. Mientras que el Gobierno y el líder supremo han asegurado que no supieron hasta el viernes lo que realmente había ocurrido.

Nematipour cree que las protestas aún no están cerradas. Quienes murieron en el incidente no son como los fallecidos en la represión de las protestas de otoño —gente de extracción humilde y de áreas rurales—, sino “personas con dinero y bien conectadas”. “Cuando entierren a sus familiares, iniciarán demandas multimillonarias contra el Estado y no se conformarán con que se utilice como chivo expiatorio al operador del misil, querrán que autoridades del más alto nivel asuman su responsabilidad”, afirma. Irán no pasa precisamente por su mejor momento, con una economía en crisis y hundida por las crecientes sanciones de Estados Unidos.

En el apartado diplomático, el líder catarí, el emir Tamim bin Hamad al Thani, llegó a Teherán en su primera visita al país desde que accedió al poder en 2013, para reunirse con el presidente Hasan Rohaní. "Estamos convencidos de que la única solución a la crisis [con EE UU] pasa por la distensión y el diálogo", afirmó tras la entrevista.

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