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¿Paz por paz o paz por armas en Oriente Próximo?

Tras el acuerdo entre Israel y Emiratos asoma la venta de armamento de EE UU de alta tecnología

Juan Carlos Sanz
Un caza F-35, durante unas maniobras en Estados Unidos, en enero de 2020.
Un caza F-35, durante unas maniobras en Estados Unidos, en enero de 2020.George Frey (Reuters)

Calificado como un terremoto geoestratégico en Oriente Próximo, por las fallas del acuerdo de normalización de relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos empieza a asomar el cañón humeante de la adquisición de armamento estadounidense de alta tecnología. Tras el entendimiento diplomático, el primer ministro Benjamín Netanyahu se ha jactado de que por primera vez su país había conseguido “paz por paz”, sin concesiones territoriales y políticas, como en el caso de los tratados con Egipto (1979) y Jordania (1994).

En Dubái y Abu Dabi, los jeques emiratíes han sacado pecho ante el mundo árabe por sellar una “paz a cambio de la anexión” que ha permitido frenar, mediante el intercambio de embajadores, la extensión de la soberanía israelí a casi un tercio de Cisjordania. En la Casa Blanca todo han sido aplausos al presidente Donald Trump por su mediación en el pacto, por el que florecen los primeros brotes en su marchito “acuerdo del siglo”.

Desde la era de John F. Kennedy, Estados Unidos garantiza al Estado judío superioridad tecnológica militar al otorgarle derecho de veto sobre la venta a otros países de la región del armamento estadounidense más moderno, como aviones de combate o misiles de última generación. Desde entonces, el Ejército hebreo ha contado en todas las guerras con el arsenal más avanzado, subvencionado en la actualidad por una ayuda estadounidense de 3.800 millones de dólares (3.200 millones de euros) al año.

Emiratos dispone de un presupuesto anual para rearme del orden de 23.000 millones de dólares, de los que 20.000 millones son acaparados por la industria armamentista de EE UU. Las compañías israelíes del sector de defensa también suscriben cada año contratos (oficiosos, ante la ausencia hasta ahora de relaciones formales) por importe de varios centenares de millones de dólares con la federación de principados del Golfo, según un informe citado por el diario Haaretz. Drones y tecnología de ciberseguridad integran las mayores partidas, aunque la parte del león se la ha llevado la modernización tecnológica de los cazas F-16 de las Fuerzas Aéreas emiratíes.

Solo Israel dispone en el Mediterráneo oriental y Oriente Próximo de los aviones de combate furtivos F-35, teóricamente indetectables por el radar. Turquía contaba con una opción de compra, pero al decantarse por los sistemas de misiles S-400 de fabricación rusa, Washington la excluyó de la lista de espera de la empresa Lockheed Martin.

Tanto Arabia Saudí como Emiratos hicieron también pedidos al fabricante estadounidense, pero el Gobierno israelí vetó la operación al amparo de la cláusula de salvaguarda de su superioridad tecnológica militar. A cambio, se ofreció a actualizar los anticuados F-16 emiratíes, los mismos que operan en los conflictos de Yemen y Libia.

Esta ecuación política, que desequilibra en favor del Estado judío la modernización de arsenales frente a las nutridas cajas fuertes de las monarquías del Golfo, puede haberse quebrado tras la normalización de relaciones del pasado jueves. El columnista Nahum Barnea, uno de los más prestigiosos de la prensa hebrea, fue el primero en apuntar a un acuerdo de “paz por armas” al informar en el diario Yediot Ahronoth de que, en esencia, Emiratos ha aceptado oficializar los lazos ocultos que mantiene con Israel desde 1994 no solo a cambio de que Netanyahu paralice la anexión parcial de Cisjordania. Detrás también parece estar la promesa de que la aviación emiratí podrá finalmente adquirir los cazas F-35.

El primer ministro replicó de inmediato que se trataba de una “información falsa” y su Gabinete negó que se hubiese levantado el veto al reafirmar que las objeciones a la venta de F-35 a cualquier país árabe siguen en pie. “El acuerdo de paz con Emiratos no incluye ninguna cláusula en ese sentido y Estados Unidos ha dejado claro que preservará escrupulosamente la superioridad tecnológica militar de Israel”, enfatizó el comunicado oficial.

Israel y Emiratos son dos de los principales clientes de la industria militar de Estados Unidos. El estrechamiento de lazos diplomáticos suma capacidad de compra a los ojos de la Administración del presidente Trump, quien en su primera gira por Oriente Próximo anunció un contrato de venta de armas a Arabia Saudí por un monto de 100.000 millones de dólares.

“Cuando EE UU atraviesa una profunda crisis, Trump concede aún mayor importancia a las grandes operaciones de venta de armas”, precisa Amos Harel, analista de defensa de Haaretz. “El margen de maniobra de Netanyahu frente a Trump es limitado, precisamente por su estrecha relación con él y por la debilidad de sus vínculos con los demócratas, que solo puede agravarse si Joe Biden es elegido en noviembre”.

Para curarse en salud, miembros del Ejecutivo como el ministro de Energía, Yuval Steinitz, recuerdan ya que Israel está fuera del radio de alcance de los furtivos F-35 que puedan despegar desde Emiratos.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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