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Cómo escapar del barrio más peligroso del mundo Pasión Petare busca dar una alternativa a niños y jóvenes en la favela más grande y peligrosa de Caracas, la ciudad más violenta del mundo, usando el tirón del fútbol Petare es el barrio con la tasa más alta de homicidios de Caracas, la ciudad más peligrosa del mundo. La droga, los asesinatos y la pobreza son las tres características que empañan a toda una población de 500.000 vecinos en un sistema social deteriorado. Este contexto afecta sobremanera a los más jóvenes, que acaban sumidos en la delincuencia, sin educación reglada y con un alto índice de embarazos adolescentes. Pasión Petare es una iniciativa que busca solventar la situación de exclusión social infantil y juvenil a través de la popularización del fútbol, favoreciendo el crecimiento social de los jóvenes para darles una oportunidad. Utilizan el fútbol como un medio para inculcar valores y disciplina a más de 3.000 niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo social distribuidos en 24 escuelas. El deporte se usa como herramienta para combatir los tiempos de ocio, disminuir de la violencia y propiciar un proyecto de vida involucrando a la comunidad. Caracas encabeza la lista de las ciudades más peligrosas del mundo con 130 homicidios por cada 100.000 habitantes y el barrio de Petare tiene el pico más alto en cuanto a asesinatos. Muchos jóvenes ven como única salida la delincuencia como forma de supervivencia. María Gabriela Rivas, una de las responsables de Pasión Petare posa ante uno de los campos de fútbol que gestiona la organización. Gracias al compromiso de la Alcaldía de Sucre con esta iniciativa social, diversos espacios deteriorados fueron rehabilitados por el alcalde Carlos Ocariz para la creación de las escuelas de fútbol que se reparten por todo el barrio. Entrenamiento de una categoría femenina en el campo de Mesuca, Petare. "El proyecto va más allá que el desarrollo futbolístico, brinda una oportunidad a los jóvenes. Utilizamos el deporte como herramienta para salir adelante”, asegura Andrés Parra, uno de los responsables de la Fundación Pasión Petare. Un grupo de jugadoras se refresca durante un descanso en el entrenamiento. "La cancha tiene el potencial de borrar los estigmas sociales, por lo menos por un rato. Permite establecer puentes. Ni siquiera hace falta hablar el mismo idioma, basta con saberse las reglas", explica Manuel Llorens, psicólogo y miembro de la junta directiva de Pasión Petare. Algunas de las jugadoras se aferran a la portería para tomarse un respiro durante un entrenamiento. Cerca de 300 participan en el programa. “Nos brinda ilusión, formación y entretenimiento. El fútbol me ha generado confianza en mí misma, he vuelto a la escuela a continuar los estudios y quiero trabajar como médico. Antes no lo tenía muy claro y me dejaba llevar por mis amigas. Hoy muchas de ellas son madres o están embarazadas y a otra me la han matado en la calle”, explica Yaiza, de 15 años. Varios niños descansan durante un entrenamiento en una de las canchas municipales que gestiona Pasión Petare. Más de 3.000 jóvenes, de categorías entre sub 6, hasta la sub 20, son beneficiados deportiva y socialmente de este proyecto creado hace 10 años. Un entrenador pasa lista durante un descanso para merendar. “Eran habituales los casos en que los jóvenes se desmayaban durante los entrenamientos por la falta de alimentación adecuada”, indica la responsable María Gabriela Rivas. “Debido a la situación actual, muchas familias no pueden dar tres comidas al día a los muchachos y decidimos intervenir. Fue cuando lanzamos el programa Alimenta La Pasión, en el que buscamos dar a los jóvenes un plato de comida equilibrada al finalizar cada entrenamiento, ya que muchos padecen desnutrición, y de motivar tanto a los niños como a sus familias, a que sigan participando en la práctica del fútbol buscando mejor futuro para todos”. Una joven con su hijo pequeño espera la salida de su primogénito de uno de los entrenamientos. “Venezuela atraviesa una grave crisis económica que hace cuesta arriba que cualquier iniciativa en sectores populares pueda mantenerse, pero gracias al apoyo de la comunidad, los padres y la empresa privada se ha podido llevar a cabo este proyecto que busca disminuir los casos de violencia y de embarazo juvenil en la comunidad de Petare”, asegura Román Camacho, periodista venezolano. Dos niños posan en uno de los campos de fútbol de Petare. “Venezuela vive uno de los momentos más difíciles de su historia y los más afectados son los niños en situación de vulnerabilidad social en sectores populares. Buscamos crear un movimiento humanitario de solidaridad donde todas las personas, sin importar de dónde venga o cuanto pueda aportar, ayude con esta causa para el beneficio de estos niños que son el futuro de un país”, indica María Gabriela Rivas, una de las responsables de Pasión Petare. Una joven descansa junto a la portería en el campo de fútbol de Mesuca, Petare, que será la sede de las primeras clínicas de fútbol femenino que impulsa la Alcaldía del municipio Sucre. Las clínicas de fútbol tienen como objetivo inspirar a mujeres, adolescentes y niñas a involucrarse en los deportes para experimentar así los beneficios de la práctica: mejor salud, mayor autoestima y éxitos académicos, según comentan desde la Alcaldía. Una jugadora del equipo de Mesuca posa durante un entrenamiento. Con el objetivo de continuar fortaleciendo el fútbol en la comunidad de Petare, masificar su práctica para fomentar la inclusión social y lucha contra la violencia, se ha apoyado la creación de categorías femeninas, algo inédito hasta el momento en el populoso barrio.