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Polonia celebrará el 28 de junio las presidenciales atrasadas por el coronavirus

El desgaste del Ejecutivo por la crisis sanitaria y el cambio de candidato en la oposición amenazan la reelección del ultraconservador Andrzej Duda

Paula Chouza
Rafal Trzaskowski, durante un acto en Poznan el pasado sábado.
Rafal Trzaskowski, durante un acto en Poznan el pasado sábado.JANEK SKARZYNSKI (AFP)

Polonia celebrará el próximo 28 de junio sus elecciones presidenciales, retrasadas en mayo por la pandemia de la covid-19 y tras las presiones de oposición e instituciones europeas, según se anunció este miércoles. La votación se podrá realizar tanto de manera presencial como por correo, después de que el Parlamento aprobara el martes las últimas enmiendas a la reforma de la ley electoral, modificada hace menos de un mes precisamente para que los comicios se llevaran a cabo exclusivamente por vía postal. El desgaste del Ejecutivo por la crisis sanitaria —que deja más de 24.500 contagios y 1.102 muertos—, sus consecuencias económicas —el país se encuentra al borde de su primera recesión desde la caída del comunismo— y el cambio de candidato en la principal formación opositora, Coalición Cívica (KO), amenazan la victoria del actual mandatario, Andrzej Duda, apoyado por el gobernante Ley y Justicia (PiS, en sus siglas en polaco).

Aunque la convocatoria oficial ha llegado este miércoles, nada se decide en la política del país sin el visto bueno del ultraconservador Jaroslaw Kaczynski, y el líder del gobernante Ley y Justicia (PiS) ya había señalado hace una semana la fecha como “la última posible”. Una de las novedades de la convocatoria está en la oposición. Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia elegido en 2018, un político liberal que ha servido también como secretario de Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, ministro de Administración y Digitalización o eurodiputado, sustituirá a Malgorzata Kidawa-Blonska como representante del centroderecha.

"Hemos esperado este día y por fin podemos comenzar el camino hacia el cambio, porque Polonia necesita un cambio, un presidente fuerte que vigile de cerca a los que están en el poder ", comentó Trzaskowski este miércoles en declaraciones recogidas por Reuters. Su elección ha supuesto un balón de oxígeno para KO, la coalición que lidera Plataforma Cívica, el partido del que procede el presidente del Partido Popular Europeo, Donald Tusk. Si en abril los sondeos daban como ganador a Duda en primera vuelta y dejaban a Kidawa-Blonska por detrás del resto de aspirantes, una encuesta reciente de Ibris rebaja los apoyos del presidente al 41% y eleva los de Trzaskowski al 26,7%, lo que le daría opciones en una hipotética segunda vuelta.

“Los sondeos muestran una caída del 20% en la intención de voto del actual presidente, pero el problema es que en las últimas elecciones estos han subestimado los resultados reales del PiS”, señala Dorota Heidrich, directora adjunta del Instituto de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Varsovia. Hasta hace poco, el segundo mejor posicionado en las encuestas era Szymon Holownia, un candidato independiente y periodista de profesión y activista, cuyo mensaje habría logrado atraer a una buena parte de la población descontenta con los partidos políticos tradicionales.

En opinión de Heidrich, Trzaskowski tiene “suficiente experiencia para postularse a la presidencia”. Entre sus fortalezas, destaca su “apertura y tolerancia”. Desde el Ayuntamiento de Varsovia firmó el año pasado una declaración por los derechos del colectivo LGTBI en la que se comprometía, entre otras medidas, a incorporar programas sobre educación sexual en las escuelas de la capital. Pero Polonia es un país mayoritariamente católico donde el voto rural tiende a ser conservador. “Los partidarios del actual mandatario pueden verlo como alguien alejado de los problemas cotidianos y no sé si logrará conectar con el electorado de las pequeñas ciudades del país”, añade Heidrich.

La celebración de las elecciones presidenciales lleva meses centrando el debate político. Con las restricciones impuestas por la pandemia (el país cerró fronteras, escuelas, comercios, prohibió las reuniones y confinó a la población en marzo tras detectar los primeros casos) la campaña electoral se vio prácticamente suspendida. A comienzos de abril, el PiS forzó en el Congreso la aprobación de una reforma para celebrar los comicios solo por correo, algo sin precedentes en Polonia. La medida, introducida fuera del plazo legal para hacerlo —al menos seis meses antes de la cita con las urnas—, y que el Gobierno justificaba como una forma de salvaguardar la salud de la ciudadanía, fue duramente criticada. Los cambios de Ley y Justicia dejaban en manos de Correos, una empresa que depende del Gobierno, la organización de las presidenciales y limitaban la participación de la Comisión Electoral Nacional, un órgano independiente.

Mientras la oposición llamaba al boicot e instituciones dentro y fuera de Polonia advertían del riesgo de que la votación incumpliese los estándares internaciones, el Senado —donde el PiS carece de mayoría— retrasaba su decisión sobre el cambio legislativo, lo que impedía al Gobierno avanzar en los preparativos y hacía prácticamente imposible la celebración de los comicios.

Finalmente, a tan solo cuatro días de las elecciones, el 10 de mayo, Kaczynski y el líder de la formación que sustenta la mayoría absoluta del Gobierno en el Congreso, Jaroslaw Gowin, pactaron retrasar la cita con las urnas. El acuerdo, que truncaba la intención inicial de Kaczynski, se estableció fuera de los cauces que contempla la ley, pero, al mismo tiempo, supuso un alivio para todas las partes. El pacto contemplaba también enmendar la ley del voto por correo, que fue aprobada tan solo unas horas después del anuncio y modificada de nuevo a los cinco días, esta vez para establecer una votación mixta y devolver atribuciones a la Comisión Electoral Nacional. El embrollo legislativo terminó este martes con el visto bueno definitivo en la Cámara baja.

La elección del presidente es clave para el Gobierno porque el mandatario polaco tiene potestad para vetar las leyes aprobadas en el Parlamento. Desde la llegada de Ley y Justicia al poder en 2015 los choques con la Unión Europea a cuenta de sus reformas —consideradas peligrosas para el Estado de derecho— han sido frecuentes, lo que ha llevado a una constante comparación con la situación política de Hungría y la deriva autoritaria emprendida por su primer ministro, Viktor Orbán.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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