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El presidente ultraconservador polaco reaviva la guerra cultural en la recta final de la campaña

El candidato a la reelección, favorito en las encuestas, retrata al colectivo LGTBI como una “ideología más destructiva que el comunismo”

Paula Chouza
Andrzej Duda, este viernes en la ciudad polaca de Konin.
Andrzej Duda, este viernes en la ciudad polaca de Konin.Roman Zawistowski (EFE)

Polonia vota este domingo en sus elecciones presidenciales aplazadas en mayo por la covid-19. Aunque el actual mandatario, Andrzej Duda, parte como favorito, sus opciones para salir reelegido en primera vuelta ―necesita más del 50% de los votos― han ido menguando desde abril, conforme crecía la incertidumbre por las consecuencias económicas de la pandemia y el principal partido de la oposición nombraba un nuevo candidato. El dirigente ultraconservador, apoyado por el gobernante Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczynski, ha agitado la recta final de la campaña al convertir de nuevo al colectivo LGTBI en blanco de sus críticas. Sin mencionarlo explícitamente, Duda llegó a retratarlo como una “ideología más destructiva que el comunismo”.

Las declaraciones fueron realizadas durante un acto de campaña en la ciudad de Brzeg, en el suroeste del país. “La generación de mis padres no luchó durante 40 años con el fin de eliminar de las escuelas la ideología comunista (…) para que ahora venga una nueva aún más destructiva”, sentenció Duda, de 48 años. Tan solo unos días antes, el presidente había firmado la llamada Carta de la Familia, una declaración que reivindica ―en un país donde más del 92% de sus 38 millones de habitantes son católicos― la institución del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, y busca dar influencia a los padres en las escuelas. El presidente, a quien una encuesta de Kantar publicada el jueves otorga el 40% de los votos, añadió que no permitiría las bodas o la adopción en parejas del mismo sexo, ni que los colegios aborden asuntos relacionados con la homosexualidad.

En esta última cuestión, el mandatario choca de lleno con el aspirante de la centroderechista Coalición Cívica, Rafal Trzaskowski (de 48 años), quien, según todos los sondeos, será su principal adversario el domingo (con el 27% de votos, según Kantar). El también alcalde de Varsovia ―un liberal, políglota con carrera en Europa procedente de Plataforma Cívica, el partido que gobernó Polonia entre 2007 y 2015― rubricó en 2019 un manifiesto de apoyo al colectivo LGTBI en el que se comprometía a la introducción de programas sobre educación sexual y tolerancia en las escuelas.

La organización civil polaca Campaña contra la Homofobia señala que los ataques del PiS, similares a los que unos años atrás sufrieron los refugiados, se avivaron antes de las elecciones europeas de 2019, continuaron en las generales del pasado octubre ―en las que el Gobierno revalidó su mayoría absoluta― y vuelven ahora que los sondeos proyectan una bajada en la intención de voto al mandatario ―en abril la misma empresa le concedía un 59% de apoyos―. Justyna Nakielska, una de las coordinadoras de la ONG, ve tras estos comentarios una estrategia “para movilizar al ala más conservadora de su electorado” y reprueba el discurso. “Son palabras que nos deshumanizan y resultan simplemente inaceptables”, opina.

En la misma línea se expresa Robert Biedron, eurodiputado, candidato a la presidencia por la izquierdista Lewica, y uno de los pocos políticos abiertamente gais en Polonia. “Estas declaraciones me recuerdan los períodos más oscuros de la historia europea. No puedo más que insistir en lo discriminatorias, destructivas y repulsivas que son”, responde en un correo electrónico. El político, que consiguió su escaño en Bruselas tan solo unos meses después de la fundación de su partido, Wiosna (Primavera), se define a sí mismo como “el único candidato que exige la separación total entre iglesia y Estado, el derecho al aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo”. El apoyo a sus postulados, según el último sondeo, no va más allá del 3%, muy por debajo del independiente Szymon Holownia (13%) o el ultraderechista Krzysztof Bosak (7%).

“Con los derechos LGBTI, Duda ha tratado de hacer de las elecciones una especie de guerra cultural, un choque entre liberales y conservadores”, considera Ben Stanley, profesor asociado de la Universidad de Ciencias Sociales y Humanidades (SWPS) en Varsovia. En su opinión, el tema clave de la campaña es la continuación versus el cambio. “Votar al actual dirigente es asegurarle al PiS la capacidad para llevar a cabo su agenda durante el período parlamentario restante. Si Trzaskowski alcanzase la presidencia, podría vetar algunas de las reformas del Gobierno”, señala el académico. El veto legislativo es una facultad del presidente de Polonia, pero desde la llegada de Duda al palacio presidencial en 2015 y con Ley y Justicia en el poder, este apenas lo ha ejercido. En estos años, el choque con Bruselas, que acusa al Ejecutivo de socavar el Estado de derecho en el país con reformas como la del sistema judicial, ha sido constante.

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Para Wojciech Przybylski, redactor jefe del think tank Visegrad Insight, esta campaña trata más de emociones que de políticas. “La de Trzaskowski habla de esperanza y cambio. Él repite que ya hemos tenido suficiente. Hay la sensación de que el Gobierno y el presidente se exceden”, comenta. “Duda, por su parte, apela a la estabilidad. Tras la pandemia, los ciudadanos sienten inseguridad sobre los empleos y el futuro económico”. El PiS ha obtenido buena parte de sus apoyos estos años gracias a un generoso programa de ayudas sociales a las familias. “En un contexto así [Polonia se encuentra al borde de su primera recesión desde la caída del comunismo hace tres décadas] el mensaje es: no experimentes con alguien que nos puede traer problemas”, recalca Przybylski.

No obstante, la llegada del alcalde de Varsovia a la carrera presidencial a mediados de mayo supuso un revulsivo para todos los partidos (en total concurren 11 candidatos). Con su antecesora, Malgorzata Kidawa-Blonska, que llamó a boicotear unos comicios que se iban a realizar por correo en plena crisis sanitaria, el apoyo a Coalición Cívica cayó hasta cifras próximas al 4%. Las elecciones, que el Gobierno decidió posponer en el último momento, se celebrarán finalmente de manera presencial y vía postal. Aunque el país ha reabierto sus fronteras y levantado la mayor parte de las restricciones impuestas en marzo, en algunas zonas se ha prohibido la votación directa en urnas para evitar nuevos contagios. Hasta la fecha, Polonia cuenta con unos 33.400 infectados y 1.429 muertos por coronavirus.

Camiones de bomberos para movilizar al electorado

El ministerio del Interior ofreció la semana pasada camiones de bomberos a aquellos municipios de menos de 20.000 habitantes en los que haya una mayor participación en las presidenciales del domingo, informa Reuters. El anuncio alertó al principal partido de la oposición, que criticó el intento del Gobierno por movilizar a un electorado rural, tradicionalmente más próximo al PiS y por tanto a su candidato, Andrzej Duda. Por el contrario, Coalición Cívica obtiene mejores resultados en entornos urbanos. El experto de Visegrad Insight Wojciech Przybylski define al presidente como “un hombre del pueblo de las provincias polacas”, mientras que considera a Trzaskowski un político “de mundo y de contactos”.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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