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Trump se niega a repatriar a una joven de Alabama que se unió al ISIS

El presidente pidió a sus aliados europeos que se hagan cargo de sus ciudadanos detenidos en Siria, pero Londres también rechaza recibir a una británica

Foto sin fechar de Hoda Muthana.
Foto sin fechar de Hoda Muthana.AP

En noviembre de 2014, Hoda Muthana, de 20 años, estudiante en la universidad de Alabama, en el sur de Estados Unidos, dijo a sus padres que se iba a un evento académico y se embarcó en un avión a Turquía, desde donde fue introducida en Siria y juró lealtad al Estado Islámico (EI). Acabó casándose con tres combatientes y llamó en Twitter al asesinato de ciudadanos estadounidenses. Ahora, desde un campo de detención kurdo en el norte de Siria, con el EI al borde de la derrota, Muthana asegura estar profundamente arrepentida y solicita regresar al país donde nació. Pero Donald Trump, que el pasado fin de semana exigió a sus aliados europeos que se hagan cargo de los yihadistas de sus respectivos países, ha dado orden de que no se permita a la joven volver al país.

“¡He dado instrucciones al secretario de Estado Mike Pompeo, quien está completamente de acuerdo, de que no se permita a Hoda Muthana regresar al país!”, tuiteó el presidente Trump. “Hoda Muthana no es una ciudadana estadounidense y no será admitida en Estados Unidos. No tiene base legal, ni pasaporte en vigor, ni derecho a pasaporte, ni visado alguno para viajar a Estados Unidos”, dijo Pompeo en un comunicado.

La familia de Muthana defiende que sí era una ciudadana estadounidense. Nació en 1994 en Nueva Jersey. Su padre había sido diplomático yemení, y los hijos de diplomáticos extranjeros, al estar estos bajo la jurisdicción de los países a los que representan, no gozan del derecho automático a la ciudadanía por nacer en territorio estadounidense. Pero, según un representante de la familia, el padre llevaba unos meses sin ser diplomático en activo cuando Muthana nació. La familia, según el mismo representante, planea presentar una demanda contra el Gobierno por su negativa a reconocer su ciudadanía.

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Desde el precario campo donde se encuentra detenida, con su hijo pequeño, tras huir en enero de un territorio controlado por el EI, Muthana ha pedido regresar al país y someterse a la justicia estadounidense. “Cuando partí a Siria era una joven ingenua, arrogante y enfadada”, dijo en un comunicado. “Decir que me arrepiento de mis palabras pasadas, de cualquier dolor que haya causado a mi familia y cualquier preocupación que haya causado a mi país, sería para mí difícil de expresar adecuadamente”.

Hay al menos otra docena de personas que se identifican como estadounidenses bajo custodia de los kurdos en el norte de Siria. La mayoría son mujeres y niños y, como el caso de Muthana, sus derechos a la repatriación están siendo cuestionados a nivel técnico.

El pasado fin de semana, Trump pidió a sus aliados europeos que, ante la inminencia de la caída del EI y la retirada de las fuerzas estadounidenses, se hagan cargo de los más de 800 ciudadanos de sus respectivos países que se encuentran bajo custodia de las fuerzas kurdas. “El califato está a punto de caer. La alternativa no es buena pues nos veremos forzados a liberarlos. Estados Unidos no quiere ver cómo esos combatientes del Estado Islámico se infiltran en Europa, que es donde se espera que vayan. Hacemos tanto y gastamos tanto, es hora de que otros avancen y hagan el trabajo que son muy capaces de hacer”, tuiteó el presidente.

El interés en repatriar a sus yihadistas mostrado por algunos países europeos ha sido limitado. Y ahora, la decisión de Trump de no permitir la repatriación de Muthana le coloca ante la dificultad política de exigir a sus aliados europeos algo que él se niega a hacer.

El caso de Muthana presenta similitudes con el de una joven británica, Shamima Begum, quien casi cuatro años después de su huida del hogar para sumarse a las filas del ISIS reclama ahora el regreso a Reino Unido. Lanzó su petición, igual que Muthana, desde un campo de refugiados en el norte de Siria, y embarazada de un bebé —fruto de su matrimonio con un combatiente holandés de este grupo radical— al que dio a luz el pasado fin de semana.

El Gobierno de Londres se ha apoyado en la poca simpatía que entre un importante sector de la opinión pública suscitan las declaraciones de Begum, a sus 19 años nada arrepentida de apoyar las atrocidades de los extremistas islámicos, para anunciar su intención de despojarle de la nacionalidad británica. Las alegaciones del ministro del Interior, Sajid Javid, de que ese paso es defendible porque la mujer posee la doble nacionalidad bangladesí (por vía materna) han colisionado, no obstante, con el desmentido de las autoridades de Daca. Shamima Begum, sostiene el Gobierno de Bangladés, no es una de sus ciudadanas porque nunca realizó los trámites pertinentes.

“No dejaré que Begum se convierta en una apátrida”, se veía forzado a subrayar Javid ante ese giro en los acontecimientos. La mano dura que esgrime el ministro conservador no quiere sin embargo llegar a transgredir los límites del derecho internacional, que solo considera permisible despojar a una persona de su nacionalidad si eso no le deja sin la cobertura de otro Estado.

A la espera de que los cauces diplomáticos (entre Reino Unido y Bangladés) acaben dirimiendo ese litigio, la interesada sigue explayándose en declaraciones que pretenden apoyar la causa legal para su regreso al país natal. Su justificación de las acciones del Estado Islámico repele cualquier empatía por parte del público, especialmente su admisión de que la visión de una cabeza decapitada en un cubo de basura “no me desconcertó nada”. Pero las organizaciones de derechos humanos recuerdan que Shamima Begum era solo una adolescente de 15 años cuando se marchó de casa familiar de Bethnal Green (Londres), junto a otras dos compañeras de colegio, para convertirse en esposas de combatientes del ISIS. Una de las dos está hoy muerta y la otra, desaparecida. El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, es una de las últimas voces que reclaman su acogida en Reino Unido: “Nació en este país, y tiene el derecho de permanecer aquí. Y aunque obviamente debe responder a muchas preguntas, también necesita recibir un apoyo que necesita”.

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