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Un cambio de criterio durante la pandemia: cómo cuenta Francia los casos de coronavirus

Al incluir los datos de las residencias, el país empezó a tener una mejor perspectiva del virus

Marie Coussin (Le Figaro) FIG Data
Una mujer, tras haber sido testada por covid-19, en una residencia en Bergheim, en el este de Francia, el pasado martes.
Una mujer, tras haber sido testada por covid-19, en una residencia en Bergheim, en el este de Francia, el pasado martes.Jean-Francois Badias (AP)

En Francia, el comunicado de las 19:30 se ha convertido en el nuevo telediario. La población espera con inquietud cada tarde las cifras de nuevos positivos confirmados y de fallecidos por la covid-19 que anuncia la Agencia Nacional de Salud Pública. Esos datos son ampliamente analizados, difundidos y diseccionados durante las horas siguientes y quedarán obsoletos en menos de 24 horas. Con un tercio de la población mundial confinada, sería imposible imaginar no estar informados sobre la propagación en tiempo real de la epidemia. Esta preocupación tiene menos de un siglo, ya que fue durante la Primera Guerra Mundial, ante el muy elevado número de fallecidos, cuando los Gobiernos empezaron a hacer recuentos precisos.

Cien años más tarde, las estadísticas se han convertido en una herramienta imprescindible para la sociedad, sobre todo en períodos de incertidumbre. El gran éxito del mapa en tiempo real de la epidemia de la Universidad Johns Hopkins es una prueba de ello. La necesidad de cuantificar y evaluar los efectos de la covid-19 parece aún más imperativa cuando el enemigo es invisible y su propagación parece incontrolable. Seguir en tiempo real la curva de contagios es una forma de volver a tomar el control. Las estadísticas se han convertido en un valor refugio.

Como cualquier acción humana, las estadísticas no son infalibles. Se llevan a cabo en un instante concreto, siguiendo una metodología específica y a menudo se utilizan con una perspectiva distinta de la concebida inicialmente. Se trabaja para conseguir adaptar realidades complejas a moldes muy concretos y por eso sus resultados pueden ser imprecisos. Francia, por ejemplo, cambió de criterio en medio de la pandemia y la cifra de muertos aumentó en más de mil personas de un día para el otro. Fue el pasado día 6 de abril, al comenzar a incluir en el recuento de fallecidos los centros de dependencia y residencias de ancianos.

Parte de esta dificultad se debe a la propia naturaleza del virus, ya que no afecta a todas las personas de la misma forma. Algunos no desarrollan ningún síntoma, otros los superarán sin tener que medicarse, mientras que una parte importante experimentará problemas graves. Entonces, ¿cuándo se considera que una persona está infectada?

El número de positivos de la covid-19 publicado cada tarde por la Agencia Nacional de Salud Pública francesa se enfrenta a este problema. Para ser contabilizado como contagiado se debe haber dado positivo en un test, al igual que en España. A pesar de que Francia ha intentado hacer test masivos, estos se reservan principalmente para las personas con más riesgos, como los sanitarios o los pacientes que ya presentan síntomas graves.

Por lo tanto, esta es solo una mínima parte de la población, ya que no se toma en cuenta la cantidad de portadores sanos. El número real de personas infectadas por coronavirus en Francia puede ser hasta dos, tres, diez, 20 o 50 veces superior a las cifras publicadas. La Agencia Nacional de Salud Pública de Francia señala en su web que “a causa de la dificultad que supone la identificación y confirmación biológica del conjunto de casos de covid-19, los datos publicados subestiman el número real de casos".

Un país, un criterio

La cuestión crucial del método de diagnóstico hace imposible toda comparación fiable entre distintos países. Cada Gobierno tiene su política propia: Corea del Sur hace tests a diestro y siniestro; Alemania, tras una fase de pruebas preventivas y masivas, recomienda hacer pruebas solo a las personas que presenten síntomas de gripe; algunas comunidades de España siguen el estado de los enfermos por teléfono debido a la imposibilidad de hacer pruebas a todo el mundo. Además, las cifras no se contabilizan, recopilan ni corrigen de la misma manera. La evaluación de esta pandemia planetaria se enfrenta al obstáculo que suponen los distintos métodos de cada país, que explicarían las enormes diferencias en el número de casos diagnosticados.

La suma de los datos es en sí misma un desafío sin igual. La web Coronavirus App se esfuerza en contabilizar las últimas cifras de cada país afectado y ofrece una visión general, precisando que “los países publican sus datos en diferentes momentos del día, sin tener en cuenta los distintos husos horarios; algunos países difunden sus estadísticas en momentos precisos mientras que otros los anuncian a lo largo del día; asimismo, puede haber un retraso sustancial entre el momento en el que el país termina de contabilizar y el momento de publicación de las cifras. En Francia, por ejemplo, las cifras anunciadas a las 19:00 son aquellas contabilizadas hasta las 14:00 del mismo día.” Que cada lugar haya desarrollado su propia metodología explica las diferentes estimaciones.


El número de fallecimientos podría considerarse un indicador más fiable. Pero está también muy fragmentado: en Francia, al comienzo, solo se contabilizaban los fallecimientos de los pacientes positivos en coronavirus que estaban hospitalizados. Las personas fallecidas a causa del virus en sus casas, residencias o antes de haber dado positivo en una prueba se excluían. Este criterio cambió el 6 de abril, incluyendo en el recuento los centros de dependencia y residencias de ancianos en el recuento de fallecidos. Contando también ahí los llamados EHPAD (siglas en francés de los centros de acogida para personas mayores dependientes, en francés), que unirían a estos dos tipos de población. De un día para el otro, la estadística subió en casi mil nuevos fallecidos.

Ante todas estas dificultades, la tentación de desistir puede aparecer. Sin embargo, aunque sean incompletas y estén limitadas, las estadísticas son de todas formas una fuente de conocimiento y comprensión indispensable. Su uso es necesario siempre y cuando se respeten ciertas condiciones: los límites de las cifras y las metodologías llevadas a cabo deben mostrarse de manera transparente a los lectores.

Con estas premisas, las estadísticas se deben utilizar para ilustrar la información y poner en contexto, no como barómetros absolutos. Aunque no es posible ofrecer una contabilización fiable y precisa del número de personas infectadas, sí pueden servir para estimar la magnitud de la situación y evaluar la trayectoria del país.

Este artículo pertenece al proyecto europeo SONAR

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