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Dos nuevas masacres enlutan Colombia y evidencian la crisis de seguridad que vive el país

Al menos seis personas fueron asesinadas en el departamento del Cauca y otras cuatro en Nariño, las más recientes de una serie de matanzas

Santiago Torrado
Una mujer se manifiesta contra las masacres en una reciente movilización en Bogotá.
Una mujer se manifiesta contra las masacres en una reciente movilización en Bogotá.Daniel Garzon Herazo (Europa Press)

Colombia vivió otro fin de semana sangriento, en el que Cauca y Nariño, dos de los departamentos más golpeados por la violencia que no da tregua, sufrieron nuevas masacres. Al menos seis personas fueron acribilladas en el sector de Munchique del municipio de Buenos Aires (Cauca) por un grupo armado ilegal, que también les lanzó una granada, mientras se encontraban en una gallera –los lugares donde se organizan peleas de gallos en el campo colombiano–, confirmó la tarde de este domingo la Defensoría del Pueblo. Mientras todavía se investigaba el número de heridos que dejó ese ataque, se conoció una nueva matanza de cuatro hombres en el municipio de Mosquera (Nariño).

En Munchique ya se había perpetrado la masacre de tres personas el pasado 26 de abril. La Defensoría, encargada de velar por los derechos humanos, había emitido desde entonces dos alertas advirtiendo el inminente peligro de violencia en la zona. “Insistimos en la urgente necesidad de erradicar los factores de violencia que afectan los derechos y ponen en constante peligro la vida de los colombianos. Hacemos un llamado a la pronta respuesta a las alertas tempranas que hemos venido emitiendo, y evitar hechos como el que estamos lamentando”, declaró el defensor del Pueblo, Carlos Camargo, quien acaba de asumir el cargo.

“La crisis social y humanitaria en Nariño es muy grave”, lamentó este lunes el gobernador de ese departamento, John Rojas, al confirmar que cuatro personas fueron asesinadas la víspera en Mosquera, una población sobre el litoral pacífico. A esa matanza se suma el asesinato de una mujer del cabildo indígena Gran Mallama, detalló el gobernador, que pidió a las fuerzas de seguridad y a la fiscalía esclarecer esos hechos, así como acompañamiento e inversión social en la zona por parte del Gobierno del presidente Iván Duque.

Una mujer abraza uno de los ataúdes colocados en la calle para rechazar las recientes masacres en Colombia. En el video, declaraciones del Brigadier General respecto a la masacre en Cauca.Vídeo: FOTO | VIDEO: EFE

Una reciente oleada de masacres ha asomado a Colombia a su pasado más oscuro. En agosto, varias matanzas que dejaron al menos 45 muertos obligaron al presidente a reaccionar ante un problema que había pretendido minimizar. El propio mandatario anunció la creación de una Unidad Especial contra Homicidios Colectivos, aunque se desconocen avances concretos en ese frente. Duque ha estado volcado en atender la crisis del coronavirus y lleva un semestre presentando un programa de televisión diario sobre la pandemia, mientras su Gobierno ha enfrentado una oleada de críticas por insistir en ese término, “homicidios colectivos” – que el Ministerio de Defensa ha usado durante varios períodos–, para referirse a estos crímenes.

“No es que volvieron, es que no se han ido tristemente estos hechos de homicidios colectivos”, ha defendido el presidente. Entre los indicadores de violencia, el de las masacres, en particular, puede tener diferentes criterios según la fuente, pero el deterioro en los dos años que lleva Duque en el poder ha hecho saltar todas las alarmas. La oficina de Derechos Humanos de la ONU registró 36 masacres en 2019, la mayor cifra de su conteo desde el 2014, y este año se encamina a superar ampliamente esa cifra. Ya van 61 masacres en lo que va de 2020 en Colombia, nueve de ellas en el Cauca, según Indepaz, una ONG dedicada a temas de conflicto armado.

Tanto Cauca como el vecino departamento de Nariño, fronterizo con Ecuador, están sobre el corredor del Pacífico y son dos de las zonas más asediadas por los grupos paramilitares, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), considerada la última guerrilla activa en Colombia, y los disidentes de la extinta guerrilla de las FARC, grupos que se disputan a sangre y fuego las rutas del narcotráfico y el control del territorio.

El aumento de las masacres se acumula con el incesante asesinato de líderes sociales y excombatientes que firmaron la paz para dibujar una preocupante crisis de seguridad en muchas regiones apartadas. El acuerdo con las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), firmado a finales de 2016, pretendía extender la presencia del Estado, pero las autoridades no han ocupado el vacío dejado por la que fuera la guerrilla más antigua de América. La nueva etapa de violencia armada es más fragmentada, sin actores dominantes como eran en su momento las FARC o los paramilitares agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Un archipiélago de grupos armados se mantiene activo en distintas regiones aún en medio de la pandemia.


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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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