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La justicia israelí condena por asesinato a un colono que quemó viva a una familia palestina

Un bebé y sus padres murieron a causa de un atentado incendiario calificado como “terrorismo judío”

Juan Carlos Sanz
Amiram Ben Uliel es conducido por un agente, este lunes en el tribunal israelí de Lod.
Amiram Ben Uliel es conducido por un agente, este lunes en el tribunal israelí de Lod.EFE

Casi cinco años después del atentado incendiario que precedió a la ola de violencia conocida como “Intifada de los cuchillos”, la justicia israelí ha condenado por tres cargos de asesinato a un colono judío que quemó viva a una familia palestina. Amiram Ben Ulliel, de 25 años y relacionado con grupos radicales de los asentamientos de Cisjordania, fue declarado el lunes autor de la muerte del matrimonio formado por Saad y Reham Dawabashe y de su hijo Alí, de 18 meses, al arrojar cócteles molotov contra la vivienda en la que dormían en la madrugada del 31 de julio de 2015 en Duma, en la provincia de Nablus.

En las paredes de la casa fueron halladas pintadas en hebreo que rezaban: “¡Venganza!” y “¡Viva el rey mesías!”. La sentencia establece que cometió “un atentado de carácter racista” en venganza por la muerte de un colono judío, que había sido deliberadamente embestido por un conductor palestino un mes antes cerca de Duma. Otro hijo de los Dawabashe –Ahmed, que entonces contaba con cuatro años– sobrevivió al atentado incendiario a pesar de haber sufrido quemaduras en el 60% de su cuerpo.

El Shin Bet, agencia de seguridad interior que investigo el ataque como “terrorismo judío”, espera que el tribunal de Lod (sureste de Tel Aviv) que ha juzgado el caso dicte el mes que viene una condena a cadena perpetua contra el reo. Ben Uliel no tenía antecedentes por acciones violentas a pesar de su activismo en los asentamientos y recientemente se había alejado del nacionalismo extremista para ingresar en un una escuela rabínica ultraortodoxa. Su abogado anunció que recurrirá el fallo ante el Tribunal Supremo tras alegar que la confesión en la que se basa la condena fue arrancada contra su voluntad.

La justicia anuló las dos primeras confesiones de Ben Uliel obtenidas por el Shin Bet por considerar que se había recurrido a la “fuerza física”, aunque aceptó una tercera en la que “ofreció detalles de los hechos que todavía no eran conocidos y que permitieron la completa reconstrucción del crimen”. Los tres jueces de Lod desestimaron la acusación de la fiscalía de pertenencia a organización terrorista.

Ahmed Dawabsha, superviviente del atentado, bajo un poster en el que se recuerda a los muertos en en el ataque, este lunes en Duma (Cisjordania).
Ahmed Dawabsha, superviviente del atentado, bajo un poster en el que se recuerda a los muertos en en el ataque, este lunes en Duma (Cisjordania).JAAFAR ASHTIYEH (AFP)

El condenado formaba parte de un grupo mesiánico de colonos que no reconoce la legitimidad del Estado de Israel y defiende la implantación de una monarquía teocrática. El Gobierno israelí autorizó tras el atentado la aplicación de medidas de excepción para investigar el terrorismo judío, como la aplicación de la llamada detención administrativa, para mantener indefinidamente los arrestos de los sospechosos sin intervención judicial, que solo suele aplicarse a presos palestinos.

Un segundo acusado del atentado incendiario de Duma –cuya identidad no se ha facilitado, ya que era menor de edad en 2015– llegó el año pasado a un acuerdo con la justicia a cambio de reconocer su participación como cómplice en los hechos. El tribunal, que le sentenció por pertenencia a organización terrorista, tiene previsto imponerle una condena inferior a seis años de cárcel, según informa Times of Israel.

Hussein Dawabashe, el abuelo que acompañó durante meses al pequeño Ahmed en el hospital israelí en el que fue tratado de sus graves quemaduras, dijo a la prensa hebrea en el tribunal de Lod que su familia había experimentado “un gran trauma”. “No quiero que ningún otro niño se vea en la situación de Ahmed”, apostilló. “No lo olvidaré aunque viva cien años más y no quiero que ninguna otra familia pase por esto”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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