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Un ataque terrorista causa una decena de muertos en el norte de Costa de Marfil

Los fallecidos son soldados y gendarmes del puesto militar de Kafolo, cerca de la frontera con Burkina Faso

José Naranjo
Una niña desplazada por la violencia yihadista en Tougan, Burkina Faso, este miércoles.
Una niña desplazada por la violencia yihadista en Tougan, Burkina Faso, este miércoles.Sam Mednick (AP)

Al menos una decena de soldados marfileños falleció en la madrugada de este jueves tras un ataque yihadista en el norte del país, según confirmaron fuentes militares. Se trata del segundo atentado que sufre Costa de Marfil tras el que tuvo lugar en Grand Bassam en marzo de 2016, pero es el primero en la zona de influencia de los grupos terroristas que desangran al Sahel desde hace nueve años, lo que certifica la extensión hacia el sur de la actividad de los yihadistas en los últimos meses.

El ataque tuvo lugar sobre las tres de la mañana en el puesto mixto de militares y gendarmes de Kafolo, cerca de la frontera con Burkina Faso. Las fuentes coinciden en señalar al menos diez fallecidos. Se trata de la misma zona donde los ejércitos de ambos países llevaron a cabo una operación militar de envergadura contra la presencia de células yihadistas el pasado mes de mayo y que llevó a la muerte de ocho supuestos terroristas, la detención de 38, la destrucción de una de sus bases y la recuperación de armamento diverso.

La operación militar Comoé, bautizada con el nombre del río que atraviesa la zona, se había fijado como objetivo la neutralización de una célula yihadista ligada a la katiba (brigada) Macina, el grupo terrorista que lidera el predicador Amadú Koufa y cuya principal base de operaciones es el centro de Malí. En los últimos cinco años este grupo ha ido aumentando su influencia en Burkina Faso, donde mantiene buenas relaciones con Ansarul Islam, y progresivamente se ha extendido hacia el sur, llegando al norte de los países del Golfo de Guinea como Ghana, Benín, Togo y la propia Costa de Marfil.

El Frente de Liberación de Macina de Koufa no es el único grupo que opera en la zona. Las autoridades también han detectado un incremento de la presencia de milicianos del Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS) que lidera Al Saharaui, sobre todo en el este de Burkina Faso y en las regiones norteñas de Benín y Togo. Un reciente informe del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS) destacaba que estos países ya se habían convertido en zonas de tránsito, financiación y aprovisionamiento para los grupos armados que operan en el Sahel.

La operación Comoé fue la primera ocasión en que los ejércitos de ambos países cooperaban de manera tan directa para combatir la extensión del yihadismo. “Las dos fuerzas armadas han trabajado juntas, nadie puedo escapar”, dijo a los medios el general Moïse Miningou, jefe de los ejércitos burkineses, hace dos semanas, “esto nos ha permitido obtener resultados tangibles. No vamos a detenernos aquí. Ha sido la primera vez pero no será la última”. Su homólogo marfileño, el general Lassina Doumbia, destacó también la importancia de la unidad frente a esta amenaza.

Sin embargo, el ataque de este miércoles muestra la capacidad de reacción de grupos terroristas con una increíble capacidad de camuflar a sus miembros entre la población civil, aprovechar las complicidades locales y explotar al máximo la porosidad de las fronteras. La presión que ejercen la operación francesa Barkhane y los ejércitos del G5 del Sahel, sobre todo de Malí, Burkina Faso y Níger, en la zona llamada de las tres fronteras del Liptako-Gourma ha forzado a los grupos terroristas a buscar nuevas áreas de actuación y reclutamiento en los últimos dos años, encontrando en el este de Burkina y en las frondosas regiones norteñas de los países del Golfo de Guinea nuevos santuarios y vías de aprovisionamiento.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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