_
_
_
_

Thorvald Stoltenberg, ‘El abuelo de Noruega’

Exministro de Defensa y de Exteriores en su país y mediador en Bosnia era el padre del actual secretario general de la OTAN

Thorvald Stoltenberg, en una imagen de noviembre de 2002.
Thorvald Stoltenberg, en una imagen de noviembre de 2002.Manuel Escalera

Nunca llegó a ocupar el puesto de primer ministro, como lo haría su hijo Jens, actual secretario general de la OTAN. Pero pocas personalidades de la política noruega han logrado la popularidad, dentro y fuera de su país, del diplomático Thorvald Stoltenberg (Oslo 1931-2018), fallecido el pasado viernes a los 87 años. Ese prestigio y su compromiso con la acción pública y las relaciones internacionales le valieron el sobrenombre de El abuelo de Noruega o El padre de la nación, como han destacado diversos medios del país escandinavo al conocer la noticia de su muerte.

La biografía de Stoltenberg es, sin exageración, el reflejo de la evolución de la Noruega que superó el trauma de la II Guerra Mundial para convertirse en uno de los puntales de la socialdemocracia europea y del Estado del bienestar. Hijo de un ama de casa y de un oficial del Ejército, a los 11 años vivió el arresto de su padre, que fue enviado durante la ocupación nazi a un campo de concentración de Alemania. Cuando tenía 19 años, él mismo fue destinado a la zona de ocupación británica en Alemania como miembro de la Brigada Noruega Independiente.

Al poco de completar sus estudios de Derecho tras un periplo formativo por Austria, Suiza, Estados Unidos y Finlandia, ingresó en las filas del Partido Laborista, cuyo Comité Internacional dirigiría años después. Una de las experiencias que marcaría su juventud fue su apoyo a la revolución húngara de 1956, reprimida por el Kremlin. El periodista americano Barry Farber coincidió con Stoltenberg en el rescate de un grupo de refugiados que intentaba cruzar el canal Einser, entre el país magiar y Austria, y relató la valentía de aquel joven noruego de 25 años que salvó la vida de una veintena de personas al impulsar con sus propias manos la balsa en la que huían de la invasión soviética. Años después, en 1990, ese mismo joven dirigiría el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Su extenso currículo en puestos de responsabilidad política empezó en 1958, cuando fue designado secretario sustituto temporal en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. Después, le fueron encomendados dos destinos diplomáticos, el Consulado de San Francisco, en Estados Unidos, y la Embajada de Belgrado. Tras ejercer distintos cargos en la Confederación Noruega de Sindicatos (LO) y en diferentes departamentos ministeriales, llevó la cartera de Defensa de su país entre 1979 y 1981, en el gabinete laborista de Oddvar Nordli. Después, fue ministro de Exteriores en otros dos periodos, de 1987 a 1989 y de 1990 a 1993, en dos de los tres Gobiernos de Gro Harlem Brundtland, también laborista. Brundtland fue luego directora general de la Organización Mundial de la Salud.

Mediador internacional de la ONU en la guerra de Bosnia (1992-1995), el nombre de Stoltenberg estuvo entre los candidatos a convertirse en secretario general de la ONU a finales de 1991 para sustituir al peruano Javier Pérez de Cuéllar. El cargo fue finalmente ocupado por el diplomático egipcio Butros Butros-Gali.

Brundtland, que lo conocía desde su juventud, ha destacado su calidez y su extraordinaria habilidad para llegar a las personas con las que trabajaba. “Siempre le gustó compartir, viajar, inspirar y pertenecer a una gran comunidad social en muchos países”, evocaba la ex primera ministra de Noruega. Casado con la genetista y feminista Karin Heiberg, que fuera secretaria de Estado del Ministerio de Comercio y Transporte, fue padre de tres hijos.

Preocupado por las personas, no por el poder. Así resumen muchos de los que han despedido a esta figura del laborismo noruego que dedicó los últimos años de su actividad pública a los más débiles. Presidió la Cruz Roja de Noruega y colaboró en campañas para reducir las políticas punitivas contra los narcóticos, marcado por la experiencia de su hija Nini, presentadora de televisión fallecida en 2014 y conocida por su adicción a las drogas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_