Las sombras alrededor del asesinato de tres periodistas rusos en África
La muerte de los miembros de un equipo de realización plantea interrogantes sobre el papel y los fines de Moscú en la guerra civil que castiga la República Centroafricana
El asesinato en la República Centroafricana (RCA) de tres rusos, integrantes de un equipo periodístico que investigaba las actividades de sus compatriotas mercenarios, plantea numerosos interrogantes sobre el papel, los instrumentos y los fines de Moscú en la guerra civil que castiga la República Centroafricana y otros conflictos bélicos internacionales. Los tres hombres fueron asesinados el lunes por la noche a unos 20 kilómetros de la ciudad de Sibut, cuando su coche fue parado en un control, donde les asaltó una decena de enmascarados con el fin de robarles, según versiones basadas en testimonios de diversas autoridades de la RCA. A tenor de estas fuentes, los asesinos llevaban turbantes y hablaban en árabe.
El equipo había llegado desde Moscú vía Casablanca el 28 de julio para realizar un documental sobre la compañía de seguridad privada Wagner, cuya presencia en la RCA no es reconocida oficialmente por las autoridades rusas. Los muertos son Orján Dzhemal, un famoso periodista especializado en conflictos bélicos; Aleksandr Rastorgúev, un brillante director de documentales, y el cámara Kiril Radchenko.
Dzhemal había sido herido gravemente en una pierna en 2011 en Trípoli cuando cubría los acontecimientos en Libia. La obra de Rastorgúev incluye documentales sobre los seguidores del político de oposición Alexéi Navalni, sobre los jóvenes en Rusia y la educación militarista en este país, además de una cinta dedicada a Boris Netsov, el político liberal asesinado en febrero de 2015. En diciembre de 2011, Rastorgúev fue detenido en Rostov del Don por protestar por las irregularidades en las elecciones parlamentarias rusas.
El documental que el equipo ruso se disponía a realizar en la RCA era un encargo del Centro de Dirección de Investigaciones, empresa financiada por el magnate ruso exiliado Mijaíl Jodorkovski. La vicedirectora de esta compañía, Anastasia Gorshkova, declaró al periódico Kommersant que la idea inicial era hacer una película sobre la situación en Siria y los escándalos protagonizados por la empresa Wagner en aquel país, pero el Ministerio de Defensa ruso se negó a acreditar a los periodistas en Siria y entonces se tomó la decisión de ir a la RCA. Aparentemente, Dzhamal y sus colegas habían mostrado gran discreción sobre los fines de su viaje, según indicaron los muchos colegas y amigos entrevistados por la emisora Kommersant.fm tras su muerte.
Los tres cadáveres fueron llevados a Sibut y de allí a Bangui, la capital de la RCA, por miembros de la misión de la ONU para la estabilización de aquel país. A Moscú, los cuerpos llegarán el sábado.
El chófer que conducía el vehículo en el que viajaba el equipo ruso sobrevivió y las autoridades de la RCA suponen que los rusos fueron asesinados por los insurgentes del grupo musulmán Seleka, que está enfrentado al grupo cristiano Anti-Balaka. Antes, la publicación local CNC había informado de que en la ciudad de Damara, a 75 kilómetros de Bangui, unos mercenarios rusos habían matado a un habitante local y que en la mañana del martes en aquella localidad se habían iniciado protestas masivas exigiendo la marcha de los rusos. Jóvenes locales enfurecidos habrían matado a un soldado ruso, afirmaba esta fuente, advirtiendo, sin embargo, de que esta última información no estaba confirmada.
En las versiones que se dan sobre la suerte del equipo de investigación ruso hay muchos cabos sueltos, por ejemplo la razón por la que profesionales tan experimentados se aventuraron a salir a la carretera después de las siete de la tarde, cuando ya había anochecido y también sobre la dirección que tomó su vehículo. Marcelin Ioio, un dirigente local en Sibut, dijo que los representantes de los servicios de seguridad habían aconsejado a los rusos que no se pusieran en camino en la oscuridad. Según la página informativa Mediazona, el grupo fue atacado cuando iba al encuentro de la persona que ayudaba a producir la filmación. “Llevaban consigo un equipo muy caro que pudo ser la causa del asalto”, subrayaba Mediazona.
Acuerdos bilaterales
El Ministerio de Exteriores ruso confirmó la muerte de los tres miembros del grupo y la portavoz de este departamento, María Zajárova, aclaró que los periodistas iban en viaje turístico y no informaron a las autoridades rusas. El Comité de Investigación de Rusia, por su parte, inició un proceso por “asesinato”. Los documentalistas llevaban acreditaciones caducadas del periódico Izvestia.
