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Los laboristas reprochan a May no ofrecer cambios en su plan

La tercera ronda de las conversaciones termina en un clima de decepción, pero ninguna de las partes las considera rotas

Rafa de Miguel
El líder laborista, Jeremy Corbyn, ayer en Londres.
El líder laborista, Jeremy Corbyn, ayer en Londres.TOLGA AKMEN (AFP)

Nadie esperaría avances en tres días cuando lo que se negocia es una salida a la mayor crisis política y constitucional que el Reino Unido ha vivido en las últimas décadas. La urgencia de la situación, sin embargo, con el país encarrilado hacia un Brexit salvaje el próximo viernes si no le pone remedio, ha hecho que saltaran todas las alarmas al escuchar las declaraciones del negociador jefe de los laboristas, Keir Starmer. “Estamos muy decepcionados ante el hecho de que el Gobierno no haya puesto sobre la mesa ninguna propuesta de cambio ni voluntad de compromiso. Apremiamos a la primera ministra a que dé un paso adelante y ofrezca cambios genuinos en su plan, en un esfuerzo por dar con una alternativa que logre el apoyo del Parlamento y vuelva a unir a este país”, dijo Starmer.

Theresa May ha dado muestras sobradas de su inflexibilidad en cada giro nuevo que ha experimentado el drama del Brexit. Su mano tendida al ala dura de los conservadores, a la Cámara de los Comunes o a Bruselas nunca ha venido acompañada de cesiones en su estrategia. Pasado el efecto sorpresa ante cada nuevo paso, todo se reducía al mismo mensaje: aprueben mi plan, y ya habrá luego tiempo para cambiar las cosas.

Esta vez, el líder laborista, Jeremy Corbyn, quien ha dado un paso arriesgado al aceptar el abrazo del oso de la primera ministra, no se fía. El principal partido de la oposición se ha mostrado dispuesto a entrar en el juego propuesto por May.

El acuerdo de retirada pactado con la UE, cuya aprobación es necesaria para evitar que el Reino Unido salga de un modo abrupto de las instituciones comunitarias, podría permanecer intacto. Ambas partes son conscientes de que Bruselas ya ha advertido de que su modificación es imposible. Por eso May propuso, al pedir ayuda al Partido Laborista para salir de este enredo, que las conversaciones se centraran en la declaración política que también se acordó con la Unión Europea. Es el texto que perfila, en trazos gruesos, cómo debería ser la futura relación política y comercial de los dos bloques. La base sobre la que comenzar a hablar una vez arranque el periodo de transición previsto para un Brexit ordenado y acordado. El propio negociador europeo, el comisario Michel Barnier, ya indicó que estaba abierto a modificaciones rápidas en el texto.

Los laboristas han acudido estos días a las reuniones con el listado de exigencias que, según ellos, facilitaría su respaldo a un acuerdo: permanencia del Reino Unido en la unión aduanera, alineamiento con las reglas del Mercado Interior y equiparación de la legislación británica con la europea en materia laboral, medioambiental o de protección de los consumidores.

Hasta ahora, denunciaron ayer los negociadores laboristas, el Gobierno no ha ofrecido ningún compromiso en estas materias. Simplemente, según fuentes negociadoras, el equipo de May puso sobre la mesa un documento “clarificador” de lo que supone la declaración política firmada en Bruselas y de cómo interpreta su alcance.

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Respuesta inmediata

La respuesta de Downing Street llegó de inmediato: “Hemos puesto sobre la mesa propuestas serias, y estamos listos para incluir cambios en la declaración política que propicien un acuerdo aceptable para ambas partes. Seguimos dispuestos a mantener las conversaciones durante el fin de semana y alcanzar esos cambios, antes del próximo Consejo Europeo del miércoles. El Gobierno tiene la determinación de trabajar de un modo constructivo para alcanzar el Brexit que votó la ciudadanía, y evitar una futura participación en las elecciones al Parlamento Europeo”, dijo un portavoz de May. La primera ministra admitió ayer, en su carta a Bruselas, que la participación en esos comicios puede acabar siendo inevitable.

El tiempo se agota, pero aún hay margen para los tiras y afloja propios de un proceso negociador, así como para los órdagos de los que se suele echar mano en los arranques. “Por supuesto que va a haber tensión, pero la realidad es que los dos partidos están muy muy cerca en sus planteamientos, y si hay buena voluntad debería ser posible alcanzar un acuerdo y hacerlo rápidamente”, explicó a la BBC el ministro de Prisiones, Rory Stewart, uno de los miembros del Gobierno que se ha posicionado de modo más firme a favor de la estrategia de May.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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