El alzamiento que cayó en el olvido en Venezuela
La épica del momento decisivo alentada por la oposición ha dado paso a una nueva rutina de precariedad agravada por el coronavirus
La historia reciente de Venezuela va camino de convertirse en un repertorio de fechas en las que la grave crisis política y social del país queda retratada como una batalla de todo o nada. Para la oposición, intentos frustrados de acabar con el régimen. Para el Gobierno de Nicolás Maduro, cada una se convierte en una suerte de hito de la resistencia del chavismo. La madrugada del 30 de abril de 2019 Caracas amaneció en medio de una operación militar que pretendía provocar una quiebra de las Fuerzas Armadas y tumbar al sucesor de Hugo Chávez. El plan fracasó en tan solo unas horas. Y hoy, un año después, la épica del momento decisivo alentada por los dirigentes opositores ha dejado paso a una nueva rutina de precariedad agravada por la emergencia del coronavirus.
“Atención. Situación irregular en Venezuela”. Con este mensaje, difundido en Twitter cuando faltaban unos minutos para las cinco de la mañana, hora local, advertía Alberto Ravell, portavoz de Juan Guaidó, de que algo estaba a punto de suceder. Esa “situación” iba acompañada de una imagen. El jefe del poder legislativo hablaba a las cámaras a las puertas de la base militar de La Carlota. Iba escoltado por un reducido grupo de uniformados y de Leopoldo López. El líder opositor acababa de ser liberado tras pasar tres años en la cárcel y dos en arresto domiciliario. La puesta en escena, después de meses de pulso entre Guaidó y Maduro, sugería un giro inminente. Sin embargo, todo descarriló en una jornada de protestas y violencia y López buscó resguardo en la residencia de la Embajada de España.
Fueron unas horas de vértigo y confusión. La oposición atribuyó el fracaso a la traición de los dirigentes chavistas al tanto de la operación. Según varias fuentes, el propio ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno. Sí quedó probada la participación del exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), Christopher Figuera, que fue decisivo en las horas iniciales y después huyó, primero a Colombia y más tarde a Estados Unidos. En cualquier caso, el alzamiento contra Maduro no prosperó porque los mandos militares, que el año pasado sufrieron un goteo de deserciones, se mantuvieron fieles al Gobierno.
A pesar de ello, Guaidó sigue insistiendo hoy en el malestar instalado en los cuarteles y tanto su discurso como el de la Administración de Donald Trump o el del Gobierno colombiano, sus principales valedores, apuntan a un inevitable cambio de régimen. “Hoy la Fuerza Armada no es el monstruo domesticado que la dictadura pretendió y hasta hace unos meses creía”, manifestó este jueves en las redes sociales. “Hoy las fracturas internas se agravan con el hambre y la falta de gasolina. Hoy el miedo persigue a los usurpadores, porque ya no confían ni en su sombra”, mantuvo. En las filas opositoras, se niegan a considerar un fracaso absoluto lo que sucedió el 30 de abril. Su argumento es que fue un paso más que consiguió agrietar al régimen. Después de esos acontecimientos, hubo un ensayo de diálogo en Barbados bajo el auspicio de Noruega. Ese intento también naufragó. El pasado enero, el chavismo se valió de un sector de la oposición para tratar de desalojar a Guaidó de la presidencia de la Asamblea Nacional, aunque antes de que estallara la crisis sanitaria de la covid-19 se produjeron unos contactos entre las partes que abrieron la puerta al comienzo de un proceso electoral.
El coronavirus ahondó una vez más la brecha, evidenciando el colapso por el que atraviesa el país. En Venezuela apenas queda combustible en las gasolineras, el sistema de salud está gravemente deteriorado desde hace años. La férrea cuarentena amenaza con condenar a la miseria a millones de personas cuyos escasos ingresos dependen de la economía informal. Y el Gobierno terminó de cuadrar el círculo pidiendo ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), un organismo que el chavismo siempre había rechazado, y esta semana se dirigió a Naciones Unidas para solicitar que interceda para desbloquear los fondos congelados en el extranjero. Por ejemplo, el oro depositado en el Banco de Inglaterra.
Con todo, Maduro sigue manteniendo el control de los engranajes del Estado, pese a que Guaidó cuente todavía con el reconocimiento como presidente interino de más de 50 países. “Hace un año, el pueblo movilizado con su temple y gran nivel de conciencia, junto a la FANB [Fuerza Armada Nacional Bolivariana], derrotó la escaramuza golpista que pretendió llenar de violencia al país. La ultraderecha fracasó y fracasará siempre en sus intentos de someter la patria a los intereses imperiales”, afirmó. Y Diosdado Cabello, número dos del chavismo, llegó a movilizar a un grupo de militares y un tanque para protagonizar una parodia del levantamiento desde el mismo escenario. Mientras tanto, la ruptura de las fuerzas armadas es aún hoy la principal apuesta de la oposición para forzar un cambio en Venezuela.
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