El Estado holandés es parcialmente responsable de la muerte de 350 bosnios musulmanes en Srebrenica
El Tribunal Supremo cifra en un 10% la responsabilidad oficial en la deportación, que terminó en asesinato, de los refugiados en el recinto militar de los 'cascos azules'
El Tribunal Supremo holandés ha reducido este viernes a un 10% el grado de responsabilidad del Estado en la muerte de los 350 varones musulmanes bosnios que se concentraron en 1995 en el recinto militar de los cascos azules de Holanda, abierto en la ciudad bosnia de Potocari. Las víctimas acudieron allí tras la caída de Srebrenica, la localidad vecina, en manos de las tropas serbobosnias, y el batallón de holandeses “debió haber ofrecido a los refugiados la opción de permanecer en el recinto”. Los soldados del exgeneral serbobosnio Ratko Mladic perpetraron poco después un genocidio aniquilando, en conjunto, a más de 8.000 hombres, ancianos y niños. En 2017, la Corte de Apelación de La Haya declaró responsable en un 30% al Estado por la suerte de las víctimas, evacuadas bajo supervisión de los soldados holandeses. El ciclo legal de Srebrenica culmina así en Holanda, y los familiares de las víctimas pueden acudir ahora al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
A pesar de la rebaja hasta un 10%, el Supremo ha fijado un grado concreto de responsabilidad contra un Estado involucrado en una misión de paz auspiciada por la ONU. La sentencia indica claramente que los miembros del Dutchbat (Batallón Holandés) de cascos azules “negaron a las 350 víctimas la oportunidad de evitar a los soldados serbobosnios; una posibilidad escasa, pero no desdeñable”. Por lo tanto, “el Estado deberá indemnizar a los familiares de los fallecidos en la proporción del 10% de lo establecido”. Los porcentajes no califican el valor de la vida de los civiles asesinados, puesto que el fallo reconoce que “las fuerzas serbobosnias debieron descubrir que había varones musulmanes bosnios huidos en el complejo ocupado por el Dutchbat, y sus miembros carecían de los medios para evitar el arresto”. Los holandeses no portaban armas del calibre de los serbobosnios, cargados con equipamiento pesado, subraya el fallo.
Varias madres, esposas e hijas de los fallecidos, reunidas en la asociación Madres de Srebrenica, han asistido a la lectura del fallo, que no les ha convencido. Sostienen que los cascos azules “pudieron haber salvado vidas”, de haberse opuesto a la entrega de los refugiados. Kada Hotic, de 75 años, ha calificado de “vergüenza” el hecho de que el tribunal no contara con traductores simultáneos para poder seguir la jornada, y de “insulto a todos los familiares bosnios”, la decisión judicial. Munira Subasic, la portavoz más conocida del grupo, de 72 años, ha sido más dura aún. “Nunca olvidaremos lo ocurrido y nunca perdonaremos a Holanda”, ha afirmado. Por su parte, los abogados de los supervivientes han mostrado su sorpresa ante el 10% estipulado por el Supremo. “Es cierto que ha reconocido la responsabilidad estatal en los hechos, aunque es muy bajo", ha dicho Simon van der Sluijs.
En 2017, la Abogacía del Estado remitió un informe al Tribunal Supremo donde afirmaba que los cascos azules, y por ende el Estado holandés, habían sido erróneamente declarados responsables —en un 30%— de la muerte de los 350 musulmanes bosnios por parte de la Corte de Apelación. Tanto el Estado holandés como las Madres de Srebrenica recurrieron la sentencia de 2017. El Estado, porque sus tropas operaban bajo bandera de Naciones Unidas, que es inmune. Las Madres llevan 24 años intentando que se reconozca la responsabilidad oficial holandesa por lo ocurrido con todos sus hombres muertos. Para Holanda, el fallo del Supremo cierra un largo proceso legal que ha paseado el término limpieza étnica por las cortes nacionales.
Srebrenica, un enclave musulmán en el este de Bosnia, fue designada cono zona protegida por la ONU, y los cascos azules holandeses arribaron en 1994. En el verano de 1995, los soldados serbobosnios invadieron con tanques el lugar, al mando de Mladic, apodado el carnicero de los Balcanes. Muchos de los habitantes de la ciudad huyeron a las montañas y otros buscaron refugio en el recinto militar de los holandeses. Cuando Mladic exigió la separación de los hombres de las mujeres, los cascos azules supervisaron la operación. El Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas calificó en 2007 de genocidio la muerte de los más de 8.000 hombres. Por su parte, Mladic fue condenado en 2017 por ese delito a cadena perpetua por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY).
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