El MeToo choca con el budismo en China
La denuncia por acoso sexual contra un importante líder religioso es el primer gran caso de un fenómeno incipiente
El Maestro Xuecheng, uno de los líderes espirituales más conocidos de China y con numerosos cargos oficiales, ha sido acusado de coaccionar y abusar sexualmente de varias monjas que convivieron con él en el famoso templo budista de Longquan, situado a las afueras de Pekín. El abad, que ha negado categóricamente las acusaciones, se convierte en el primer caso de denuncias públicas por acoso sexual contra las mujeres que toca de cerca el círculo de poder en el país asiático.
Las acusaciones se hicieron públicas durante esta semana a través de un documento de 95 páginas que corrió como la pólvora en las redes sociales, donde Xuecheng es también una celebridad con más de un millón de seguidores. El texto fue redactado por dos otros monjes, Liu Xinjia y Du Qixin, tras haber recabado el testimonio de seis discípulas que recibieron mensajes de texto de contenido explícito por parte del abad. Al menos cuatro de ellas sucumbieron a las presiones y tuvieron sexo con él en contra de su voluntad.
En los mensajes, el Maestro Xuecheng presionaba insistentemente a las mujeres y aseguraba que el contacto físico formaba parte de su proceso de “purificación”, a pesar de que el budismo promueve el celibato. También se le acusa de manipularlas emocionalmente y de obligarlas a cortar el contacto con sus allegados, incluso de amenazarlas en no seguir con sus enseñanzas budistas si no accedían a tener relaciones sexuales con él.
Los casos descritos ocurrieron desde finales del año pasado y durante lo que va de 2018. “Mis creencias casi se desmoronaron. Incluso consideré abandonar el budismo y regresar a la vida secular”, explicó una de las afectadas a uno de los monjes que ha redactado el texto. Además de estas acusaciones por abusos sexuales, el documento le acusa también de haberse embolsado 12 millones de yuanes (alrededor de 1,5 millones de euros) que habría recaudado de los fieles.
El Maestro Xuecheng, de 51 años, además de ser el abad de este famoso templo, es también el presidente de la Asociación Budista de China, lo que le convierte de facto en el monje budista de más alto rango del país. Este último cargo, además, le da un asiento en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, un órgano meramente asesor del Gobierno formado por miembros –seleccionados obviamente por el Partido Comunista- de la sociedad civil.
El abad ha desmentido los contenidos de este texto en su perfil en las redes sociales. Se trata, dice, de “materiales falsificados, hechos distorsionados e información falsa”. La Administración Estatal de Asuntos Religiosos del país ha iniciado una investigación para esclarecer los hechos, según informó el periódico local Global Times. Varias de las afectadas han acudido a la policía.
Hasta ahora el incipiente movimiento de denuncia contra el acoso sexual en China, alentado por el #MeToo estadounidense, había tenido recorrido principalmente en el mundo académico y universitario del país. Un profesor fue cesado a principios de año tras haber acosado sexualmente a varias estudiantes, un caso que llevó al Ministerio de Educación a prometer que pondría en marcha mecanismos para evitar esta lacra en sus centros de educación superior. En las últimas semanas, sin embargo, las acusaciones se han ampliado a otros sectores, desde altos cargos de organizaciones benéficas a periodistas prominentes. El caso más conocido hasta hoy era el de Zhu Jun, famoso presentador de la cadena de televisión estatal CCTV, objeto de una carta anónima publicada a través de las redes de una mujer que trabajó con él en 2014. Ella misma contaba las dificultades que se encontró para denunciar el caso: la policía le recomendó quitar la denuncia porque el hombre en cuestión “ejercía una enorme influencia positiva en la sociedad”.
Todos los casos, aunque unos más que otros, han levantado cierta polvareda en redes sociales. Pero el del Maestro Xuecheng, apoyado con un informe tan detallado y numerosas conversaciones que ponen los pelos de punta, eleva considerablemente el nivel de influencia del acusado y sube la apuesta sobre qué harán las autoridades al respecto. Si las denuncias son ciertas, dejarle caer significaría un mensaje de tolerancia cero con estos comportamientos, aunque también daría alas a un movimiento con el que Pekín no se siente nada cómodo. Está por ver si se podrá sortear una barrera tan alta.
El caso ha provocado, de momento, una reacción airada en las redes sociales. Las autoridades han eliminado miles de comentarios y la búsqueda de “Maestro Xuecheng” en Weibo, una plataforma similar a Twitter, ni siquiera arrojaba resultados este jueves. Cuando uno trata de enviar el informe elaborado por los dos monjes a través de Wechat (el servicio de mensajería instantánea por excelencia en China), el documento no llega al destinatario. La censura parcial o total ha sido hasta ahora la respuesta de Pekín al movimiento, consciente de que una discusión pública y amplia sobre el acoso sexual contra las mujeres significa debatir sobre derechos individuales, crear entidades no controladas por el Gobierno y, quizás, organizar protestas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.