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“Me preocupa que la UE pueda dejar de existir”

Margrethe Vestager, comisaria de Competencia y la cara más visible de ALDE, apuesta por una coalición de liberales, socialdemócratas y Los Verdes

Margrethe Vestager, antes de la última reunión del Colegio de Comisarios antes de las elecciones.
Margrethe Vestager, antes de la última reunión del Colegio de Comisarios antes de las elecciones.Francisco Seco (AP)
Lluís Pellicer

La última semana electoral de Margrethe Vestager (Glostrup, Dinamarca, 51 años) arranca en el Café Europa. El local, en pleno centro de Copenhague, sirve buen café italiano, gofres belgas, pastelería francesa o tortilla de patatas. En ese templo del desayuno europeo, la comisaria de Competencia y una de las cabezas de cartel de la Alianza de Liberales y los Demócratas (ALDE) para las elecciones europeas charla con un nutrido grupo de ciudadanos de todas las edades.

La comisaria no es federalista, pero le inquieta que el proyecto europeo se pueda ir al traste por el auge del populismo y el nacionalismo. “Muchos jóvenes temen que la UE pueda dejar de existir en 20 años. Comparto plenamente la preocupación”. A mediodía, cuando habla con EL PAÍS en la Casa de Europa, deja claro que el miedo no la paraliza. “Soy una optimista porque los pesimistas nunca hacen nada”.

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Pregunta. ¿Afronta las elecciones como una batalla contra el populismo, el nacionalismo y la extrema derecha?

Respuesta. Sí. Pero también como una oportunidad de dar un empujón para lo que queremos. Tras todo lo que ha pasado este continente, desde guerras civiles a terrorismo, ahora tenemos una Europa unida y más próspera que nunca. Eso no significa que todo esté bien. Hay una larga lista de problemas que abordar: el cambio climático, el comercio global, la desigualdad, la gestión de la inmigración ilegal… Pero nos hemos olvidado de cómo hemos llegado hasta aquí. Debemos tener más confianza en nosotros si queremos desempeñar un papel global. Y a la vez, defender el Estado de derecho, la libertad de prensa y la igualdad, también de género, ante quienes quieren destruirlo.

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P. El domingo, la ultraderecha, también la danesa, trató de hacer una demostración de fuerza en Milán de cara a las elecciones. ¿Cómo comisaria se ve más obligada a plantarles cara?

R. Me parece una paradoja extrema verlos juntos, porque afirman que están protegiendo el Estado nación. Pero basta ver el escándalo de Austria y cómo están dispuestos venderse a los rusos. Deberían explicarlo. Y deberían explicar también por qué creen que su receta funcionará. Porque problemas como el cambio climático son transfronterizos y hoy los datos circulan más fácilmente que el agua contaminada.

P. El auge del populismo ya fue el eje central de los comicios de 2014. ¿Qué han hecho o dejado de hacer las instituciones para no poder frenar su avance?

R. Algunos querrían ganar poder diciendo que los otros son idiotas, que la solución es fácil y que ellos la tienen. Lo más preocupante es que tanta gente les vote. Pero al margen de esto, el progreso es lento. Por ejemplo, se necesita tiempo para que un mercado laboral se abra para que los jóvenes hallen oportunidades.

P. ¿La crisis migratoria de 2015 fue un punto de inflexión para Europa?

R. Sí, hasta cierto punto. Yo me quejaba por el embrollo de 2015 y las dificultades para encontrar una solución conjunta. Pero un colega me recordó el caos que se produjo cuando se desató la crisis financiera. Al final los Estados miembros se dieron cuenta de que debían actuar unidos para evitar el colapso. Aquí ocurre lo mismo. Cuando llegaron refugiados de Siria, y entre ellos también inmigrantes ilegales, lo más importante era salvar vidas. Pero también deben tratarse con urgencia los efectos a largo plazo. Y aún no tenemos un sistema de asilo común.

Las tecnológicas deben pagar en el país en el que hacen negocios

P. ¿Y es posible con Gobiernos con Orbán o Salvini?

R. Lo más llamativo es que ni sus propuestas son las mismas. Ahora no hay una crisis inmediata, pero los movimientos de personas van a continuar. Hay que buscar un mecanismo estable, porque los europeos tienen una gran solidaridad con quienes necesitan protección, pero quieren que se haga de forma ordenada.

