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Los islamistas turcos pierden Ankara tras 25 años de gobierno

Toque de atención de los electores de Turquía al partido de Erdogan, que cae derrotado en 8 capitales provinciales y podría perder Estambul, donde dos candidatos se han proclamado vencedores.

Seguidores del CHP celebran en Ankara los resultados de su partido. En vídeo, los islamistas turcos pierden Ankara y podrían perder también en Estambul.Vídeo: EFE | REUTERS

La crisis económica que vive Turquía ha pasado factura al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), el partido del presidente Recep Tayyip Erdogan. En las elecciones municipales de este domingo y con el 92 % de voto escrutado, el partido gobernante ha perdido importantes alcaldías, empezando por Ankara, que los islamistas han controlado —bajo unas siglas u otras— desde 1994. A falta de conocer el resultado de Estambul —en empate técnico—, el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) se hacía con 5 de las 10 ciudades más grandes del país, cuando hasta ahora sólo poseía una: Esmirna.

En Estambul, la principal metrópolis del país en número de habitantes y PIB, el resultado se decidirá probablemente en los tribunales y con un nuevo escrutinio, después de que ambos candidatos cantasen victoria. Tras varios parones en el recuento, que la comisión electoral achacó a cortes eléctricos, la agencia oficial Anadolu y el resto de medios que publicaban los resultados dejaron de actualizar sus datos en cuanto el candidato del AKP, el ex primer ministro Binali Yildirim, se proclamó vencedor. “Según nuestros datos, el vencedor ha sido Ekrem Imamoglu [CHP]. Pese a la campaña de insultos y difamaciones sufrida, el pueblo ha elegido la democracia. Y eso nos da una luz de esperanza. Pese a todas las presiones sufridas, la primavera llegará a Estambul”, dijo al jefe de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu. En el momento del último y definitivo parón, a las 23.00 hora local (una hora menos en España), tan sólo 4.000 sufragios separaban a Yildirim e Imamoglu, con más de 100.000 votos por recontar. Además, se han registrado unos 300.000 votos como inválidos, por los que los analistas de las cadenas turcas consideran que todas las candidaturas presentarán alegaciones para un nuevo escrutinio. Entretanto, la policía turca cerró a cal y canto el parque estambulí de Gezi, escenario de multitudinarias protestas antigubernamentales en 2013, para evitar manifestaciones.

En la capital, Ankara, en cambio, cientos de opositores celebraron la victoria del candidato opositor. “Ha perdido la política sucia. Han ganado nuestra democracia y todos los partidos. Esperamos buenas noticias de Estambul, porque ya sabemos lo vivido en 2014. Ellos pueden tener sus televisiones y diarios, pero nosotros tenemos nuestros corazones”, dijo el nuevo alcalde de Ankara, Mansur Yavas, quien ya había concurrido a las elecciones de 2014 por el CHP pero entonces perdió la alcaldía en la recta final del recuento, tras un misterioso apagón de luz.

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Otras importantes ciudades, como Antalya, Mersin y Adana, cuyos ayuntamientos estaban hasta ahora bajo control del AKP o de sus socios ultraderechistas del Partido de Acción Nacionalista (MHP), pasaron también a manos del CHP. El partido socialdemócrata entra también con fuerza en varias capitales de Anatolia Central, antaño territorio vedado a los socialdemócratas y bastión del conservadurismo como Bolu, Bilecik y Kirsehir. El AKP incluso ha perdido algunas ciudades en la costa del mar Negro y en el propio interior de Anatolia frente a candidatos de su socio de gobierno, el MHP, en aquellos lugares donde ambos partidos no se pusieron de acuerdo para presentar un candidato conjunto. El partido de Erdogan solo salva los muebles gracias a haber arrebatado unas cuantas ciudades del sudeste al HDP, la principal formación kurda, que obtuvo unos resultados peores de los esperados. Los nacionalistas kurdos los achacan a la represión sufrida, que ha llevado a miles de sus miembros y dirigentes a la cárcel.

Erdogan había prometido que el sistema presidencialista que entró en vigor el año pasado, y que centraliza numerosas competencias bajo su batuta, traería estabilidad y bonanza económica, pero ha resultado al contrario: la situación ha empeorado considerablemente, la lira turca se ha desplomado, el desempleo se ha incrementado cuatro puntos en menos de un año (13,5%) y la inflación ronda el 20% (cerca del 30% en caso de los alimentos). Pese a que el presidente se empleó a fondo durante la campaña —tildada por varios comentaristas como “la más sucia vista en décadas”— y acusó a la oposición de “estar a las órdenes de los terroristas” para tratar de desviar el debate lejos de la prosaica economía de los hogares, al final, los electores votaron con el bolsillo.

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Tras conocerse los resultados del recuento, Erdogan compareció ante las cámaras con gesto de evidente descontento pero un tono mucho más conciliador. “Cada victoria y cada derrota es la voluntad de la nación y esta es la consecuencia natural de la democracia, que debe ser aceptada”, dijo el presidente, si bien recordó que su partido sigue siendo el más votado en todo el país (45% frente al 30% del CHP) y el que mantiene más alcaldías (778 de 1.388). Además, como había hecho horas antes su yerno y ministro de Finanzas, Berat Albayrak, subrayó que por delante hay "4 años y medio sin elecciones" [en los últimos cinco años, Turquía ha vivido 6 comicios] lo que permitirá al Gobierno "concentrase en las reformas económicas y políticas y facilitar las inversiones". En un mensaje a los inversores extranjeros, además, prometió que "reforzará la economía" pero respetando "las reglas de la economía de mercado", pues hasta ahora se le había recriminado no escuchar a sus asesores en materia monetaria o financiera y aplicar políticas heterodoxas en un país como Turquía, muy dependiente del humor de los flujos de dinero extranjero.

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