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El moderado y europeísta Starmer cobra impulso en la carrera para suceder a Corbyn

Los sondeos otorgan una ventaja al diputado laborista frente a quienes buscan mantener el legado del actual dirigente

La carrera para la sucesión de Jeremy Corbyn como líder de los laboristas británicos ya tiene un nítido e inesperado favorito: el moderado y proeuropeo sir Keir Starmer encabeza el primer gran sondeo entre los miembros del partido, que aúpan su nombre frente al de la principal aspirante del ala izquierdista, Rebecca Long-Bailey. A una semana de que arranque el proceso oficial para designar al nuevo liderazgo, la figura centrista de Starmer supera a la de la protegida del corbynismo por más de 20 puntos.

Keir Starmer, a la izquierda, habla con Jeremy Corbyn el pasado 6 de diciembre durante la campaña electoral.
Keir Starmer, a la izquierda, habla con Jeremy Corbyn el pasado 6 de diciembre durante la campaña electoral.Peter Summers (Getty Images)

La consulta de YouGov (publicada este jueves por The Guardian) a 1.059 miembros del laborismo confirma, además, a Starmer como el preferido en todas las regiones del Reino Unido, en todos los segmentos de edad y todas las clases sociales. Preguntados sobre su primera opción, entre un ramillete de posibles candidatos, un 31% se decanta por Starmer, seguido por el 20% que apoya a Long-Bailey. Pero en una supuesta liza entre los dos, y una vez culminada la criba de otros nombres, el primero se impondría con el 61% frente al 39% de su rival.

Lo cierto es que no se trata de un desconocido. Keir Starmer es un abogado especializado en derechos humanos, de 57 años, que en principio tiene todo a la contra para liderar las encuestas. Su condición de londinense le resta puntos, después de que las clases trabajadoras del norte de Inglaterra hayan desertado en masa en las últimas elecciones en favor de la bandera nacionalista y hostil a Europa enarbolada con éxito por los tories. Portavoz laborista para el Brexit, Starmer fue el encargado durante la reciente campaña electoral de modular el euroescepticismo que late en las convicciones izquierdistas de Corbyn hacia un pragmatismo que subrayaba la debacle económica —y deterioro de las condiciones laborales— que supondría una salida abrupta de la UE sin un acuerdo razonable con Bruselas.

A su favor cuenta, además, con la aureola de quien ha defendido las causas más nobles y queridas del progresismo en el ejercicio de la abogacía, para luego desempeñar la jefatura de la Fiscalía de la Corona (Crown Prosecution Service). Esa labor le mereció el título de sir, concedido por la reina, antes de su desembarco en el Parlamento hace menos de un lustro. Todavía no ha oficializado una candidatura que aparece inminente después de haberse convertido en la gran esperanza del laborismo, no solo de los centristas , sino también de quienes buscan una corrección de los postulados radicales de Corbyn que difícilmente pueden convertir al partido en una opción de poder.

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El perfil de Long-Bailey, sin embargo, es bien distinto. Esta inglesa norteña de 40 años entronca con el acervo de un laborismo orgulloso de sus bases obreras. Se crio en el barrio del Old Trafford, la sede del popular equipo de fútbol Manchester United, y desempeñó toda suerte de trabajos (en el mostrador de una casa de empeños, en una fábrica de muebles o como empleada del servicio postal) antes de ultimar sus estudios de Derecho. Su perfil de Twitter le define como una “socialista orgullosa”, lo que en los parámetros de la política actual, nos habla de una convencida seguidora del actual dirigente.

Candidata predilecta del “corbynismo sin Corbyn”, el que busca perpetuar el legado del líder saliente con un nuevo rostro, joven y femenino, esta diputada elegida por primera vez en 2005 cuenta ya antes de haber hecho pública su candidatura con el aval del movimiento izquierdista Momentum. Fue esta ala el que supo movilizar hace casi cinco años decenas de miles de votos de las bases y de simpatizantes. Su posición ante el Brexit es tan ambigua como la de su principal valedor.

Casi en el mismo momento en que Jeremy Corbyn aceptaba —tras encajar la peor debacle laborista de las últimas ocho décadas— que debía dar vía libre a un nuevo líder, emergía la primera candidatura a relevarle bajo la firma de Emily Thornberry (59 años). Relegada por el corbynismo durante la campaña electoral por hablar alto y claro contra el Brexit, pero nunca apartada del todo por su demostrada lealtad al partido a lo largo de cuatro décadas de militancia, sus seguidores valoran una flexibilidad ideológica que ven como un bálsamo en los actuales tiempos de posiciones enconadas.

El valor de una posición independiente más allá de las consignas de turno tiene en Clive Lewis al otro único aspirante oficial al liderazgo. Encarnación de un izquierdismo que avala el programa económico de Corbyn, a Lewis (48 años) se le atragantó sin embargo la posición complaciente del líder respecto al Brexit, hasta el punto de abandonar en su momento el gabinete laborista en la sombra. Las inquietudes de este diputado laborista desde 2015 se asemejan a las de tantos jóvenes que adoran la radicalidad de Corbyn, pero al tiempo no quieren verse descabalgados de las oportunidades que les ofrece ser ciudadanos europeos.

La incógnita en torno al papel que jugará el Brexit

Pese a lo que digan las encuestas se trata solo del inicio del pulso que se dirimirá en el seno del laborismo entre los sectores moderados y los escorados a la izquierda hasta que se decida quién acabará reemplazando a Jeremy Corbyn al frente de la formación el próximo mes de marzo.

Las preferencias de los miembros del partido no concuerdan necesariamente con las de una militancia —ni tampoco con las de los simpatizantes que, previo registro, podrán también votar en las primarias— más alineada con los postulados de Corbyn. A ello se suma la incógnita del papel que jugará puede acabar jugando el factor Brexit, que culminará, si el calendario se cumple, el próximo día 31. El impacto de la salida y el inicio de la negociación con Bruselas pueden jugar un papel en esta elección. Ahí es destacable que los eurófilos duplican a los euroescépticos a la hora de apoyar a Keir Starmer. En el caso de Long-Bailey la ecuación aparece a la inversa y tiene más partidarios entre los que muestran su hostilidad hacia la Unión Europea.

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