P. Ha plantado cara a los gigantes tecnológicos por vulnerar las normas de Competencia, pero ¿apoya una tasa que grave su actividad en los países donde operan?

R. Sí. Es justo que las empresas paguen su contribución a la sociedad en la que hacen negocios. Las compañías digitales tienen un tipo medio del 9% en el impuesto de sociedades, mientras que las tradicionales pagan el 23%. ¿Cómo justificamos esa diferencia? Yo no puedo y creo que debe cambiar.

P. ¿Y cómo explica que algunos Gobiernos, también de ALDE, bloqueen esa propuesta?

R. Tendrán que ser ellos quienes lo expliquen. Claro que necesitamos un acuerdo global, pero un pacto europeo sería clave para alcanzarlo. Y sí, el Gobierno danés, liderado por un partido liberal que está en la misma familia que el mío, está en desacuerdo con esa tasa. Eso ilustra cómo de amplias son esas familias.

P. ¿Se ve tras las elecciones como la candidata de una coalición progresista para presidir la Comisión?

Apuesto por una coalición de ALDE, socialdemócratas y Los Verdes

R. No lo sé. Y no importa cuánto desee que se unan los centristas, porque estamos en campaña electoral. Nunca obtienes algo sin antes pedirlo. Ni siquiera un no. Lo peor que me puede pasar cuando digo que estoy disponible es que me den un no. Eso afectará a mi vanidad, pero sobreviviré.

P. ¿Y apuesta por ese pacto?

R. Podríamos hacer una coalición fuerte si empezamos por la renovada familia de ALDE y Renaissance, los socialdemócratas y espero que Los Verdes estén interesados, porque hemos que lidiar con el cambio climático o la economía sostenible. A partir de ahí, debemos hallar también una relación de trabajo con el Partido Popular. Si las encuestas tienen razón, no será posible una mayoría solo de dos partidos. Y la necesidad es un buen incentivo.

P. Sus aspiraciones dependen también del apoyo del Gobierno danés... ¿Lo tendrá?

R. Y de las complicadas negociaciones que habrá entre el Consejo y el Parlamento. No lo sé. Las elecciones en Dinamarca [del 5 de junio] son muy especiales, porque no se presenta una derecha, sino una derecha XXL que dice que deportará a entre 500.000 y 700.000 personas. Y su visibilidad hará que las fuerzas de centro reconsideren sus posiciones.

P. En España, Ciudadanos gobierna en Andalucía gracias a los votos de Vox. ¿Es partidaria de pactar o aislar a la ultraderecha?

R. Es muy complejo. En Dinamarca, varios Gobiernos han trabajado con la derecha, pero en Suecia hicieron lo contrario. Y en ambos casos, la derecha subió.

La comisaria propone paridad en la Comisión

Margrethe Vestager se fija tres prioridades para el próximo mandato en caso de elegida para encabezar la Comisión Europea: “la lucha contra el cambio climático”, “la revolución industrial” y los derechos de ciudadanía, empezando por el respeto al Estado de derecho, la libertad de prensa y la igualdad de género. Al respecto, la actual comisaria de Competencia propone paridad en la Comisión Europea. “Un 50%-50%, porque durante décadas hemos tenido cuotas informales del 70% u 80% [de hombres]”, afirma.

Las políticas medioambientales son uno de los ejes prioritarios de los partidos liberales y progresistas. A pesar de que considera que “los números son muy prometedores en cuanto a los puestos de trabajo que se crean con la transición” ecológica, Vestager concede que quienes pierden sus empleos pueden vivir la angustia de pensar si serán capaces de conseguir uno de esos nuevos. “Lo vimos con el caso de las minas que se han ido cerrando. Es extremadamente doloroso, porque no es solo un trabajo, es una cultura. Es lo que eres. Y hay que hacer algo en esas regiones. Ahí entra en juego parte de la solidaridad de los fondos comunes, que pueden gastarse en esas zonas junto a fondos nacionales”, propone la candidata de los liberales.

El otro eje, el de la política industrial, prevé también la creación de los controvertidos campeones europeos. Sin embargo, Vestager advierte de que "lo prometedor de la estructura empresarial europea es que tenemos campeones, pero también muchas pequeñas y medianas empresas". "La política industrial debe servir a todos y, en mi opinión, es muy espinoso dejar que sean los políticos quienes elijan a los ganadores, porque hay un alto riesgo de que nos equivoquemos", remacha.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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