Tras el rastro del botín del ISIS en el desierto sirio
Los terroristas acumularon una fortuna gracias a la extorsión y al contrabando de petróleo y de piezas arqueológicas
Los yihadistas del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) amasaron una fortuna durante su cruento control y expolio de importantes zonas de Siria entre 2014 y 2016, cuando comenzó a desmoronarse su califato. En más de 40 toneladas de oro y decenas de millones de dólares, cifra Rami Abdulrahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Inglaterra, el botín que aún posee el ISIS. A partir de la información que maneja de fuentes en las milicias aliadas de EE UU que combaten a los terroristas, Abdulrahman cree que el dinero y el oro se ocultan bajo la arena del desierto, en parte en túneles excavados.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, en inglés), que integran milicianos kurdos y árabes aliados de la coalición internacional que encabeza EE UU, estrechan el cerco sobre el último reducto del ISIS en la localidad siria de Baghuz, en la frontera oriental y desértica con Irak. Y entre las docenas de combatientes extranjeros que han sido arrestados en la última semana al intentar huir camuflados entre civiles, vestidos de mujer y con el rostro oculto por un niqab (velo integral), han encontrado rastros del botín del ISIS. “Las SDF han confiscado 51 millones de dólares [unos 45 millones de euros] en lo que va de mes de las familias que huyen”, apunta Abdulrahman. Los miembros de una familia iraquí detenida cargaban con un total de 44.380 euros, y milicianos kurdos confirman desde Baghuz que se han confiscado “cantidades importantes” entre los civiles, aunque no precisan el importe total.
El ISIS inició su carrera de robos y expolios con un gran golpe en la vecina Irak, donde también llegó a controlar importantes zonas. Allí, en Mosul, proclamó el califato su líder, Abubaker al Bagdadi. Y allí los yihadistas saquearon un banco del que se llevaron más de 355 millones de euros, según recuerdan las crónicas de 2014. El grupo perdió Mosul en julio de 2017, y luego el resto de lo que controlaba en Irak. El ISIS, que llegó a subyugar a 7,7 millones de personas en Irak y en Siria, hoy ya solo combate por un escaso kilómetro cuadrado en el desierto sirio. Aun así, quedan varios miles de yihadistas infiltrados en zonas bajo el control del Ejército sirio o en la provincia insurrecta de Idlib. Y es en el subsuelo de los alrededores de Bahguz donde se espera encontrar parte del patrimonio acumulado durante años de expolio.
Al menos 40.000 personas han huido de los combates en la zona desde diciembre, según datos del Observatorio. Y más de 240 combatientes extranjeros se han rendido en solo 48 horas de esta semana. “Vivimos tiempos extraños en los que en medio del desierto nos llegan polvorientos rusos, norteamericanos, franceses o británicos que dicen ser comerciantes, fruteros o conductores”, bromea por teléfono un combatiente kurdo.
Los yihadistas se hicieron en el banco de Mosul con lingotes de oro, que fundieron luego en Raqa para acuñar la moneda del califato, que nunca llegó a entrar plenamente en circulación. Esta ciudad, capital de facto del ISIS en Siria, tiene una posición estratégica en la ruta terrestre hacia la frontera turca y ha sido clave para transportar en camiones el crudo y gas de los yacimientos ocupados por los yihadistas, que con el contrabando de petróleo en Turquía lograron una de sus principales fuentes de ingresos.
El Ministerio de Energía yihadista ingresó 115 millones de euros mensuales en 2014, según ha publicado la revista Forbes. Por su parte, el Consejo de Seguridad de la ONU cifró las ganancias mensuales de los yihadistas con el tráfico de petróleo y gas en 40 millones de dólares en 2015 y 20 millones en 2016. Turquía ha sido también la ruta preferida para sacar las antigüedades robadas tras el saqueo del patrimonio sirio en Palmira, o del iraquí en Mosul.
Sin bancos donde depositar los billetes, los líderes y contables del ISIS supuestamente cargaron con parte de su fortuna durante su huida. “En 48 horas terminaremos por fin con el ISIS”, calcula un oficial de las SDF en un mensaje de WhatsApp. Tal vez entonces sepamos el paradero y el tamaño de un botín amasado a golpe de expolio y terror.
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