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Corea del Norte libera al estudiante australiano detenido

La intervención de Suecia, uno de los pocos países que mantienen relaciones diplomáticas con el régimen, ha sido clave

El estudiante australiano Alek Sigley, detenido en Corea del Norte.
El estudiante australiano Alek Sigley, detenido en Corea del Norte. EFE

Le devolvieron la libertad del mismo modo en el que se la quitaron: sin una sola palabra. Pero en Corea del Norte nadie está acostumbrado a dar explicaciones. Alek Sigley, ciudadano australiano residente en Pyongyang, ha sido liberado este jueves después de una semana en paradero desconocido y ya ha abandonado el país.

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Así lo ha confirmado Scott Morrison, primer ministro australiano, en la sesión de la cámara de representantes de esta mañana, asegurando que el estudiante está “libre y a salvo”. Tal y como había adelantado el portal especializado NK News, Sigley ha aterrizado al mediodía en Pekín, añadiendo solo dos vocablos a un caso de pocas palabras: “Estoy bien”.

“Su libertad no se habría logrado de no haber sido por la ayuda de Suecia”, ha subrayado la ministra de Asuntos Exteriores de Australia, Marise Payne. Diplomáticos nórdicos preguntaron sobre la desaparición del estudiante durante una reunión con representantes del Gobierno norcoreano, que precedió a su excarcelación. Suecia cuenta con una de las pocas Embajadas, apenas 24 en total, que hay en Pyongyang y, a menudo, ejerce como intermediario para terceros países. Otros territorios, en cambio, optan por gestionar sus relaciones con el régimen a través de las representaciones diplomáticas de Seúl o Pekín —como es el caso de España—.

En su comunicado, Scott, recién reelegido primer ministro, ha expresado su “más profundo agradecimiento a las autoridades suecas por su impagable socorro”. El padre de Sigley también ha manifestado su alivio por la liberación de su hijo: “Estamos extasiados de tenerle de vuelta sano y salvo”. Se cierra así el caso sin que se solucione el misterio de su origen. La semana pasada su familia y amigos perdieron contacto con el estudiante, lo que provocó el miedo de que hubiera sido detenido. “Simplemente estamos contentos de que la situación se haya resuelto”, ha dicho su padre en declaraciones a medios locales.

Alek Sigley, de 29 años, estudiaba desde hace dos un máster en literatura coreana en la Universidad de Kim-Il sung, la más importante del país. Dirigía también una empresa de turismo con la que organizaba tours para extranjeros. Sigley, que habla coreano con fluidez, compartía su vida en la hermética nación a través de sus perfiles en redes sociales, mudos desde su desaparición. En marzo de este año se definió como “el único australiano viviendo en Corea del Norte y uno de los pocos extranjeros” en un artículo que escribió para la versión australiana del diario The Guardian.

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En esta pieza presumía de que, como residente a largo plazo gracias a su visado de estudiante, tenía “un acceso sin precedentes a Pyongyang”. “Soy libre de pasear por la ciudad sin que nadie me acompañe”, aseguraba. “La interacción con los locales puede ser limitada a veces, pero puedo comprar o comer donde quiero”.

Sigley no es el primer extranjero detenido en Corea del Norte. En 2016 el estadounidense y también estudiante Otto Warmbier fue arrestado, acusado de “actos criminales hostiles contra el Gobierno” tras robar un póster propagandístico durante una visita organizada. Tras pasar 17 meses en prisión, murió por causas desconocidas poco después de ser devuelto a Estados Unidos en estado de coma. Unas pocas palabras a veces son suficientes: a diferencia de Warmbier, Sigley “está bien”.

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