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Las sanciones económicas de EE UU dificultan a Venezuela el acceso a nuevo efectivo

Son las primeras que no van dirigidas a individuos específicos de la jerarquía chavista

Una gasolinera de Pdvsa en Caracas.
Una gasolinera de Pdvsa en Caracas.MIGUEL GUTIERREZ (EFE)

Las sanciones adoptadas este viernes por el Gobierno de Donald Trump contra Venezuela, las primeras que no van dirigidas a individuos específicos de la jerarquía chavista, equivalen a aplicar un torniquete al flujo de dinero fresco para las exhaustas arcas públicas de Caracas.

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El propio presidente venezolano, Nicolás Maduro, durante una alocución televisada, buscó resumir así los efectos de las medidas tomadas por Estados Unidos: Trump habría decretado –según Maduro– "el cierre de Citgo" y el default de Venezuela frente a acreedores internacionales.

Las sanciones, contundentes, todavía así tienen diseño quirúrgico para posponer el uso del recurso de retaliación definitivo en manos de Estados Unidos –un embargo de las importaciones de petróleo venezolano– y conservar margen de acción. Con todo, van a la yugular de la financiación de Venezuela. En particular, impiden que la filial en Estados Unidos de la petrolera estatal Pdvsa, Citgo, pueda enviar dividendos a Caracas.

Citgo es una marca predominante en el mercado de los hidrocarburos de la Costa Este de Estados Unidos. Con seis refinadoras y miles de estaciones de gasolina, fue adquirida en los años 90 por Venezuela, que entonces apostó a esa transacción como una manera estratégica de asegurar una participación de los crudos pesados locales en el mayor mercado del planeta.

Desde que su Gobierno enfrenta dificultades de caja, casi desde su inicio, se ha especulado con un supuesto interés de Maduro por vender la empresa, entera o por partes, para cubrir sus déficits de divisas en efectivo. Pero lo cierto es que Citgo, bien con sus dividendos anuales, o bien con empréstitos otorgados con garantía sobre sus activos, viene aportando parte de los fondos que sacan de apuros al régimen chavista. Recientemente trascendió que un préstamo por 1.500 millones de dólares otorgado en 2016 a Pdvsa por la rusa Rosneft concedió a esta el control de algo más del 49% de las acciones de Citgo.

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Otro golpe bajo la línea de flotación de las ya escoradas finanzas públicas de Caracas ha sido el propinado por la prohibición de realizar transacciones en Estados Unidos con bonos venezolanos de nueva deuda, sean de Pdvsa, de la República o papeles del Banco Central. La medida dificulta cualquier esfuerzo por reestructurar la abultada deuda externa, contraída por el régimen durante el boom petrolero que duró hasta 2012. Maduro admitió el viernes por la noche que, en los últimos 24 meses, debió pagar "con mucho dolor" 65.000 millones de dólares para cancelar compromisos externos.

El Gobierno de Maduro se ha empeñado en comportarse como un pagadero confiable en los mercados financieros internacionales, un esfuerzo que sin embargo ha costado a los ciudadanos el tener que lidiar con la escasez crónica de alimentos y medicinas, entre muchos otros rubros de consumo básico. A la caída deliberada de las importaciones la han acompañado los impagos a proveedores internacionales de insumos, o a las aerolíneas extranjeras y empresas trasnacionales que intentan repatriar como divisas sus dividendos obtenidos en bolívares, la moneda local. En contraste con ese default informal, el chavismo se impuso el punto de honor de conservar el crédito internacional, última línea de oxígeno para sus cuentas.

Ese intento, coronado hasta ahora con éxito, puede descarrilar por las sanciones de Trump. Parece difícil que nadie acepte unos papeles venezolanos –si el país suramericano estuviera en condiciones de emitirlos– que no se pueden comerciar en el sistema financiero y de valores de Estados Unidos. Por ejemplo, las sanciones puede tener un efecto inmediato en la operación de intercambio de papeles que China, un estrecho aliado de Caracas, se preparaba para aliviar al atribulado Gobierno de Maduro. De acuerdo con diversos trascendidos, Pekín se disponía a comprar en mercados bursátiles internacionales deuda venezolana de próximo vencimiento (hasta 2022) para trocarla luego por papeles de la República Bolivariana fechados en 2036. Pero ahora los chinos pueden resultar disuadidos por las sanciones de quedarse con unos papeles que quizás no puedan hacer líquidos durante una buena temporada.

"Trump le quemó en las manos a los inversionistas norteamericanos los papeles venezolanos que tienen", dijo Maduro al hacer notar que 62% de los bonos circulantes emitidos por Venezuela estarían en poder de personas e instituciones de Estados Unidos.

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