China afronta un centenario incómodo
El Partido Comunista exalta la movilización estudiantil del 4 de mayo de 1919 pero ignora lo que no encaja en su discurso
Miles de estudiantes, encabezados por los de la Universidad de Pekín, se concentraron frente a la puerta de Tiananmen, el corazón geográfico y sentimental de la capital china, para clamar contra el abuso de poder extranjero y la debilidad del Gobierno. El “señor democracia” y el “señor ciencia” eran sus héroes, los únicos que —opinaban— podían enderezar China. Creían en la libertad artística, en la autodeterminación, en una democracia no necesariamente idéntica a la occidental, pero en la que el Gobierno prestara atención a las opiniones del pueblo.
Aquellos sucesos ocurrían el 4 de mayo de 1919, y servirían de inspiración 70 años después a los estudiantes que ocuparon de Tiananmen el 4 de junio de 1989 y que terminaron sufriendo un baño de sangre. Lo que se acabaría conociendo como el Movimiento 4 de Mayo —que protestaba contra la cesión del puerto chino de Qingdao a Japón— marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea china. De él emergerían importantes líderes políticos de la época, e incluso el propio Partido Comunista nacional (PCCh), que dos años después contaría entre sus fundadores con dos ideólogos del movimiento. Pero su centenario es una conmemoración incómoda en la China de hoy.
Oficialmente, el aniversario es motivo de celebración. El 4 de mayo ha sido declarado, de hecho, Día nacional de la Juventud. El PCCh define aquella movilización como un “movimiento nacional patriótico” y lo festeja con llamamientos a los jóvenes a tener siempre presente patria y partido.
Aquella fecha queda “encajada en esa narrativa de las muchas maneras en que la antigua China sufría a manos de las potencias extranjeras. Y el Partido Comunista tiene el mérito de haber puesto fin a todo eso”, explica por teléfono Isabella Jackson, profesora adjunta del Trinity College en Dublín. Para eso, la narrativa oficial soslaya los elementos que no encajan adecuadamente. Y, desde luego, no hace ninguna mención a movilizaciones estudiantiles callejeras posteriores.
Cuidada narrativa oficial
“No enfatizan que la ira de las protestas de los estudiantes se dirigía primero, y sobre todo, contra el Gobierno de entonces. Subrayan que era (un movimiento) antimperialista, que era patriótico”, apunta Jackson. Tampoco se saca a relucir que, aunque el movimiento estuvo inicialmente encabezado por estudiantes, “después se extendió más allá de Pekín, especialmente a Shanghái pero también a otras ciudades. Hubo huelgas, y se sumaron a las protestas estudiantes, trabajadores y comerciantes”, puntualiza la experta.
Para el presidente chino, Xi Jinping, la conmemoración cierra, en cierto modo, un círculo. Si en 1919 el país se encontraba en su momento más bajo, hoy día, bajo su mandato, China se encamina a ser una gran potencia y lograr lo que Xi llama “el gran rejuvenecimiento de la nación”: Nunca volverá a ser humillada.
En una ceremonia de homenaje al Movimiento 4 de mayo el martes en el Gran Palacio del Pueblo, el presidente chino insistió en esa idea: “En tanto el estandarte del patriotismo se mantenga alto, el pueblo chino puede desatar un gran poder para lograr el cometido de transformar China y el mundo”, aseguraba. Y ahí juegan un importante papel los jóvenes.
Pocas conmemoraciones oficiales
En la solemne ceremonia de homenaje presidida por Xi Jinping participaron estudiantes de las principales universidades de Pekín, entre los 3.500 invitados. Muchos otros universitarios siguieron el discurso del presidente en una retransmisión televisada en directo.
Fuera de esa ceremonia, los actos de conmemoración del centenario han sido discretos. La Universidad de Pekín, donde comenzaron las movilizaciones de 1919 y 1989, ha organizado una "carrera de jóvenes". Centenares de personas han pasado por el Edificio Rojo, la antigua sede de la Universidad de Pekín a pocos metros de la Ciudad Prohibida, para ver una exposición sobre los hechos de aquellos días. Pasar por Tiananmen, en cambio, es más complicado este sábado: como suele ocurrir en los acontecimientos señalados, el Metro de Pekín ha cerrado sus dos paradas en la plaza.
“En la nueva era, la juventud china debe escuchar al Partido, seguir al Partido”, puntualizaba Xi.
Fuera de esta ceremonia, las conmemoraciones oficiales han escaseado. La cobertura del centenario en los medios oficiales ha sido limitada. Al mismo tiempo, y como suele ocurrir en fechas “sensibles”, aumentaba el control sobre los disidentes. La seguridad se reforzaba en la ya de por sí muy vigilada plaza de Tiananmen y sus alrededores. Las autoridades habían anunciado unos insólitos cuatro días feriados para estas fechas, aparentemente para impedir concentraciones inconvenientes. Estudiantes y profesores universitarios han recibido recomendaciones de evitar actividades o comentarios señalados en estas fechas.
El nerviosismo, en parte, tiene razón de ser. Además de las protestas de Tiananmen en 1989, China vive un momento de desaceleración económica, que coincide con la incorporación laboral del mayor número de universitarios de su historia: 8,3 millones. Que sus expectativas de trabajo no se vean colmadas puede crear un descontento que el Gobierno chino trata a toda costa de evitar.
“Este año es especialmente sensible porque los centenarios importan —dice Jackson—. Este año no solo se celebra este centenario, sino también el 30º aniversario de las protestas de Tiananmen, y estos aniversarios ponen nervioso al Partido Comunista. Hay un verdadero esfuerzo en tener controladas las conmemoraciones. No es posible que la gente las celebre de manera independiente; este año solo se puede hacer lo que tenga la aprobación del Estado”, subraya la profesora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.