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La derrota del ISIS pesa 15 gramos de cobre

Las monedas que acuñó el Estado Islámico cotizan al alza entre los coleccionistas

Natalia Sancha
Refugiados sirios llegan a un puesto de control en manos del Ejército regular.
Refugiados sirios llegan a un puesto de control en manos del Ejército regular.GEORGE OURFALIAN (AFP)

Fue acuñada en noviembre de 2014 por Beit al Mal, la casa de la moneda yihadista en Raqa, entonces capital de un Estado Islámico en expansión. Pesa 15 gramos y su valor equivale a 25 fulus (escasos céntimos de euro). Fue forjada con un cobre expoliado durante el pillaje de Siria e Irak. En una calle de los suburbios de Beirut, la mano de un miliciano libanés sujeta hoy esta moneda convertida en trofeo de guerra y testigo mudo del declive del califato yihadista.

Durante el primer año de vida, estos 25 fulus pasaron de las arcas de los banqueros del ISIS a las de los comerciantes locales que fueron forzados a usar la nueva moneda en sus transacciones. Así lo dispuso Abu Baker al Bagdadi, quien se autoproclamó califa en junio de 2014 desde el púlpito de la mezquita azul de Mosul, hoy custodiada por efectivos del Ejército iraquí. Los dinares de oro —con valor de entre 100 y 560 euros— y de plata —entre 80 céntimos y 7 euros—, así como los fulus de bronce emularon la moneda acuñada siglos atrás por el califato otomano.

A los pocos meses ya rodaba de mano en mano entre los siete millones de sirios e iraquíes que de la noche a la mañana se vieron atrapados bajo el yugo yihadista. En los mercados del califato, 3.500 niños y mujeres yazidíes fueron vendidos como esclavos por un puñado de estos dinares. La moneda circuló por los 100.000 km cuadrados sobre los que se llegó a expandir el reino yihadista, un territorio similar al de Portugal.

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Transcurridos 45 meses desde que fuera acuñada en Raqa, esta moneda llegó hace escasas semanas a Beirut. En octubre de 2017 abandonó la capital del autoproclamado califato junto a los miles de yihadistas del ISIS expulsados por milicianos kurdo-árabes sirios armados por Washington. Llegó a la ciudad siria de Abu Kemal, última urbe bajo el control del ISIS donde, según los servicios de inteligencia moscovitas y norteamericanos, buscó también refugio Al Bagdadi. Apenas duró un mes en los bolsillos yihadistas antes de caer junto con la ciudad en manos de las tropas sirias y rusas apoyadas por milicias iraquíes y libanesas.

Aquel mes de diciembre de 2017 se convirtió en propiedad de un joven combatiente que porta el parche de la milicia chií libanesa Hezbolá. Fuera de circulación, estos 15 gramos de cobre se han convertido en un codiciado trofeo de guerra para soldados rusos, norteamericanos, británicos y galos que combaten en suelo sirio. Hoy se venden también como souvenir de uno de los episodios más oscuros de la historia de la humanidad en subastas en red y en los mercados de contrabando sirios donde los escasos céntimos se pagan a hasta 700 euros la pieza.

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