Las voces indignadas de las protestas en Estados Unidos
Quiénes son aquellos que salen cada día a manifestarse por la violencia policial contra los afroamericanos
“Sin justicia”, proclaman, “no habrá paz”. Quieren ser “tratados como seres humanos”. Consideran que “nadie está haciendo nada” mientras la gente sigue muriendo por la brutalidad policial. Se dicen tristes, hartos, indignados. Y salen cada día a las calles de sus ciudades para protestar por el último episodio de violencia policial contra ciudadanos afroamericanos con resultado de muerte, la de George Floyd, asfixiado por la rodilla de un policía mientras pedía auxilio durante una detención en Minneapolis.
El racismo sigue siendo el gran tema de la sociedad estadounidense, y muchos ciudadanos han dicho basta. De Los Ángeles a Nueva York, de Minneapolis a las puertas de la Casa Blanca, en Washington, las protestas mantienen su intensidad 10 días después de la muerte de Floyd.
Donald Trump apunta su dedo acusador a “la extrema izquierda” y a Antifa, difuso movimiento antifascista que carece de una estructura nacional. El presidente llegó a amenazar con designarlo como grupo terrorista, pero el FBI no ha encontrado inteligencia alguna que apoye la decisión de Trump.
Lo que se ve en las calles es ciudadanos, sobre todo jóvenes, que protestan mayoritariamente de manera pacífica. A medida que avanza la tarde y se aproxima el toque de queda, que muchas ciudades llevan días decretando, las protestan se calientan. Se suceden las provocaciones y los gritos contra la policía. Y en algunas ciudades, grupos de alborotadores han protagonizado violentos episodios de vandalismo y saqueos de comercios.
Las detenciones y las cargas policiales siguen produciéndose, pero la violencia de los primeros días ha ido ofreciendo ciertos signos de remisión. El grueso de manifestantes desea que las protestas pacíficas no queden manchadas por los episodios violentos. Son conscientes de que el mundo les mira. Estas son algunas de sus historias y sus razones.
Natasha Jennings, 27 años, Los Ángeles
Natasha Jennings acudió el martes en Hollywood por primera vez a una protesta por la muerte de George Floyd. Se esperó a que bajara un poco la tensión sobre los saqueadores de las manifestaciones “porque ese no es el mensaje”. El mensaje, para ella, es: “Solo queremos que nos traten como seres humanos. Eso es lo que llevamos pidiendo 400 años, que no nos traten diferente. Nos entierran igual que a vosotros. Tenemos corazón como vosotros”. Cree que el vídeo de George Floyd ha hecho explotar esta reivindicación porque “la gente está harta”. “Mucha gente ha visto ese vídeo y les ha golpeado el corazón. ¿Oír a un hombre adulto llamar a su mamá? Si no te llega, es que no deberías estar aquí”. El cartel hecho a mano que llevaba Jennings decía: “Matáis a nuestros hombres y luego os burláis de nosotros porque no tenemos padre”.
Sean See, cineasta, y Jaden See, estudiante, Los Ángeles
“Venimos por George Floyd y por todos los demás afroamericanos asesinados por la brutalidad policial”, decía el martes en Hollywood Jaden See, estudiante que acaba de terminar el instituto. “Ya basta. Esto lleva sucediendo décadas. Está claro que la gente está muriendo por la brutalidad policial y nadie está haciendo nada”. Va con su hermano, Sean See, cineasta. “Me alegra ver que se está moviendo de costa a costa, e incluso en otros lugares, como Japón o Londres. Da la impresión de que algo va a cambiar por fin”, decía Jaden See. Lo que ha hecho que estalle la protesta, opina, “es que la muerte de George Floyd solo es la punta del iceberg. Iba a pasar en algún momento. Pero verlo, ver a ese policía, ha roto el corazón de la gente”.
Steven, físico de 59 años, y Sabiyha Prince, antrópologa de 61, Washington
“La razón por la que estamos aquí no es buena. Estoy triste, enojada y asqueada”, dice Sabyah, mientras que su marido, Steven, afirma estar viviendo el día más feliz “en los últimos tres años y medio”. Para ellos lo primero que hay que hacer es erradicar la supremacía blanca de los departamentos de policía de todo el país. “Esta es el arma que usan contra nosotros desde hace mucho tiempo”, opina Steven. La lucha la viven a diario desde hace 400 años, comentan, y piensan que sus hijos, la duodécima generación de su familia, fueron los primeros en nacer sin ninguna limitación para votar. “Pero votar es solo una parte para producir un cambio. Necesitamos estar en la calle y hacer saber que no vamos a volver a las cosas como antes”, agrega Sabyah.
Jasmine Washington, 22 años, estudiante de Economía, Washington
Jazmine Washigton se pasea con una amiga ofreciendo gel desinfectante a los manifestantes. Ha acudido desde el comienzo a las protestas, las que describe como pacíficas, pero lamenta que la Administración de Trump “no está escuchando y hace que cada vez sea más difícil la situación”. Como la única alumna negra de su clase, confiesa que se ha sentido varias veces discriminada. “No importa cuán inteligente seas, la gente solo ve raza y color”, lamenta. Solo quiere sentirse segura caminando por la calle y que haya justicia cuando un policía asesina a un afroamericano. Para ella, lo primero, es que el presidente de Estados Unidos reconozca que hay un problema y haga frente por la gente a la que lidera.
Rachel Prucha, 25 años, Nueva York
Camarera en un bar de la ciudad, Rachel Prucha acude a las protestas de Nueva York con una pancarta que dice: “Latinxs por BLM [Las Vidas Negras Importan]”. “Ninguno somos iguales hasta que lo seamos todos”, explica, detrás de una máscara con un estampado de setas. “Como latina, no puedo pedir la abolición del ICE [Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, encargado de la deportación de inmigrantes indocumentados] si mueren negros asesinados por la policía todos los días”, señala.
Kalel, 21 años, Nueva York
Kalel trabaja en una tienda de alquiler de bicis y es padre de un pequeño de ocho meses, al que no quiere ver crecer en “un país donde le pueden matar por ser negro”. Entiende los saqueos como producto de la ira y porque “se trata de joder el sistema”. “Pero debemos aprender de Martin Luther King, que defendía la no violencia. Lo contrario nos perjudicará. América no está sola. Todo el mundo nos está viendo y es importante que puedan identificarse con nosotros”.
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