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LA BRÚJULA EUROPEA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La pandemia agrava la debilidad digital de la UE frente a EE UU y China

El bloque europeo sufre un déficit de innovación y gigantes empresariales en un mercado cada vez más estratégico

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, entre otros, el pasado jueves en la Eurocámara.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, entre otros, el pasado jueves en la Eurocámara.
Andrea Rizzi

En sendas entrevistas recientemente concedidas a este diario, Ana Botín y Josep Borrell coincidieron en destacar el impacto de la pandemia en el sector digital y las dificultades con las que la Unión Europea aborda la competición en esa área con Estados Unidos y China.

“El mundo será más digital, nadie lo duda. Pero ¿quién va a controlar los nuevos sistemas de información y los sistemas de seguimiento que permiten conocer prácticamente todos los desplazamientos de una persona? ¿Quién va a controlar la digitalización masiva de la vida?”, planteó el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE.

“Estamos en un momento disruptivo en el que hay grandes ganadores y perdedores, y casi todos los grandes ganadores están fuera de Europa, en EE UU y en China”, observó la presidenta del Banco Santander.

Ahí está la cuestión: la pandemia es un brutal acelerador del proceso de incremento de la relevancia del sector digital; y, en ese proceso, la UE no cuenta con las mejores cartas. Veamos.

EE UU dispone, como es notorio, de una inigualada capacidad de innovación en este sector y de los mayores gigantes empresariales. Apple, Microsoft, Alphabet (Google), Amazon y Facebook figuran entre las principales compañías del mundo por mayor capitalización bursátil. Las nuevas necesidades de trabajo, comunicación y vida social benefician significativamente los intereses de empresas con esas características. Microsoft —con Teams— y la empresa Zoom —también de EE UU— son, por ejemplo, los beneficiarios de la repentina gran demanda de videoconferencias.

China también dispone de gigantes competitivos en el sector, como Tencent, Alibaba, Baidu o Huawei. Esta última compañía tiene una relevancia estratégica que va más allá de su tamaño por la alta competitividad en el desarrollo de redes 5G. China es, además, desde hace años un aguerrido impulsor de tecnologías de inteligencia artificial. Es difícil medir la capacidad en este sector por países, pero es muy racional destacar el presente y prever un futuro puntero para China en esta área.

La UE, es evidente, tiene un problema de innovación tecnológica en este sector, una escasez de gigantes y una rigidez de mercado que, otorgando beneficios en otros sentidos, ha sofocado la capacidad de criar nuevos titanes.

Naturalmente, tiene también grandes activos. Una ciudadanía con un nivel profesional medio muy notable; una capacidad normativa que, con inteligencia, puede acarrear fuertes beneficios a sus intereses; empresas con vigor en el sector del 5G —Nokia (Finlandia) y Ericsson (Suecia)—; un desarrollo infraestructural muy notable; y un desarrollo industrial que puede permitir tomar la delantera en la interesante área de la recolección de datos industriales.

Este es uno de los pilares de la estrategia digital que abandera la actual Comisión Europea. Sin embargo, la UE y sus países miembros tendrán que tomar medidas valientes si no quieren quedarse definitivamente atrás en una batalla clave. En un extremo está el fértil clima estadounidense —apto para la creación, pero con todas sus consecuencias sociales—, por otro la férrea determinación del régimen chino —su apoyo descarnado a las empresas de ciertos sectores, con todas las consecuencias del centralismo autoritario—. La UE no tiene y no quiere un mercado salvaje ni un férreo centralismo. Tendrá que encontrar su vía hacia la primacía digital. No lo tiene fácil.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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