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Cuatro días de balacera entre bandas en un barrio de Caracas durante la cuarentena

Un conflicto entre grupos criminales mantuvo en vilo a los habitantes de Petare y puso en evidencia el arsenal que portan los delincuentes en Venezuela

Florantonia Singer
El barrio de Petare en Caracas, Venezuela, el 16 de marzo.
El barrio de Petare en Caracas, Venezuela, el 16 de marzo.Monica Gonzalez (EL PAÍS)

Desde los balcones de Caracas no se han grabado aplausos a sanitarios ni cacerolazos durante estos días de cuarentena. En medio del silencio de una ciudad paralizada por el coronavirus y la falta de gasolina, el pack, pack, pack y el traca, traca, traca del poderoso armamento de las bandas delictivas de Petare, en la zona metropolitana de la capital, ha quedado como registro sonoro de una de las ciudades más violentas del mundo, en las que el confinamiento no ha reducido la criminalidad. Desde el miércoles corren por las redes sociales vídeos de detonaciones de armas automáticas, ráfagas de disparos al aire, fogonazos de metralletas y audios de angustia; una guerra que se ha hecho viral, pero sobre la cual las autoridades ni siquiera han informado.

El conflicto entre pandillas de Petare ha mantenido en vilo a gran parte de los vecinos de este enorme barrio e incluso a los de urbanizaciones aledañas. La balacera se desató supuestamente por el control del barrio José Félix Ribas, uno de los más grandes y densamente poblados de América Latina. “Eso ha sido plomo corrido todos los días hasta las cuatro de la mañana”, cuenta una vecina, que pide omitir su nombre por seguridad. De acuerdo con varios residentes del lugar, Wislexis Alexander Acevedo, quien ha mantenido el control del sector desde unos cinco años y ha hecho aliados en barrios vecinos para conformar una megabanda, se ha encontrado nuevos rivales. “Aquí antes no se escuchaban tiros, ni se robaba a los vecinos. Pero ahora apareció otra banda de afuera que parece que lo quiere tumbar”, añade.

Las balaceras han comenzado al final de la tarde y se han prolongado hasta la madrugada. En la casa de esta mujer se resguardaron en una habitación del segundo piso. “Todo el que tiene techo de zinc sabe que tiene que correr para otro lado”, comenta por teléfono. Luego de la primera batalla del miércoles, en un momento de tregua, sus vecinos encontraron agujeros en techos y paredes de sus viviendas. “Hay mucho pánico y temor en la zona, hay gente que no ha podido dormir estos días y lo que a mí me preocupa y me molesta de toda esta guerra es que se agote la capacidad de resiliencia de los vecinos de este barrio que ya han aguantado mucho, que muchos se han quedado sin trabajo, que tienen que salir a cargar agua y a buscar comida. La gente no sabe lo que es pasar una cuarentena dentro de un rancho”, agrega una trabajadora comunitaria de la zona que también pide el anonimato.

La noche del sábado, en zonas residenciales de clase media como La Urbina, Lomas del Ávila y El Marqués, a tres kilómetros del barrio, también se reportaron vidrios rotos y recogieron balas. En las redes sociales corrió la advertencia de alejarse de las ventanas y resguardarse tras los muros internos de los apartamentos. Esa misma noche algunos residentes dijeron haber escuchado la explosión de tres granadas. Mucho más lejos, la topografía de paila de Caracas y el espeso silencio nocturno permitieron que las constantes detonaciones se escucharan en municipios distantes.

La Policía, señalaron varios vecinos, no había entrado al lugar hasta este domingo. Hay reportes de que la guardia militar estuvo en las entradas de los barrios en conflicto sin actuar. Según informaciones extraoficiales, han ingresado al Hospital Pérez de León algunos heridos que dejó el enfrentamiento, pero se desconoce el saldo total del conflicto, que temían que continuara este domingo porque los delincuentes corrieron la orden de aplicar un toque de queda en el barrio a partir de las dos de la tarde.

En una montaña al este de Caracas se arremolinan los más de mil barrios de Petare, en los que viven más de un millón de los casi cuatro millones de caraqueños. José Felix Ribas es el más grande, con 10 sectores. Petare es una de las comunidades en donde se registran más homicidios en el Estado de Miranda, que en 2019 se convirtió en el más violento de Venezuela con una tasa de 89 muertes por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con los datos del Observatorio Venezolano de Violencia, por encima de la media nacional de 60,3 muertes. Solo el año pasado 16.506 venezolanos fueron asesinados.

El bucle de la violencia en Venezuela ha tenido un episodio funesto esta semana. Al enfrentamiento en Petare, que ocurría mientras el Gobierno frustraba una supuesta invasión marítima con 10 mercenarios, se suma un motín en una cárcel del Estado de Portuguesa, en el occidente del país, que ha dejado 47 muertos y 75 heridos y la exhibición de armas que hicieron grupos de choque aliados al Gobierno de Nicolás Maduro, los llamados colectivos del bastión chavista del barrio 23 de Enero de Caracas. “Con pandemia y bloqueo económico seguiremos resistiendo. Instamos a la comunidad a respetar los horarios, los precios acordados y las medidas por la covid-19”, decía a través de un megáfono un hombre encapuchado rodeado de otros con armas largas en los vídeos difundidos.

El Gobierno de Maduro y las autoridades regionales no se han referido a ninguno de estos hechos. Sobre los casos, el líder de la oposición y jefe del Parlamento, Juan Guaidó, respondió en un comunicado este domingo. “Esto es un Estado fallido, un Estado criminal que promueve una política de violencia generalizada y que ampara a grupos irregulares para aumentar el control social y la represión”.

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