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Luis Arce renueva la cúpula militar en Bolivia en busca de recomponer su influencia

El mandatario boliviano nombra al general Jaime Zabala como el nuevo comandante en jefe

Luis Arce saluda a los oficiales elegidos para ocupar la cúpula militar, este lunes en La Paz.
Luis Arce saluda a los oficiales elegidos para ocupar la cúpula militar, este lunes en La Paz.DPA vía Europa Press (Europa Press)

El presidente Luis Arce designó al general de aviación Jaime Zabala como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia. También nombró a los demás comandantes militares que sustituirán a los que habían sido nombrados por su antecesora, Jeanine Áñez, que el mandatario considera corresponsables de un golpe de Estado y — algunos de ellos—autores de actos represivos que causaron más de 30 muertos y cientos de heridos.

Arce pidió al nuevo mando militar devolver a las Fuerzas Armadas su institucionalidad y “su lugar en la sociedad”, ya que en el pasado estas fueron utilizadas “equivocadamente”, por lo que su desafío actual es lograr que el pueblo “vuelva a confiar en que respetarán los procesos democráticos”. Las Fuerzas Armadas bolivianas, entonces comandadas por el general Williams Kalimán, tuvieron una importante participación en el derrocamiento del presidente Evo Morales el 10 de noviembre de 2019. Antes de la salida de este del poder, le “sugirieron” públicamente que renunciara. Y, según reveló posteriormente Morales, actuaron a sus espaldas en contra de los grupos sociales que lo apoyaban y a favor de los manifestantes que desde 21 días antes protestaban en su contra, pidiendo la anulación por fraude de las elecciones que había ganado. Además, días antes, cuando el presidente les preguntó qué podían hacer para enfrentar las movilizaciones, los comandantes le respondieron que nada, porque “no tenían balas”.

Poco después del cambio de Gobierno y la llegada de Áñez al poder, se produjeron las “masacres de Sacaba, Senkata y El Pedregal”, que es como se llama a los actos de represión de las protestas contra el Gobierno interino, hechos por los que el partido de Arce, el Movimiento al Socialismo (MAS), quiere procesar judicialmente a Áñez, a su Gabinete y a algunos jefes militares y policiales cuyos nombres no se ha podido determinar del todo hasta ahora, porque están protegidos como “secreto militar”. Este juicio será uno de los puntos de controversia más importantes que se dará entre el Gobierno de Arce y las instituciones castrenses.

En su posesión, el general Zavala tomó una frase pronunciada por Arce en su discurso de juramento como presidente y pidió que “lo malo se corrija y lo bueno se profundice”, en este caso en la relación entre los Gobiernos del MAS y las Fuerzas Armadas. En el pasado, los militares recibieron un trato especial de parte de Evo Morales, que aumentó la inversión en material de combate, entregó la conducción de la aeronáutica civil a militares retirados y designó a muchos excomandantes como embajadores del país. Sin embargo, también hubo roces entre las fuerzas castrenses y el líder indígena por las políticas que este ejecutó para adoctrinar a los oficiales en materias “antiimperialistas” y por el culto que profesaba a Ernesto Che Guevara, el guerrillero argentino que en 1967 combatió y murió en Bolivia. En uno de sus últimos actos oficiales, el ministro de Defensa de Áñez, Fernando López, organizó un acto de “desagravio” a los excombatientes bolivianos en Ñancahuazú, el lugar en el que el Che fue vencido. López también desmontó la “escuela militar antiimperialista” creada por Morales y la convirtió en un centro de estudios de ingeniería militar, que denominó, justamente, “Héroes de Ñancahuazú”. Las Fuerzas Armadas dejaron de usar el “Hasta la victoria siempre” que les obligaba a corear Morales cuando era su capitán general.

A excepción de estos puntos conflictivos, la relación entre el líder izquierdista y las Fuerzas Armadas eran buenas, en especial las que tenía con la Fuerza Aérea, para la que el expresidente compró varios aviones y helicópteros. El general Zabala pertenece a esta agrupación militar.

El nuevo comandante afirmó que las Fuerzas Armadas eran la “única e indivisible” institución boliviana encargada de la seguridad y la defensa. Estableció así el punto de vista de los militares en torno a las voces que, dentro del MAS, han planteado la creación de “milicias” de voluntarios para impedir que se repita lo sucedido en 2019. Esta idea fue inicialmente planteada por el propio Evo Morales, pero este se retractó después de que sus palabras causaran un escándalo. Sin embargo, no ha dejado de discutirse en público, causando nerviosismo en los uniformados y repudio en la oposición política.

Zabala también pidió que se acabe el “odio entre bolivianos” y que estos trabajen en unidad para enfrentar la pandemia, la recesión económica y la crisis política que golpean simultáneamente al país.

El Gobierno de Arce también está tratando de recomponer su influencia sobre la Policía, que contribuyó mucho más directamente que las Fuerzas Armadas a la salida de Morales del poder. El nuevo ministro de Interior boliviano, Carlos Eduardo Del Castillo, declaró que “nunca más” y en ningún Gobierno debía haber un motín policial como el que precipitó la caída del MAS en 2019. También prometió trabajar en la recuperación de la profesionalidad de la institución encargada del orden público.

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