El nuevo líder laborista aumenta la presión sobre Johnson
Keir Starmer exige al Gobierno del Reino Unido que explique su estrategia de salida de la crisis sanitaria
El nuevo líder laborista en el Reino Unido, Keir Starmer ha medido hasta el momento su nuevo papel como líder de la oposición. Elegido para sustituir al veterano Jeremy Corbyn en medio de la mayor crisis sanitaria y económica en décadas, sus primeras palabras fueron para ofrecer respaldo al Gobierno de Boris Johnson. Más recuperado el primer ministro de la covid-19 tras salir del hospital, Starmer ha comenzado a ejercer presión sobre Downing Street. “Necesitamos una estrategia de salida, y necesitamos que el Gobierno comience a diseñarla ya”, ha escrito al ministro de Exteriores, Dominic Raab, quien ejerce de primer ministro interino mientras Johnson recupera fuerzas. El Ejecutivo británico sabe que tiene por delante varias semanas duras, y no quiere hablar de una futura desescalada que rebaje la tensión exigida actualmente a los ciudadanos.
El líder laborista anticipa casi al principio de su carta que la oposición respaldará la intención del Gobierno de prolongar el confinamiento domiciliario hasta el próximo 7 de mayo, como ya apoyó el primer paquete de medidas extraordinarias que Johnson puso en marcha. Pero exige a los ministros un ejercicio de transparencia sobre sus planes futuros inmediatos. “Se ha argumentado que no es el momento para hablar de esto”, señala Starmer. “Discrepo profundamente. Para superar esta crisis [el Gobierno] va a necesitar que la ciudadanía británica le respalde. Millones de personas han cumplido con su parte y superado las expectativas del Ejecutivo sobre su verdadera voluntad de realizar sacrificios (...) El Gobierno tiene que ser ahora abierto y transparente con ellos respecto a cuándo cree que podrá relajarse el confinamiento y cuándo llegará a su fin”.
Starmer juega sobre seguro. Se limita a exigir información, y condiciona su apoyo a que el Partido Laborista considere adecuados los planes del Gobierno. Es consciente de la tensión existente en estos momentos en el seno de Downing Street. El hundimiento de la economía británica excede las peores previsiones, y son varios los ministros, con el de Economía, Rishi Sunak, a la cabeza, los que presionan ya para que las medidas de confinamiento comiencen a levantarse en mayo. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, en sus siglas en inglés), un organismo independiente de revisión de las cuentas públicas, ha anunciado un descenso del 35% del PIB británico en el actual trimestre, y más de dos millones de nuevos parados por culpa del coronavirus. Frente a este bloque en el seno del Gobierno se sitúan el ministro de Sanidad, Matt Hancock, o el jefe de Gabinete de Johnson (cargo ministerial similar al Ministerio de la Presidencia español), Michael Gove, que consideran que cualquier decisión política sobre la pandemia debe seguir las indicaciones del Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE), con el que mantienen reuniones diarias. “Es demasiado pronto para hacer cualquier cambio: el mensaje a la ciudadanía debe centrarse en exigir a todos que cumplan su parte y se queden en casa”, aseguraba Hancock este miércoles.
Difícilmente podrán surgir discrepancias entre Gobierno y oposición respecto a la necesidad de incrementar el gasto público como respuesta a la situación de emergencia. El ministro Sunak anunció desde el principio de la crisis un paquete de más de 450.000 millones de euros en créditos a las empresas, y más de 30.000 millones en subvenciones directas. Es en la desigualdad que puede surgir en la sociedad británica a medida que crezcan las consecuencias negativas de la pandemia donde Starmer ha querido marcar la línea de la oposición. “El confinamiento no está afectando a la gente del mismo modo. De hecho, está exacerbando las desigualdades ya existentes en nuestro país”, afirma en su carta. “Una familia que viva en un apartamento ya de por sí desbordado se enfrenta a desafíos muy particulares. Y resulta difícil imaginar el horror diario de quien esté atrapado en su hogar con un abusador. El Gobierno tiene el deber de hacer todo lo que esté en sus manos para aliviar estas presiones sobre la ciudadanía”.
Incide Starmer en esa desigualdad al señalar, en algunas de las múltiples entrevistas que ha comenzado a conceder a los medios para hacer que se oiga la voz de la oposición, la desventaja en la que se verán en un futuro inmediato los alumnos de hogares más desfavorecidos mientras los colegios estén cerrados. “Cuanto más tiempo permanezcan sin abrir, mayor será la distancia entre aquellos niños que pueden recibir en casa una buena educación [a través de sus padres o de una ayuda extra] y los que no la reciban”, ha dicho en la BBC. La reapertura de las escuelas, junto a la necesidad de realizar test masivos a la población, son para Starmer dos de la principales prioridades.
El nuevo líder laborista obtuvo a principios de abril un respaldo mayoritario de las bases del partido (56%) frente a sus dos rivales en la lucha por sustituir a Corbyn, pero no pudo disfrutar de la habitual atención que los medios hubieran dedicado a su elección en circunstancias normales. En medio de una crisis que nadie pudo prever, se vio obligado a ocupar la mínima ventana de atención que tuvo con un llamamiento a la responsabilidad. Solo ahora, con cierta prudencia, se ha atrevido a señalar que el Gobierno reaccionó tarde a la crisis y a exigir que no se repitan errores.
Starmer ha usado hasta ahora una estrategia respetada por sus rivales conservadores. No ha caído en la descalificación sin más, y ha exigido más bien al Gobierno tareas concretas que nadie podría poner en cuestión. En primer lugar, establecer con claridad cuáles son los criterios que utilizará Downing Street para definir cómo y cuando comenzará a impulsar una estrategia de salida. A continuación, publicar en una semana esa estrategia para que la Cámara de los Comunes pueda debatirla cuando reanude sus sesiones. Y en tercer lugar, señalar con detalle aquellos sectores de la economía y servicios públicos esenciales que considera más proclives a recuperar su actividad habitual. Así como un “plan para proteger a trabajadores y familias”, añade el líder laborista. Además solicita “una memoria del impacto económico que tendrán todas estas medidas y un balance de todos los esquemas de apoyo ya puestos en marcha por el Gobierno”. Starmer se ofrece a negociar todos estos puntos con Downing Street lo antes posible, en el formato de reunión que elija el Gobierno.
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