La borrosa línea entre el candidato y el presidente Donald Trump
La Convención Republicana se transforma en una plataforma para enaltecer al inquilino de la Casa Blanca
No hay nada más presidencial que la Casa Blanca. Donald Trump ha aprovechado que la Convención Republicana no ha podido celebrarse únicamente en Carolina del Norte, a causa de la pandemia del coronavirus, para llevar la cita política hasta la misma residencia presidencial en Washington. El presidente de Estados Unidos ha exhibido varias de las tareas que tiene a su cargo desde 2017, pero a la vez ha pedido que le voten. Trump ha difuminado la barrera entre ser presidente y ser candidato que históricamente han respetado sus antecesores cuando buscaban la reelección. La segunda noche de la Convención Republicana se convirtió en una vitrina de los poderes que entrega la presidencia y de cómo los ha usado el magnate neoyorquino.
Los salones de la Casa Blanca fueron utilizados durante la convención para que Trump firmara el perdón a un exconvicto de Nevada y también para una breve ceremonia de naturalización de cinco extranjeros. En esta última, el presidente fue recibido con Hail to the chief, un imponente himno que anuncia la llegada del comandante en jefe de EE UU allá donde vaya. A pesar de que durante el Gobierno de Trump las medidas inmigratorias han sido endurecidas, la grabación mostró a un presidente indulgente que entregó certificados de ciudadanía por igual a un hombre de Bolivia o a una mujer de Líbano. “Ellos siguieron las reglas”, dijo Trump, haciendo un guiño al complejo sistema de inmigración que en los últimos años ha obstaculizado cada día más la entrada a EE UU.
Los demócratas han advertido, durante las semanas previas a la convención, de que el presidente podría utilizar la Casa Blanca como escenario y que además sería una plataforma para el Partido Republicano que estaría financiada con dinero público. Apenas una semana antes, por ejemplo, la Administración anunció la renovación del histórico Jardín de las Rosas bajo la supervisión de la primera dama, Melania Trump. Ese mismo espacio sirvió como escenario para su discurso durante la noche del martes y será allí donde Trump aceptará el jueves la nominación del Partido Republicano como su candidato a la presidencia.
La primera dama habló ante casi un centenar de personas —todas sin mascarillas y sin mantener la distancia social— sobre el carácter de su esposo. Melania Trump lo describió como “una persona auténtica que ama a su país”. La misteriosa primera dama, que durante todos estos años se ha alejado de los focos y elude hablar en público tanto como le sea posible, evitó atacar a los demócratas y centró su discurso en la figura de Trump. “Les guste o no, siempre saben lo que está pensando”, afirmó.
Su mensaje, además, fue el único en el que se reconoció el avance de la pandemia del coronavirus en EE UU como un problema aún por resolver. Y fue la única participante en el encuentro que mostró cierta empatía con sus víctimas. Por unos minutos retomó el antiguo papel de las primeras damas en una frase que se ha entendido como un gesto de respaldo a los estadounidenses: “Sé que mucha gente se siente angustiada e indefensa. Quiero que sepan que no están solos”.
Los invitados a hablar en el segundo día de la Convención Republicana sirvieron para contar la visión de Trump, que ya es atractiva para su base pero que también busca seducir a los votantes indecisos. Su consejero económico Larry Kudlow recordó los recortes de impuestos que ha hecho Trump y aseguró que si es reelegido seguirá bajando impuestos. Kudlow, que grabó su mensaje desde el despacho que ocupa en la Casa Blanca, calificó el manejo económico de la crisis sanitaria por parte del presidente como “todo un éxito”. Un panorama poco creíble cuando 17 millones de personas están sin empleo durante la crisis económica más profunda de la historia; y cuando los muertos por la enfermedad ya alcanzan los 178.000 y el país acumula más de 5,7 millones de contagiados.
Pompeo desde Israel
Otro polémico caso del uso de la presidencia para hacer campaña fue la intervención del secretario de Estado, Mike Pompeo. Contra todo pronóstico, Pompeo envió un discurso grabado desde Jerusalén, donde se encontraba en visita oficial. Se rompe así otra regla no escrita que evita que el encargado de la cartera de Exteriores se posicione políticamente para evitar que su trabajo diplomático se vea afectado. Desoyendo cualquier objeción, Pompeo aprovechó su intervención para resaltar la política de Trump contra China y la disolución de lo que llamó “un desastroso acuerdo nuclear con Irán”. También destacó el papel de EE UU en la OTAN y que Trump ha garantizado la paz en Oriente Próximo con el histórico acuerdo entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, alcanzado recientemente. “Un acuerdo del que nuestros nietos leerán en los libros de historia”, apuntó.
En la Cámara de Representantes algunos legisladores protestaron por la participación de Pompeo en la convención. El congresista demócrata Joaquín Castro, líder del comité de Asuntos Exteriores, aseguraba en un comunicado que el discurso del secretario de Estado es “altamente inusual, sin precedentes y probablemente ilegal”. El Departamento de Estado aseguró a Reuters que para el mensaje de Pompeo no se utilizaron recursos públicos y que se realizó en el tiempo de descanso del secretario.
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