La RCA se encuentra en estado de guerra civil con intervalos prácticamente desde 2013, cuando fue derrocado el presidente Francois Beziré. El actual presidente, Faustin-Archange Touadéra, se reunió con Vladímir Putin en el foro económico de San Petersburgo el 23 de mayo. Ambos mandatarios trataron sobre la intensificación de las relaciones económicas y humanitarias bilaterales. Antes, en octubre de 2017, Touadéra se había entrevistado con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en Sochi y en los documentos firmados por ambos entonces se expresaba el deseo de llegar a acuerdos de asociación para la “exploración minera” y otros proyectos económicos “mutuamente ventajosos”.
En diciembre de aquel año, a pesar del embargo al suministro de armas a RCA, Rusia consiguió el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU para enviar armamento e instructores militares a aquel país. A principios de 2018 Moscú envió la primera remesa de armamento así como cinco asesores militares y 170 asesores civiles para instruir a dos batallones del ejército, formado por 1.300 personas. Según el Ministerio de Exteriores de Rusia, esta ayuda se presta de acuerdo con las exigencias del régimen de sanciones de la ONU en relación a la RCA. Sin embargo, fuentes periodísticas rusas opinan que una parte de la ayuda prestada desde Rusia a la RCA no es oficial y corre a cargo de la compañía Wagner. Los rusos custodian al presidente de la RCA, pero podría haber mercenarios rusos en las filas opuestas al régimen, que controla una parte muy restringida del territorio en torno a la capital.
África está también en el punto de mira de la política internacional de Vladímir Putin, que el pasado julio recibió al presidente de Sudán, Omar al Bashir, para debatir con él sobre la colaboración militar bilateral. Bashir, con quien el líder ruso se entrevistó también en Sochi en noviembre pasado, es buscado por el Tribunal Penal Internacional como sospechoso de genocidio y limpieza étnica en Darfur, lo cual no ha impedido a Rusia facilitarle consejeros militares y armamentos.
Mercenarios “invisibles”
Las operaciones de las empresas de seguridad privadas rusas en el extranjero carecen de una base legal y sus miembros, si actúan en el campo de batalla, entran en la categoría de mercenarios, un delito que en Rusia se castiga con penas desde cuatro a 15 años de prisión.
La empresa Wagner ha actuado en Siria y también en la región del Donbás, en apoyo de los separatistas del Este de Ucrania. Su fundador y jefe, Dmitri Utkin (apodado Wagner), ha sido condecorado con la orden del valor y se ha fotografiado en el Kremlin junto al presidente Vladímir Putin. Según los medios rusos, Wagner tiene entre 1.500 y 2.500 combatientes y fue fundada a partir del llamado Slavianskii Korpus, que actuaba en Siria desde 2013 y posee una base de entrenamiento en la región de Krasnodar. Utkin y su compañía fueron incluidos en la lista de sanciones de EE UU en junio de 2017. Según los servicios secretos ucranianos, los combatientes de Wagner habrían participado en el ataque al aeropuerto de Donetsk, y en las acciones bélicas en Debáltsevo. En Siria, los hombres de Wagner participaron en el ataque a Palmira en 2016 y 2017. En febrero pasado, Wagner sufrió enormes perdidas cuando militares norteamericanos en Siria abortaron el intento de esta compañía de hacerse con el control de una instalación petrolera y el mando militar ruso, que no reconoce la presencia de mercenarios, negó a los estadounidenses (que les interrogaron antes de aniquilar a los asaltantes) que hubiera rusos entre quienes trataban de hacerse con aquellas instalaciones. La compañía Wagner actúa en los cuarteles rusos para reclutar a personal que quiera ir a Siria, atrayéndolo con elevados sueldos, pero a cambio de guardar silencio sobre su vinculación a las Fuerzas Armadas y a renunciar al estatus oficial, según informaron a esta corresponsal medios conocedores de la actividad en algunos cuarteles.
Según BBC, los empleados de Wagner están también en Sudán. En medios periodísticos se vincula la compañía con con el empresario Evgueni Prigozhin, proveedor de comidas preparadas y dueño de varios restaurantes en San Petersburgo, a quien se asocia además con la fábrica de bulos que operaba desde aquella ciudad para influir en las opiniones de los usuarios en las redes sociales.
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