Venezuela vive su primer ‘Black Friday’ como salvavidas al comercio
Los centros comerciales idearon la jornada para darle un aliento al sector que más ha sufrido el deterioro de la economía
Venezuela ha vivido muchos viernes negros, de esos en los el valor de las monedas se desploma. También puede decirse que vive uno continuado en los últimos cinco años en los que la economía se ha reducido a la mitad. Pero este último viernes de noviembre, de forma masiva los centros comerciales y grandes tiendas de electrodomésticos y repuestos se sumaron a la tradición estadounidense del Black Friday para ofrecer rebajas y atraer el consumo, en un intento de lanzar un salvavidas a los comerciantes en medio de la profunda crisis económica, política y social que vive el país sudamericano.
Silvia Alfonzo se pasó el día en el centro comercial Sambil, uno de los más grandes de Caracas. “Lo de la comida fue buenísimo, la feria estuvo full, aproveché para comer sushi, dos por uno. También me compré un par de zapatos en 24 dólares, pero no le hicieron ninguna rebaja porque días antes vine a chequear a los precios y siguieron igual”, dijo la estudiante de 24 años mientras hacía cola para tomar un taxi en la entrada del lugar. “Me parece que esto estuvo bien porque la gente salió y se distrajo un poco, aunque los precios eran los mismos”.
Por un día el centro comercial fue un déja vú de navidades pasadas en Venezuela, aunque con sus particularidades. Había embotellamiento vehícular, colas otra vez, pero para entrar a tiendas de ropa y zapatos, y el dólar circuló sin pudor en un país que durante 15 años se ejerció un control cambiario en el que manejarse en divisa extranjera sin autorización del Gobierno era delito y también era el Gobierno el que fijaba los precios de los productos.
La economía venezolana vive en los últimos meses una especie de liberación de ciertos controles, obligada por el régimen de Nicolás Maduro como una válvula de escape a la asfixia que han supuesto las sanciones económicas internacionales. El propio líder chavista que por años acusó al dólar de ser una “moneda criminal” y amenazó con pulverizarlo, semanas atrás dijo que veía muy bien la dolarización del país. El salario mínimo, sin embargo, lo mantiene en el equivalente a 4 dólares mensuales.
La postal del país que vivió una revolución socialista con una economía totalmente centralizada y ahora camina la senda del libre mercado es ilusoria. La hiperinflación, que alcanzó más de 1 millón por cierto y este 2019 cerrará en 200.000% según el FMI, y la migración venezolana, que ha creado una economía de remesas a partir de los 4,2 millones de venezolanos que viven fuera de su país, son las que han empujado al dólar como moneda de intercambio para 50% de las transacciones que se hacen en Venezuela, pero apenas 15% recibe ingresos regulares en divisas y 35% ocasionalmente, según la firma Econométrica, lo que abre aún más la brecha de desigualdad.
Joey González, de 20 años, es vendedora desde hace un año en una tienda de ropa en el Sambil. La noche del viernes se sentía satisfecha por haber hecho más de 10 ventas en el Black Friday, algo que hace meses no pasaba. Aprovechó los ingresos extra para comprarse una franela en rebaja. Liseidys Griman estaba agotada por la intensa jornada en una tienda de pantalones. Solo ofrecieron 10% de descuento —aunque se publicitaban “descuentos de locura”—, pero varias estanterías quedaron vacías. Rosalba Rincón, encargada de la línea de taxis del centro comercial, también dijo estar contenta. “Tenemos 60 coches y solo estábamos haciendo 4 viajes diarios. Hoy no hemos parado y hemos tenido una gran cantidad de destinos inesperados en la periferia de la ciudad, así que vino mucha gente de afuera de Caracas a aprovechar el Black Friday”.
No todos los que entraron al trote al centro comercial eran compradores sino curiosos. Y no todos los comerciantes se sumaron a la iniciativa impulsada por la Cámara Venezolana de Centros Comerciales, por falta de inventario para una jornada que prometía extenderse hasta la medianoche o por la imposibilidad de hacer rebajas significativas que no afectaran su estructura de costos de negocios basados en la importación, pues el sector productivo del país está en el suelo.
Gran parte de las tiendas comenzaron a cerrar a las 8 de la tarde y a esa hora por la cuadra entre el Sambil y la estación del Metro Chacao, que alguna vez fue la más transitada de toda Venezuela, cruzaba un tropel apurado con sus bolsas para llegar a salvo a casa, un desafío en una de las ciudades más inseguras de la región, luego de revivir por unas horas una normalidad ya perdida.
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