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Cómo fue hallado el escondrijo de Al Bagdadi

El líder del ISIS cambiaba de residencia constantemente, pero la derrota de su grupo en el este de Siria le hizo emprender un viaje que acabó por dejarle al descubierto

Captura de vídeo que muestra el asalto de fuerzas especiales de EEUU a la casa de Al Bagdadi, el 26 de octubre. En vídeo, los vídeos del ataque a Al Bagdadi difundidos por el Pentágono.Vídeo: REUTERS | EPV
Óscar Gutiérrez Garrido

Quizá no fuera ese el plan, había otras opciones y lugares previstos para matarlo, pero quiso la suerte de la guerra que el iraquí Abubaker al Bagdadi, de 48 años, muriera el pasado 27 de octubre en Barisha, a una docena de kilómetros del paso de Bab al Hawa, la primera puerta que usó allá por 2012 el grupo que lideraba, el Estado Islámico (ISIS, por sus antiguas siglas en inglés), para penetrar en Siria y establecer una autopista de entrada a yihadistas. Mucho ha cambiado ese pedazo de frontera entre Siria y Turquía. Ya no es tierra fértil para el ISIS. ¿Qué hacía escondido allí Al Bagdadi? En el área había además una fuerte presencia de hombres de Hurras al Din, un grupo armado poco amigo del ISIS. ¿Por qué acabó el que llamaban califa refugiado en casa de uno de los líderes de esta organización? Los documentos que recogieron las fuerzas especiales norteamericanas tras su muerte guardarán sin duda el secreto, pero los relatos de kurdos e iraquíes empiezan a trazar una huida que sitúa al líder terrorista en la zona al menos desde mediados de año y en la misma casa durante el último mes antes de ser cazado.

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El comandante kurdo Polat Can, miembro de la milicia YPG, aliada de Estados Unidos en los últimos años de combate al ISIS, ha detallado de forma pública cómo ya desde el pasado 15 de mayo habían venido trabajando con la CIA en el seguimiento de cerca de Al Bagdadi. Según este mando kurdo, que combina el frente con la escritura, "sus propias fuentes" lograron confirmar que Al Bagdadi se había trasladado desde Al Dashisha, en Deir al Zor, en el este, a Idlib, en el oeste. Es decir, el hombre más buscado por Washington había atravesado el país de lado a lado, cruzando zonas controladas por grupos armados, ninguno aliado de los yihadistas. Posiblemente lo hiciera de forma escalonada y la caída el pasado mes de marzo de Baghuz, la última plaza importante del califato en el este, le empujara hacia la otra esquina del país. Contactado por este diario, Polat Can confirma este extremo: “Al Dashisha era una parada en el camino para dirigirse hacia otra área. Su destino planeado era Idlib”. Al Dashisha cayó en manos kurdas en el verano de 2018, pero Al Bagdadi no emprendería definitivamente su camino hacia la franja occidental hasta marzo de este año, según la información obtenida por la milicia kurda.

Cómo lo hizo es aún una incógnita. Sobre la manera en que viajaba hay muchos rumores y pocos testimonios, estos sonsacados a miembros destacados del grupo hoy entre rejas. Uno de estos es el yihadista iraquí Ismail al Ethawi, condenado a pena de muerte en Irak y que ofreció una muy valiosa información en febrero de 2018, recogida por The New York Times y Reuters. Con los ojos cubiertos y sin aparatos electrónicos, llevado en secreto, este miembro del ISIS logró verse con Al Bagdadi en mayo de 2017. Su testimonio, según la versión de los iraquíes, ha sido también clave para cazar al califa.

“Logramos infiltrar un agente secreto dentro del ISIS y le asistimos para que se ganara la confianza de Al Bagdadi”, continúa en su relato el mando kurdo Polat Can. El líder del grupo terrorista sirio-iraquí no se fiaba de nadie, era muy “prudente”, cambiaba de residencia con un puñado de compinches con frecuencia. Aún así, los kurdos lograron acercarse a él y reenviar toda la información recabada a la CIA. “Permaneció en su última casa durante más de un mes, quizá encontró el lugar perfecto; estaba fuera de la vista, cerca de la frontera con Turquía y rodeado de algunos elementos terroristas afiliados al ISIS”. Ese agente secreto kurdo fue el que hizo llegar a los estadounidenses ropa interior del objetivo para que contrastaran el ADN con el archivado por el Ejército norteamericano de los tiempos de Al Bagdadi como preso en el penal de Camp Bucca, en el sur de Irak. “El trabajo [de infiltración]”, prosigue Polat Can, “fue secreto y pocos fueron involucrados”.

A mediados de este año se comenzó a estrechar el cerco a Al Bagdadi en la vasta provincia de Idlib. Pero no solo lo hicieron kurdos y estadounidenses. El grupo armado Hayat Tahrir al Sham, enraizado en Al Qaeda en Siria, enemigo hoy del ISIS, detuvo a algún lugarteniente del califa en un intento de darle caza tras obtener información de que este pululaba por Idlib. Esta provincia, última trinchera de la guerra siria, es tierra minada de milicias, aliadas hoy y enemigas mañana, y fue ahí donde Al Bagdadi encontró un lugar fuera del radar.

Tan solo unas horas después de que el líder del ISIS detonara su cinturón de explosivos, llegó a Barisha Bilal Abdul Kareem, un ciudadano estadounidense convertido al islam y afanado en los últimos años en informar desde zona insurgente. Este diario ha estado en contacto con Abdul Kareem. Según pudo confirmar de vecinos de la casa en la que residió Al Bagdadi, esta era hogar de Abu Mohamed Salama, también conocido como Abu Mohamed Halabi, comandante de Hurras al Din, otra milicia en la esfera de Al Qaeda y poco aliada del ISIS. Sin embargo, documentos analizados por el experto británico Aymenn Jawad al Tamimi dan muestra de una posible brecha de desafectos o simpatizantes de este último grupo hacia el ISIS y por ahí se pudo colar Al Bagdadi hasta la cocina, casi literalmente.

El anfitrión de Al Bagdadi, según testimonios de residentes de Barisha recogidos estos días por la prensa, llegó hace unos tres años a esa casa, aún en construcción. Efectivamente, analizada una muestra de imágenes satelitales de la zona, la casa arrasada por los caza F15 estadounidenses fue terminada poco antes de mediados de 2018. Barisha, de apenas un millar de personas antes de la guerra civil, ha sido refugio de miles de desplazados por la violencia llegados de Hama, Homs… Un totum revolutum demográfico idóneo para pasar desapercibido. Aunque no era la última baza del hombre más buscado del planeta. Según revela Polat Can, Al Bagdadi había hecho ya las maletas para viajar hacia el norte, a la localidad fronteriza de Jarablus, donde el que fuera su portavoz, Abu Hasan al Muhajir, le había encontrado un nuevo escondrijo. “La nueva casa estaba lista. Parece que Al Bagdadi quería estar cerca de lugares tan críticos como Kobane o Tel Abyad [objetivos de la última operación de fuerzas turcas]”. El riesgo de que cruzara a Turquía era grande, no obstante. Cayó en la madrugada del 27 de octubre. Unas horas después del ataque en Barisha, Al Muhajir fue abatido por misiles norteamericanos precisamente cerca de Jarablus.

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Sobre la firma

Óscar Gutiérrez Garrido
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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