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El juez llama a declarar a Conte por la política de puertos cerrados de Salvini

El magistrado pospone la audiencia preliminar por el presunto “secuestro de personas” al líder de la Liga y pide escuchar también al primer ministro y al ministro de Exteriores Luigi Di Maio

El líder de la Liga, Matteo Salvini, en un acto político en Sicilia antes de declarar ante el juez.
El líder de la Liga, Matteo Salvini, en un acto político en Sicilia antes de declarar ante el juez.ANTONIO PARRINELLO (Reuters)
Daniel Verdú

El ciclo electoral se ha agotado, el discurso negacionista no cala en Italia y los ataques a Europa no encuentran eco en sus socios de coalición. Así que Matteo Salvini, líder de la Liga, decidió aprovechar la poca visibilidad que le brinda el momento y convertir una desgracia en una oportunidad. El sábado por la mañana debía declarar en el Tribunal de Catania (Sicilia) por un presunto delito de secuestro de personas al haber impedido la entrada a puerto de un barco de la Guardia Costera italiana en julio de 2019 cargado con 135 inmigrantes. La audiencia preliminar, que finalmente fue anulada y trasladada a finales de noviembre, se transformó en un circo mediático ideado por Salvini, que pensaba utilizarlo para presionar a los jueces y reanimar el discurso antiinmigración. No le salió mal. Miles de militantes, políticos y los socios de la coalición de derecha (Fratelli di Italia y Forza Italia) han estado durante tres días en la ciudad siciliana. Además, el magistrado ha aceptado la petición de su abogada y llamará a declarar al primer ministro, Giuseppe Conte, al entonces vicepresidente, Luigi Di Maio, y a quien fuera en aquel periodo ministro de Transportes, Danilo Toninelli.

El fiscal pidió el archivo de la causa, tal y como ha hecho también la defensa de Salvini. Pero el juez ha preferido posponer la audiencia preliminar al 20 de noviembre y ampliar la lista de testigos. El magistrado llamará también a declarar a la actual ministra del Interior, Luciana Lamorgese. La defensa de Salvini alega que todos los ministros que tenían entonces competencias en la decisión que tomó en julio de 2019, incluido el primer ministro, conocían y participaron del veto a entrar en el puerto al barco de la Guardia Costera, que transportaba a más de un centenar de migrantes a bordo. Una decisión judicial apegada a la lógica política, que recuerda cómo en aquel periodo Conte y Di Maio no solo consintieron la política de puertos cerrados de Salvini sino que la defendieron y legalizaron mediante dos decretos que siguen vigentes.

El líder de la Liga se desenvuelve bien en la tensión. Mientras esperaba la decisión dentro del tribunal, Salvini seguía colgando mensajes en sus redes sociales: “Los jueces llevan más de una hora en la Cámara del Consejo para tomar su decisión. Sepáis que estoy sereno y tranquilo como nunca”. Fuera del Palacio de Justicia esperaban sus fieles y sus detractores en una representación de las dos italias crecidas en los últimos años en torno al debate de la inmigración.

La idea de la convocatoria masiva en Catania, defendía la Liga, no era presionar a los jueces. Se trataba de organizar una suerte de jornadas, debates y entrevistas para reivindicar una manera de hacer política y entender el país a la que Italia ya pudo asistir durante el año en que Salvini fue vicepresidente y ministro del Interior. De hecho, el Gobierno se dispone este mismo fin de semana a desmantelar las dos patas más importantes de su legado: los conocidos como decretos de Seguridad, la ley diseñada para impedir los rescates en el mar de las ONG, y la reforma de la ley de pensiones que adelantaba la edad de jubilación y colocaba una bomba de relojería en la tesorería de la Seguridad Social. Sobre ambas cosas, asegura Salvini, se ha discutido en Catania.

El líder de la Liga defendía antes de viajar a la isla que no se trataba de una protesta. “Los únicos que lo harán serán los de la izquierda”. Le acompañaron Antonio Tajani, ex presidente del Parlamento Europeo y líder visible de Forza Italia (Berlusconi está recluido en su mansión de Arcore) y Giorgia Meloni, jefa de Hermanos de Italia. “Estaría más contento si los magistrados se dedicasen a capturar a mafiosos y delincuentes, pero estoy tranquilo. ¿Me veis preocupado?”, dijo el jueves, a su llegada a Catania. La preocupación va por dentro, dicen los que le conocen. El momento político no es el mejor para Salvini y una condena en el proceso le dejaría definitivamente fuera de combate. De ahí todo el circo mediático organizado por la Liga, con un elevado coste para las arcas del partido y ayuda a los militantes para encontrar vuelos baratos.

El líder ultraderechista, sin embargo, desafió la noche anterior a su propio destino. “Vivimos en un momento de suspensión de la democracia. Mi proceso es un ataque a la Constitución. Nunca habría pensado que terminaría en los tribunales, pero no me avergüenzo. Duermo tranquilo con mi pareja y voy con el Rosario en el bolsillo. Tengo plena confianza en la magistratura y pienso que no llegaremos al proceso".

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La presión era máxima. La policía había acordonado el tribunal donde tenía que declarar Salvini a puerta cerrada sábado a partir de las nueve de la mañana. Había manifestaciones programadas contra la Liga y a favor. Pero la técnica de la tensión a las puertas de un tribunal de justicia no es nueva. Silvio Berlusconi ya la utilizó en varias ocasiones fuera del Palacio de Justicia de Milán, donde afrontó algunos de sus procesos y siempre, excepto en una ocasión, terminó siendo absuelto.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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