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Dónde está ese 7% de venezolanos forzado a huir

Latinoamérica empieza a imponer restricciones tras dar a cientos de miles de recién llegados permisos para trabajar y acceder a los servicios básicos

Naiara Galarraga Gortázar
Un venezolano camina hacia Lima por la Panamericana este domingo.
Un venezolano camina hacia Lima por la Panamericana este domingo.Martin Mejia (AP)

América Latina no había vivido un éxodo migratorio de esta magnitud. Siete de cada cien venezolanos (2,3 millones de personas) han abandonado su país desde 2014, según los datos más recientes de la ONU, que señala que los que huyen lo hacen impulsados por la falta de alimentos, por el hambre. Los países de la región, con Colombia, Perú y Chile a la cabeza, los han ido acogiendo con regularizaciones ordinarias o extraordinarias que les dan acceso a trabajar y servicios básicos. Pero, en vista de que las llegadas lejos de aminorar se aceleran hasta adquirir un ritmo vertiginoso, han empezado a imponer restricciones porque temen un colapso de los servicios públicos. A partir del sábado, los venezolanos necesitan mostrar su pasaporte para entrar en Perú. Ecuador impuso idéntica medida una semana antes pero el Supremo la ha dejado en suspenso por 45 días.

Feline Freier, una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Pacífico de Lima que investiga este éxodo, considera que exigirles el pasaporte a los venezolanos “es casi cínico” porque las dificultades para obtener el documento son casi insalvables para quienes aún no han marchado: desde el elevadísimo precio en el mercado negro hasta la falta de papel para imprimirlo. Esta académica critica que “los políticos digan que quieren flujos ordenados (de migrantes), pero con esta medida los empujan hacia cauces irregulares, en brazos de los traficantes de personas” porque, insiste, los factores que los llevan a salir de Venezuela siguen ahí: “Muchos no han salido hasta ahora porque no podían reunir los 130 dólares del autobús y para eso tuvieron que vender todo lo que tenían” y recuerda a una familia que entrevistó que “llevaba meses comiendo solo maicena”. Algunos de los desesperados sin pasaporte que se toparon con los nuevos requisitos en la frontera cruzaron ilegalmente esta semana.

La decisión de las autoridades venezolanas de quitarle cinco ceros al bolívar no ha logrado frenar su depreciación. Hasta ahora las medidas económicas adoptadas por Nicolás Maduro han fracasado. Nadie anticipa que la emigración disminuya a corto plazo.

Solo recientemente, hacia 2010, Venezuela dejó de ser un país de destino para convertirse en un país de origen de emigrantes. Y a partir del 2017 el flujo se ha incrementado a países de acogida tradicionales como Estados Unidos, España o Colombia pero al mismo tiempo los destinos se han diversificado al resto de Sudamérica, según un análisis de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Las salidas hacia el sur de continente aumentaron más de un 900% entre 2015 y 2017.

“En general la inmigración venezolana ha sido bien recibida y los Estados han realizado grandes esfuerzos para solucionar” los desafíos” que entraña, afirma el análisis de la OIM.

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Colombia, con la que tiene más de 2.000 kilómetros de frontera, acoge a 870.000 venezolanos en su territorio, lo que la convierte en el principal destino pero es cada vez más a menudo un país de tránsito, escala para un destino más allá. Perú ha sustituido en los últimos meses a Chile como el país donde más ha aumentado la presencia de migrantes venezolanos. Rondan las 400.000 personas, según las autoridades peruanas, aunque la OIM en su último recuento regional, de julio, las cifra en 354.000. En todo caso supone un aumento del 15.000% en tres años. La OIM ha dibujado un perfil de los arribados a Perú: solteros, de entre 18 y 29 años y con estudios universitarios.

Gradualmente, los países latinoamericanos fueron dando permisos de residencia a los venezolanos que llegaban a sus fronteras. Colombia, Perú, Ecuador, Argentina. Brasil, Uruguay y Chile han aprobado normas ad hoc para este colectivo, según la OIM, que destaca que este último país ha concedido 120.000 autorizaciones para residir. Las medidas especiales de regularización “indican la voluntad de integrar a los migrantes en la vida social”.

La profesora Freier explica que los Gobiernos lo abordaron al principio como un asunto de política exterior. “Los Gobiernos de centroderecha fueron los que abrieron los brazos aunque son los de centroizquierda los que lideraron la liberalización de las políticas migratorias en los últimos años en la región, pero a medida que los números han ido cambiando, se ha convertido en un asunto de política interna”. Al incesante flujo le han seguido restricciones en muchos países y una creciente xenofobia y agresividad hacia los recién llegados.

A medida que la crisis económica se ha ido agudizando en Venezuela, ha variado el perfil de quienes deciden buscar prosperidad y seguridad en nuevos horizontes, sostiene esta experta, que basa su análisis en las solicitudes de asilo. Explica que, en 2001, tras la llegada de Hugo Chávez al poder “salió la gente rica, se iban como estudiantes, como trabajadores con visado a Estados Unidos y a España”. A ellos les sigue en 2014-2015 a esos mismos destinos “una segunda ola de clase media alta” y “sale gente con recursos que no puede pagar vuelos ni trámites de visado” que se dirige a otros países de la región. A la velocidad a la que avanza la inflación cada vez es más difícil reunir el dinero necesario para emigrar. Por eso, cada vez más venezolanos caminan en busca de un país de acogida, no tienen dinero para llegar por otros medios.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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