El ultra austriaco Strache se retira de la política envuelto en sospechas de corrupción
El partido suspende al exlíder, investigado por malversación y protagonista del escándalo que ha hundido al partido en las elecciones del pasado domingo
El exlíder del partido ultraderechista austriaco FPÖ Heinz-Christian Strache se retira de la política. Al menos así lo ha anunciado este martes en una comparecencia sin preguntas ante los medios de comunicación en Viena, en la que ha comunicado que deja en suspenso su militancia en la formación mientras se investigan acusaciones contra él de malversación de dinero de la formación y no aspirará a ningún cargo político. Strache se ha adelantado así a la decisión de la dirección de los ultranacionalistas, cuyos dirigentes habían marcado distancias con él y barajado desde hace días incluso la expulsión del que fuera su dirigente máximo durante casi tres lustros. De momento, el FPÖ ha suspendido esta tarde a Strache, según medios austriacos.
El político, de 50 años, llevó al partido a lo más alto con un 26% de los votos en las elecciones de 2017 y se convirtió en vicecanciller del Gobierno de coalición impulsado por el conservador Sebastian Kurz. En mayo pasado, se vio obligado a dimitir tras la publicación de un vídeo grabado dos años antes con cámara oculta en una casa en Ibiza, en el que ofrecía contratos públicos a una falsa oligarca rusa y vías de financiación ilegal al FPÖ. El asunto le costó al partido la participación en el Gobierno al romper Kurz la coalición.
Una semana antes de las elecciones generales que el domingo pasado ganó con rotundidad el democristiano con un 37,2% y hundió a la ultraderecha hasta el 16% (diez puntos menos) saltó un nuevo escándalo, al detener la policía para un interrogatorio a un exguardaespaldas de Strache. Surgieron entonces imputaciones de que había cargado durante años indebidamente gastos personales al FPÖ y que el partido le pagaba parte del alquiler de su vivienda y sustanciosas dietas. Detalles de una vida de lujo terminaron de desbaratar la imagen del político preocupado por el ciudadano de a pie y que pregonaba la limpieza del partido y contribuyeron al batacazo electoral del FPÖ, que confiaba en que el caso Ibiza le pasara una factura asumible.
Strache se ha presentado de nuevo como una víctima de conspiraciones contra él y ha asegurado que ahora se centrará en su familia y en su defensa para esclarecer los procedimientos judiciales que le afectan. “Me disculpo ante los militantes a los que haya podido defraudar”, ha afirmado antes de enfatizar que pretende evitar “a cualquier precio una división” del partido al que ha dedicado su carrera política.
Durante los últimos meses, Strache había dejado en el aire la posibilidad de presentarse el año próximo en las elecciones municipales de Viena y por el partido corrían rumores, según medios austriacos, de que podía barajar una lista propia separada del FPÖ, donde sigue teniendo muchos seguidores.
“No aspiro a ningún cargo político”, ha asegurado Strache, que sostiene que todas las acusaciones contra él son falsas.
De nuevo, el paso por el poder de los nacionalpopulistas ha dejado un reguero de escándalos y ha sumido a la formación en la crisis interna y pérdida de electores. Ya fue el caso cuando el partido democristiano (ÖVP) formó coalición con ellos entre 2000 y 2006 y salió escindido.
Técnico dental de formación, Strache llegó precisamente a la presidencia de su partido en 2005 cuando su entonces líder, Jörg Haider (fallecido en accidente de coche en 2008), fundó una nueva formación populista de derechas, dejando atrás después de radicalizarlo durante años al núcleo más duro y nacionalista del FPÖ.
Strache, que entonces era líder regional en Viena, asumió las riendas del partido y ha cosechado desde entonces un éxito electoral detrás de otra hasta el punto de acariciar la presidencia de Austria con Norbert Hofer, el nuevo líder, de candidato frente al actual jefe del Estado, el progresista y exportavoz de Los Verdes Alexander Van der Bellen.
En el centro de su discurso y programa ha estado siempre el lema de “Austria primero”, las raíces cristianas frente a migrantes y refugiados musulmanes. La crisis migratoria de 2015 supuso la gran oportunidad de la extrema derecha de llevar sus tesis al Gobierno de Kurz, que ha aplicado una política restrictiva y de freno a la inmigración en la que el FPÖ ha atraído el escándalo una y otra vez con comentarios xenófobos y antisemitas de sus seguidores y algunos cargos del partido.
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