La mitad de los brasileños exime a Bolsonaro de culpa por los muertos de coronavirus
Pese a su polémica estrategia de minimizar la pandemia, el presidente goza de su mayor popularidad desde que llegó al poder
El presidente brasileño Jair Bolsonaro empieza a cosechar frutos políticos de su controvertida estrategia frente a la pandemia. Casi la mitad de los brasileños (un 47%) considera que el jefe del Ejecutivo no tiene ninguna responsabilidad en las muertes por coronavirus, según una encuesta de Datafolha difundida este sábado. Y todo a pesar de que el gigante sudamericano es, con 106.000 muertos, el segundo país más afectado después de Estados Unidos, incluso con una muy significativa subnotificación de casos porque desde el principio tiene una muy baja tasa de test para monitorear la evolución de la enfermedad. Los encuestados consideran a sus gobernadores aún menos culpables que el presidente, como si consideraran indiferente para el resultado final el abordaje de los gestores públicos.
Desde que hace cinco meses se produjeron las primeras muertes por la covid-19, Bolsonaro se ha empeñado en minimizar la gravedad de la crisis, criticar e incluso boicotear a los gobernadores que recomendaron a la ciudadanía quedarse en casa. El presidente siempre ha considerado que el parón económico va a ser a la larga mucho más dañino para la ciudadanía que los fallecimientos directamente provocados por el virus. Que casi la mitad de los brasileños le exima de culpa por los fallecidos y los tres millones de contagios supone un alivio para el presidente a las puertas de unas elecciones municipales, en noviembre, y cuando está en el punto de mira del Tribunal Supremo por injerencias políticas en la policía para proteger a su familia.
Un 52% de los encuestados por Datafolha sostiene, en cambio, que Bolsonaro tiene alguna responsabilidad en esas muertes, incluido un 11% que lo considera el principal culpable. Pero lo cierto es que, en términos políticos, Bolsonaro está logrando darle la vuelta a la erosión que al principio de la pandemia le causó su negativa a seguir cualquiera de las recomendaciones de las autoridades sanitarias y a promover el uso de un medicamento cuya eficacia frente al coronavirus no está comprobada.
El caso es que el polémico presidente brasileño goza ahora mismo del mayor nivel de apoyo (un 37%) desde el inicio de su mandato, en enero de 2019. Su popularidad que ha aumentado en las últimas semanas sobre todo entre los más pobres, los jóvenes y los brasileños que viven en el empobrecido nordeste, uno de los tradicionales caladeros de votos del opositor Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva.
Esa mejora obedece en buena medida a la paga de 600 reales (111 dólares, 94 euros) aprobada por el Gobierno y el Congreso solo dos semanas después del inicio de los confinamientos. Unos 60 millones de brasileños a los que el virus dejó sin ingresos cobran esta ayuda mensual que en julio llegó a la mitad de los hogares.
El presidente perdió dos ministros de Salud, uno destituido, el otro dimitido, por las discrepancias sobre cómo gestionar y combatir el avance la enfermedad. Los dos eran médicos. Fueron sustituidos por un general de tres estrellas, Eduardo Palazuello, sin experiencia ninguna en asuntos sanitarios que se caracteriza por cumplir sin rechistar lo que Bolsonaro ordena —como ofrecer cloroquina a todos los pacientes de covid—. La encuesta de este sábado indica que casi nueve de cada 10 brasileños desconoce cómo se llama el titular de Salud. Esa es probablemente parte de su misión, que la gestión del Gobierno federal pase desapercibida y la responsabilidad política recaiga en gobernadores y alcaldes.
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