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Las dos Polonias que se disputan el país

Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones locales y regionales en la sexta economía de la UE evidencian la brecha entre las grandes urbes y los municipios de provincias

Recuento de votos en la ciudad de Przemyśl este domingo durante la segunda vuelta de las elecciones locales y regionales de Polonia.
Recuento de votos en la ciudad de Przemyśl este domingo durante la segunda vuelta de las elecciones locales y regionales de Polonia.DAREK DELMANOWICZ (EFE)

Nunca unas elecciones locales y regionales habían tenido tanta repercusión en la sexta economía de la UE. Pero el miedo a distanciarse del club comunitario y el rechazo hacia las políticas autoritarias del Gobierno movilizó a gran parte de los votantes del país en unos comicios con un récord de participación sin precedentes desde la caída del Telón de Acero. La sociedad polaca se muestra más dividida que nunca entre los que apoyan al partido ultranacionalista del Ejecutivo y los que están en contra. Entre los ciudadanos de clase media-alta de las ciudades, que residen principalmente en el oeste del país, y los habitantes de las zonas rurales del este, tradicionalmente menos desarrolladas."Sí, la sociedad está muy polarizada, pero también hay que destacar la buena salud democrática de nuestro sistema, como demuestra la altísima participación de los polacos en las urnas", reseña Konrad Niklewicz, director del think tank Instituto Cívico.

Los resultados oficiales de la segunda vuelta de las elecciones locales celebradas este domingo en Polonia suponen una agria victoria para el partido del Gobierno. El PiS no consigue gobernar en ninguna de las grandes ciudades del país. Si en la primera vuelta del 21 de octubre ya perdió la oportunidad de hacerse con los Ayuntamientos de Varsovia, Lodz o Wroclaw, en la segunda tampoco ha conseguido el control de Cracovia, la segunda urbe de Polonia, ni de la ciudad portuaria de Gdansk, con casi medio millón de habitantes. Donde sí que ha reforzado su poder es en los parlamentos regionales, que se definieron en la primera ronda.

Era la primera vez que los polacos acudían a las urnas desde que en 2015 el partido Ley y Justicia, gobernado en la sombra por el ultranacionalista católico Jaroslaw Kaczynski, se hiciera con la mayoría absoluta de la sexta economía de la UE. En todas las capitales de provincia los ganadores de los comicios son candidatos de Plataforma Cívica, el principal partido de la oposición, de corte liberal y proeuropeo, o políticos independientes que han apoyado a Coalición Cívica, una alianza de formaciones lideradas por Plataforma que han formado un bloque para derrocar al PiS. Los alcaldes de las grandes urbes siempre han pertenecido a este tipo de partidos.

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En el caso de Varsovia, el antiguo europarlamentario de Plataforma Cívica, Rafal Trzaskowski, ganó con un 57% de los votos, mientras que el aspirante del PiS, Patryk Jaki, no llegó ni al 30%. "Las elecciones muestran lo divididos que estamos los jóvenes de los mayores. Los católicos de los ultracatólicos. La gente del campo o del interior del país, donde muchos ni siquiera tienen Internet, y los que vivimos en la ciudad", contaba este domingo el universitario Mateusz Zwierzynski en un colegio electoral de Piaseczno, al sur de Varsovia.

En la primera vuelta, casi el 55% de los polacos llamados a las urnas depositaron su voto. En la segunda, la asistencia ha rozado el 49%. Esta movilización se debe en gran parte al voto en masa de los ciudadanos urbanos y europeístas que han acudido a las urnas para rechazar el temido Polexit, que es como los polacos llaman a la hipotética salida del país de la UE. La aprobación de leyes tan polémicas como la reforma del Tribunal Supremo, que pone en riesgo la división de poderes de Polonia y que ha costado la apertura de un expediente sancionador por parte de la Comisión Europea, o su rechazo a la política de reparto de refugiados, han abierto una brecha entre Varsovia y Bruselas. “Lo que defiende el PiS es una Europa de Naciones y no tanto una Europa de las instituciones, pero nunca han apoyado el Polexit”, defiende Lukasz Warzecha, analista político del semanario ultraconservador Do Rzeczy.

Los resultados de los parlamentos regionales se resolvieron el 21 de octubre y dieron la victoria al PiS. Del total de los 16 voivodatos (regiones) que hay en el país, el partido ultraconservador gobernará en seis con mayoría absoluta. Antes de los comicios, sólo tenían el poder en una. También puede liderar otras tres si consigue pactar con otras formaciones políticas. “Lo que le resultará bastante difícil por su carácter antidemocrático y autoritario. Hasta ahora han gobernado el país con mayoría absoluta, pero tendrán que cambiar de estrategia para conquistar las ciudades”, recalca Konrad Niklewicz, del think tank Instituto Cívico, cercano a Plataforma Cívica.

El antiguo presidente de la República, Lech Walesa, votó el domingo en Gdansk.
El antiguo presidente de la República, Lech Walesa, votó el domingo en Gdansk.Marcin Gadomski (EFE)

El principal partido de la oposición sólo ha conseguido el control en un voivodato, pero lo tiene más fácil a la hora de negociar con otras formaciones. El control de las regiones es de vital importancia para la gestión de los fondos europeos y Polonia es el país comunitario que más ayudas recibe. El mapa de estos resultados electorales muestra la división del país: en la parte oriental, menos desarrollada y donde la población se ha beneficiado mucho más de los programas sociales del Ejecutivo, domina el PiS. En la Polonia occidental, más rica y europeísta, gobiernan los partidos liberales y de centro derecha. Este es el panorama político de un país fragmentado que encara en 2019 dos citas clave con las urnas: las elecciones del Parlamento europeo, en mayo, y las generales de Polonia del próximo otoño.

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