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EN CONCRETO
Columna
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Combates por la historia

Hay reelaboraciones simples de las historias nacionales presentadas como filosofías de la historia

José Ramón Cossío Díaz

Las apariencias nos engañan. Pareciera que en el mundo tecnificadísimo que vivimos y que se expandirá, las explicaciones las estamos construyendo mirando al porvenir. La robótica y sus impactos laborales, la genómica y sus implicaciones antropológicas, las redes y sus impactos sociales determinan lo que hoy hacemos y lo que habremos de hacer en el futuro. Sin embargo, en la cotidianeidad de la política y de la convivencia social, tal vez hasta en la identificación individual, el futuro no está mandando. Las soluciones narrativas para saber cómo estamos hoy y cómo contenderemos con lo que vendrá, se están buscando en la historia.

En los signos populistas que observamos o, más en general, en los procesos ademocráticos que se deslizan en muchas partes y de diversas formas, los fundamentos de apoyo pretenden ser históricos. Hay reelaboraciones simples de las historias nacionales presentadas como filosofías de la historia. Como aconteceres naturales de larga y firme realización que determinan la actualidad. La nación soberana, el pueblo sabio, la lucha contra la opresión o el carácter innato, se plantean como constantes que determinan las realizaciones de las personas o movimientos actuales. Véase el discurso político de Brasil, Estados Unidos, Filipinas, Polonia, Venezuela o Turquía, para comprobar que las maneras de estar aquí y ahora, se extraen de recomposiciones históricas. De las maneras en las que se logran unir hechos, fragmentos discursivos o momentos resignificados, para formar un todo utilizable para la acción política.

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Más allá de si nuestro tiempo tiene la primacía de las fake news o de los hechos alternativos, lo cierto es que unos y otros proliferan. Al momento de darse, existen posibilidades de enfrentarlos en su condición presente. Las discusiones en CNN o Fox News lo muestran a diario a escala global, y las de un conjunto de medios locales lo hacen en la propia. Ello, sin embargo, no pasa con las narrativas históricas. Con candor se piensa que la historia es como es; que no consiste sino en la ordenación de hechos, fechas y personajes y que solo permite una versión cierta y única. Partiendo de este error, se asume que cuando el líder político habla de los héroes que nos dieron patria o de la manera en la que el pueblo se liberó de sus cadenas, el discurso es necesariamente verdadero por ser la expresión de algo que así fue.

Como mucho de lo que está definiendo nuestro tiempo quiere determinarse con el pasado, la historia tiene que ser uno de los más importantes campos de batalla actuales. No se trata de disputar solo el hecho o la fecha, la fuente documental o la condición social de un pronunciamiento. Se trata de cuestionar y enfrentar las visiones historicistas que desde el poder se realizan, no solo porque pudieran ser falsas o simples, sino porque desde ellas quieren establecerse, como naturales e indefectibles, las condiciones políticas que se quieren imponer. Utilizando el título de Lucien Febvre, es necesario iniciar los combates por la historia como medio de disputar la apropiación del pasado que busca construir el presente. Mucho de lo que en el futuro seamos, provendrá de la manera como esos combates se realicen y los resultados que se alcancen. No se llegará a lo mismo si aceptamos como cierta la evolución colectiva, constante y predeterminada de un pueblo, a si se acepta que tal dinámica ni se dio ni se dará causalmente.

En las condiciones actuales del quehacer político, de las incertidumbres individuales y globales, de las dificultades de comprender lo que hay y lo que vendrá, es cómodo creer en las marchas de la historia. En las certezas de que las cosas serán de cierto modo porque así lo marca una larga tradición o una indudable dirección. La manera de salir de ese sueño pasa por la elaboración de la historia, al menos para demostrar que no hay un destino ineluctable, ni personas que de suyo lo encarnen. La historia es uno de los más importantes campos de construcción política y social de nuestro tiempo. Combatamos en ella.

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