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Nicola Sturgeon: “En cuanto acabe la pandemia, Escocia debe decidir su futuro”

La ministra principal del Gobierno autónomo no descarta acudir a los tribunales si Londres se niega a permitir un segundo referéndum de independencia

La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, este martes en el Parlamento autónomo en Edimburgo.
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, este martes en el Parlamento autónomo en Edimburgo.Andrew Milligan (Europa Press)
Rafa de Miguel

Nicola Sturgeon (Irvine, 50 años) forma parte de esa lista de mujeres políticas que ha sabido ganarse la confianza de sus conciudadanos durante los peores meses de la pandemia. Lo ha hecho con constantes explicaciones, honestas, y sin paños calientes. No ha dudado en divergir de las decisiones del Gobierno de Boris Johnson cuando lo ha considerado necesario, y aplicar restricciones sociales más gravosas en Escocia. Pero lo ha hecho sin elevar el tono ni buscar enfrentamientos estériles. Se enfrenta a unas elecciones autonómicas en mayo, y su partido, el SNP, se presenta con la promesa de celebrar un nuevo referéndum de independencia. Los últimos sondeos atribuyen una mayoría clara a los partidarios de la separación, a la que ha contribuido el desenlace de un Brexit que Escocia nunca apoyó y la errática gestión del coronavirus del Gobierno de Londres. Sturgeon atendía el pasado miércoles por videoconferencia a cinco medios europeos, entre los que estaba EL PAÍS.

Pregunta. ¿Ha contado Boris Johnson con el Gobierno escocés en las negociaciones del acuerdo post-Brexit?

Respuesta. En absoluto. No hemos estado en esa habitación. Y ha sido muy frustrante. Nos afecta profundamente lo que se vaya o no a acordar, y todo esto está sucediendo además en contra de la voluntad de Escocia. Eso acrecienta la importancia de que Escocia tenga un papel relevante en Europa y en el mundo, y refuerza la necesidad de ser un país independiente.

P. Una pandemia que seguirá teniendo consecuencias en 2021, más la convulsión que va a generar el Brexit. ¿Es responsable plantear ahora algo tan sensible y crucial como un referéndum de independencia?

R. Cuando el pasado marzo la pandemia comenzó a desplegar todo su horror en el Reino Unido, ordené una pausa de los planes para el referéndum. Pedimos al Gobierno británico que, a su vez, solicitara una extensión del periodo de transición [acordado con la UE, que finaliza el 31 de diciembre]. Ellos se negaron. El Gobierno escocés ha sido muy responsable en concentrar toda su atención en la lucha contra el virus. Pero cuando salgamos de esta pandemia, la necesidad de ser capaces de decidir nuestro futuro será lo más importante. Porque todos los países del mundo se hacen la misma pregunta: ¿Hacia dónde queremos ir cuando nos recuperemos? Es fundamental que Escocia se enfrente a estas cuestiones y tome sus decisiones.

P. Johnson ya ha dejado claro que no permitirá un segundo referéndum. Teniendo el precedente del referéndum de 2014, ¿llevaría el asunto a los tribunales británicos?

R. No es lo que prefiero. Creo que cualquier buen demócrata, sea Johnson o cualquier otro primer ministro, debe permitir el proceso. Es el pueblo escocés quien debe decidir su futuro, no yo ni Johnson. Eso ocurrió en 2014. Ese es el precedente. Si Londres optara por negarse, si Westminster [sede del Parlamento del Reino Unido] decidiera bloquear la democracia, podríamos acudir a los tribunales para comprobar si el Parlamento escocés tiene la capacidad de aprobar por sí mismo un referéndum. No es algo que se pueda descartar.

P. ¿El límite estaría entonces en el Tribunal Supremo del Reino Unido?

R. Pero es que no deseo tomar esa ruta. Si dentro de cinco meses el SNP gana las elecciones [con la propuesta de un nuevo referéndum] y alguien se niega a aceptar ese resultado, el único árbitro legítimo para decidir si Escocia debe ser independiente es el pueblo escocés. Me resulta hasta extraño que se me pregunte lo que voy a hacer en vez de preguntar al otro lado cómo es posible que pongan obstáculos a una decisión así. Por eso creo que la democracia prevalecerá.

P. Ahora mismo se discute la Ley del Mercado Interior del Reino Unido en el Parlamento. Es un modo de distribuir competencias entre el Gobierno central y las regiones, cuando se recuperen competencias que hasta ahora tenía la UE. ¿No es mejor poner orden que romper?

R. Es que eso no es lo que pretende la ley. Es una pieza legislativa que actúa como un caballo de Troya, destinada a recortar los poderes de los Parlamentos autónomos. Siempre he estado a favor de dotarnos de un marco común para regular el comercio interno. Pero tiene que ser un acuerdo voluntario, que respete los poderes y responsabilidades de las partes. En este caso, el Gobierno de Johnson quiere decidir por su cuenta.

P. De hecho, resultaron reveladoras las palabras del primer ministro, cuando dijo a un grupo de diputados que la devolución [el término para definir el traspaso de competencias y otorgar autonomía] había sido “un desastre histórico”.

R. Para alguien como Johnson, con una visión del mundo centrada en Londres, la devolución ha sido un desastre, es comprensible. Porque ha dado más poder y más voz a Escocia. Sus palabras revelan su instinto, que no es más que revertir el proceso. Y por eso no debemos permitir que sea Johnson quien tome la decisión sobre nuestro futuro, porque nos llevará en la dirección contraria a la que desean los escoceses.

P. Fuera del Reino Unido y fuera de la UE. ¿No teme que Escocia quede aislada?

R. Sí, ya estamos fuera de la UE. Y en contra de nuestra voluntad. Aunque nos lleve un tiempo, será algo positivo para nosotros volver a la familia europea. No debería ser un proceso largo. Nuestro caso es único. Formamos parte voluntariamente de una unión de naciones. Si decidimos salirnos, la entrada en la UE debería ser rápida. Podríamos ser el puente entre el Reino Unido y la Unión Europea. No creo que nuestra incorporación supusiera una ampliación de la UE. Llevamos dentro de ella casi desde que yo nací.

P. ¿Cree que Boris Johnson era el primer ministro ideal para gestionar una debacle como la pandemia?

R. Hubiera preferido que no ocupara ese puesto. Estamos en las antípodas políticas. Pero he intentado en todo momento evitar criticar al resto de líderes por la gestión de la pandemia. Ha sido muy difícil para todos. Nadie ha acertado al cien por cien. He intentado trabajar con él todo lo que he podido, aunque a veces no estemos de acuerdo.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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