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La mujer que vivía con 180 gatos, ¿amaba a los animales?

El Gobierno portugués crea un grupo de trabajo para detectar y curar a personas con el 'síndrome de Noé'

La acumulación de animales en casa es un problema creciente.
La acumulación de animales en casa es un problema creciente.

El colmo de un partido que defiende a los animales es ser invadido por ellos. Eso le ocurrió al PAN (Personas, Animales, Naturaleza), un partido verde portugués. Su sede social en Lisboa convivía, sin saberlo, con 180 gatos malolientes, malnutridos y enfermos. El síndrome de Noé habitaba en el piso de arriba.

“La señora del piso de arriba nos venía a visitar frecuentemente, sabíamos que tenía gatitos, pero nunca sospechamos que tantos. La mujer, sí, tenía sus obsesiones, pero como hay mucha gente. No se nos pasó por la cabeza que llegara a tal gravedad”, recuerda Cristina Rodrigues, abogada y miembro de la comisión nacional del PAN. Por supuesto, conocían el síndrome de Noé, pero nunca que lo sufriera la vecina.

El desastre se descubrió cuando un funcionario judicial fue a ejecutar el desahucio de la vecina por impago de rentas. El apartamento estaba infestado de gatos, 180 en total, según la perrera municipal, malnutridos, enfermos y hasta algunos muertos.

Con el problema en casa, el PAN tomó una iniciativa parlamentaria, aprobada casi por unanimidad, para la creación de un grupo de trabajo con el fin de prevenir, detectar y tratar a personas que padecen el síndrome de Noé —la acumulación de animales en casa—. “Psicólogos, psiquiatras, veterinarios y asistentes sociales deben componer esa comisión. De momento, no se ha reunido, pero algo habrá que hacer porque es un problema creciente”, dice Rodrigues. “Ya hemos recibido avisos de situaciones parecidas en distintos puntos del país, aunque ninguna tan extrema como nuestra vecina”.

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En Estados Unidos se identifican cada año entre 700 y 2.000 casos de acumulación de animales. Según el PAN, la disposofobia o acumulación de objetos (síndrome de Diógenes) afecta a entre el 2% y el 5% de la población adulta. “A veces los dos síndromes van unidos”.

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El tópico es que los pacientes son personas adultas, pobres y solitarias y, aunque muchas veces es así, no siempre. La abogada del PAN rompe prejuicios. “Son pobres al final, pero no lo eran al principio. La acumulación de animales les conduce a la pobreza, les convierte en pobres”.

La vecina de los 180 gatos no pagaba el alquiler del piso, ni tenía agua ni luz por impago de los recibos, pero había tenido dinero. Era una conocida psiquiatra de Lisboa, aunque desde hacía  años ya no ejercía. La soledad sí que es un factor más determinante que la situación económica.

“Comienzan por cuidar cuatro gatos, luego a recoger animales de la calle, a alimentarlos, vacunarlos, desparasitarlos, y poco a poco se van quedando sin dinero, porque es caro, pero aún así no pueden parar. No tienen capacidad de discernir", explica la abogada. "Empiezan con una intención genuina de ayudar a los animales, pero no saben poner límite al número que pueden cuidar en casa”.

La legislación portuguesa ya pone límites a los animales que se pueden tener en una vivienda, no más de cuatro, aunque no especifica ni de qué tipo ni en qué superficies. En cualquier caso, esto es muy difícil de fiscalizar por las autoridades sanitarias y veterinarias.

El problema de los afectados por el síndrome de Noé, y por el de Diógenes, a veces los mismos, es que no reconocen su problema y, por tanto, no se dejan tratar, ni dejan que sus animales se lleven en adopción. La propuesta parlamentaria del PAN, que reconoce que al final hay un problema de salud pública, se dirige a prevenir que acabe en maltrato animal lo que comienza por amor, además de localizar y tratar a esas personas, “que suelen reincidir”, afirma la dirigente del PAN. “Es un problema que se extiende a las personas que residen en la misma casa, a sus vecinos y finalmente al municipio”.

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