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Colombia trata de despejar el fantasma de una intervención en Venezuela

El Gobierno promete castigar a los diplomáticos que especulen sobre una respuesta militar

Francesco Manetto
El presidente colombiano, Iván Duque, el pasado domingo en un acto de condecoración de miembros del Ejército.
El presidente colombiano, Iván Duque, el pasado domingo en un acto de condecoración de miembros del Ejército. Mónica González (EFE)

La elección, el pasado domingo, del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil añadió en tan solo unas horas inquietud e incertidumbre sobre la respuesta regional a la gravísima crisis que golpea a Venezuela. El Gobierno de Colombia, el país que más sufre las consecuencias de la deriva del régimen de Nicolás Maduro, activó un operativo diplomático para descartar, de forma tajante, la hipótesis de una intervención militar.

“El Gobierno del presidente Duque mantiene una tradición no belicista y busca, a partir de acciones políticas y diplomáticas regionales y multilaterales, contribuir a crear las condiciones para que más temprano que tarde el hermano pueblo de Venezuela pueda vivir nuevamente en democracia y libertad”. El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, compareció este martes para despejar el fantasma de un conflicto en el país vecino. Lo hizo a raíz de unas declaraciones de un alto funcionario, publicadas el lunes por el diario brasileño Folha de S. Paulo, que apuntan a una alianza con el Ejecutivo de Bolsonaro para derrocar a Maduro

La crisis y la visita de Trump

El presidente de EE UU, Donald Trump, visitará Colombia el 2 de diciembre tras participar en la cumbre del G-20 en Buenos Aires. El Gobierno colombiano, que ya había anunciado el viaje, aseguró ayer que está fijado para ese día. Uno de los principales asuntos sobre la mesa será la crisis de Venezuela.

“El Gobierno reitera que rechaza y desmiente dichas versiones, sea quien sea la fuente diplomática de ellas, sobre una supuesta e inexistente sugerencia de Colombia al presidente electo de Brasil”, incidió el ministro de Exteriores, quien no rebatió la información pero sí desautorizó esa versión y lanzó una dura advertencia a los representantes del país andino en el mundo. “Ningún miembro del cuerpo diplomático”, dijo, “puede transmitir posiciones que no correspondan a las fijadas por el presidente de la República, que es el jefe de la política exterior de nuestro país”.

Holmes Trujillo fue más allá al fijar una prohibición explícita de pronunciarse sobre la estrategia para afrontar la crisis de Venezuela, que comparte con Colombia cerca de 2.200 kilómetros de frontera. “Los funcionarios del servicio exterior están obligados a obtener permiso previo del ministro para hablar con medios de comunicación sobre temas que puedan comprometer al país. Quien viole esta disposición será sujeto a las sanciones correspondientes que pueden incluir el retiro del cargo” zanjó. La Cancillería publicará en los próximos días una circular con los lineamientos que se deben tener en cuenta sobre el manejo de medios, entre ellos las redes sociales.

Las dos almas del Gobierno

El Gobierno de Iván Duque, nacido de una coalición entre el Centro Democrático, la formación fundada por el expresidente Álvaro Uribe, y el Partido Conservador, busca la fórmula para atender el multitudinario éxodo de venezolanos. El presidente ha pedido apoyo en Washington y en Bruselas frente a una emergencia migratoria sin precedentes. Alrededor de 2,3 millones de personas ya han huido en busca de oportunidades, según la ONU, y un millón se estableció en Colombia.

Las repercusiones de esa crisis han acabado desnudando también las diferentes almas del Ejecutivo y las más altas instancias del Estado, donde conviven un sector duro vinculado al pasado uribista y una nueva generación, encabezada por el propio mandatario, que trata de proyectar una imagen de moderación ante el mundo. Esa posición no significa que Duque no esté dispuesto a recurrir a toda la dureza de los instrumentos diplomáticos, ya que su objetivo es redoblar la presión internacional contra el régimen chavista. El sucesor de Juan Manuel Santos, que asumió el cargo hace menos de tres meses, ha promovido una demanda contra Maduro ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya. Y lo que ya ha quedado claro es que la solución de la crisis venezolana no será solo un asunto de política exterior, sino una prioridad, quizá la principal, de su mandato.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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