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Erdogan sufre un duro revés al perder varias grandes ciudades en las elecciones locales en Turquía

Los islamistas anuncian que impugnarán los resultados en Estambul y Ankara tras confirmarse la victoria de la oposición en las municipales

El candidato del CHP, Ekrem Imamoglu, recibido por sus seguidores en las primeras horas de hoy, tras conocerse que lidera el recuento por la alcaldía de Estambul. En vídeo, el partido de Erdogan pierde la alcaldía de Ankara y podría perder la de Estambul.Vídeo: YASIN AKGUL (AFP) | REUTERS

La victoria de la oposición en algunas de las principales ciudades de Turquía en las elecciones municipales celebradas este domingo es un mazazo para el presidente Recep Tayyip Erdogan, especialmente en Estambul, donde el mandatario turco inició su carrera política y que su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas turcas) o sus predecesores habían controlado durante un cuarto de siglo. Pero el avezado político islamista ha sabido reponerse antes de otros golpes tan o más duros, y en este caso, además, el calendario electoral juega a su favor.

En una ocasión, a principios de la década de 1990, una joven dirigente de la formación islamista Refah, Sibel Eraslan, iba a dar un discurso en el Club Náutico de Moda, frecuentado por las élites laicas de Estambul. Estaba nerviosa. Erdogan, entonces dirigente provincial del partido, la calmó: “Mírame. Un día, gobernaremos esta ciudad y este país para nuestra gente”. Vetado por su padre político, Necmettin Erbakan, para dar el salto al Parlamento, Erdogan se convenció de que el Ayuntamiento Metropolitano de Estambul sería su trampolín hacia la política nacional. Funcionó: en 1994 fue elegido alcalde y, en 2002, tomó las riendas del país, que no ha vuelto a soltar. Se cumplía así la máxima, bastante acertada, que reza: “Quien gana en Estambul, gana en Turquía”.

El problema es que eso ahora puede volverse en su contra. En las elecciones municipales de este domingo, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata) ha conquistado seis de las diez ciudades más pobladas del país, incluida la capital Ankara —algo previsto por las encuestas— y, de forma más inesperada, también Estambul. Tras un recuento de infarto, que se prolongó durante toda la noche, los resultados parciales (al 99,8% escrutado) han confirmado la victoria del candidato opositor, Ekrem Imamoglu, con una ventaja de unos 25.000 votos frente al ex primer ministro Binali Yildirim, puesto a dedo como alcaldable por el propio Erdogan.

Pero la ciudad del Bósforo, que concentra el 20% de la población de Turquía y maneja un presupuesto astronómico para los estándares turcos, es un goloso pastel para los partidos. Y el AKP no va a dejarla ir sin presentar batalla. El partido islamista anunció que ha detectado “multitud de irregularidades” en el recuento y que este martes impugnará los resultados en Ankara y Estambul ante la Comisión Electoral. Yildirim hizo hincapié en el hecho de que hay cerca de 300.000 votos declarados nulos en todo Estambul, por lo que pidió que sean revisados exhaustivamente. “Hay 31.136 urnas. Si se entrega un voto de forma incorrecta en cada urna, serían 31.136 votos, lo que es superior a la diferencia entre ambos [candidatos]. La última palabra la tendrán las autoridades judiciales”, ha afirmado el secretario general del AKP, Fatih Sahin.

“La página que se abrió hace 25 años, se cerró anoche [por el domingo]”, sentenció en un análisis online el periodista Rusen Çakir, que ha seguido la carrera del presidente turco y la evolución de los movimientos islamistas desde la década de 1980: “Erdogan alcanzó su cénit hace tiempo. Desde 2013 es un político que ha ido perdiendo apoyo. El problema hasta ahora era la debilidad de sus adversarios”. Por primera vez en mucho tiempo, el CHP rompió su imagen de partido esclerótico, incapaz de competir más allá de la franja occidental de Turquía (la costa del mar Egeo y la Tracia turca): obtuvo varias capitales de provincia en la Anatolia Interior y en el lejano noreste.

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“La oposición ha logrado dar un rayo de esperanza, en una situación en que parecía que siempre iba a ganar Erdogan”, sostiene el académico Ali Bayramoglu, para quien los resultados, pese a la mayoría de votos cosechados por el AKP, son “una derrota de Erdogan”, que se había implicado de lleno en la campaña. “Ahora, lo lógico sería que hubiese una renovación interna en el AKP, que Erdogan, como ya ha hecho otras veces [pasando de islamista a liberal y de ahí a nacionalpopulista] cambiase de postura. El problema es que ahora depende de su coalición con el partido ultraderechista MHP y eso le fuerza a mantener una postura muy nacionalista”, afirma. “Eso sí, ahora las condiciones son las adecuadas para que aparezca un nuevo partido de centro o de centroderecha como el que se rumorea que preparan Davutoglu y Babacan [dos antiguos cargos del AKP apartados por Erdogan]”.

En cambio, Ahmet Uysal, profesor de Sociología Política en la Universidad de Estambul, reduce las esperanzas de la oposición: “Aunque el AKP pierda Ankara y Estambul, sigue siendo el partido con más miembros en las asambleas municipales y al frente de los distritos, por lo que el CHP no podrá gobernar estas ciudades a menos que llegue a acuerdos”. “Además, el AKP sigue siendo el partido más votado en todo el país [44%], a mucha distancia del segundo [30% del CHP]. El AKP está tocado, pero no destruido”, añade.

Desde luego, harán mal los que crean ver cercano el final de Erdogan. Es un superviviente. De cada revés, y ha sufrido muchos —la prisión en 1998, sucesivos intentos de ilegalización de sus partidos, la pérdida de la mayoría parlamentaria en 2015, el golpe de Estado de 2016— se ha levantado aún más fuerte. Y es también un experto en tácticas políticas. Probablemente ahora se esté felicitando por haber adelantado al año pasado —cuando se veía venir la crisis económica que ahora azota el país— las elecciones presidenciales que debían tener lugar el próximo noviembre. Pasadas las municipales, tiene un periodo de más de cuatro años sin citas con las urnas para lamerse las heridas y recuperarse.

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