Las potencias del pacto nuclear buscan blindar el petróleo iraní
Los países firmantes tratan de mantener el acuerdo con una decena de compromisos difusos sobre la mesa en su primera reunión sin EE UU
Las potencias firmantes del pacto nuclear con Irán buscan nuevas herramientas para mantener a flote este marco, herido de muerte tras la retirada estadounidense. Los ministros de Exteriores de esos Estados se reunieron este viernes en Viena, por primera vez con la silla vacía del representante estadounidense. Sobre la mesa hubo una decena de compromisos difusos. El principal consiste en garantizar la importación de petróleo iraní, clave para su supervivencia económica.
La misma habitación en la que las grandes potencias mundiales cerraron la histórica paz nuclear con Irán en 2015 acogió a los firmantes del acuerdo, ya sin Estados Unidos. Los titulares de Exteriores de los seis países implicados en ese esquema (Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia, China e Irán, bajo la presidencia de la Unión Europea) se citaron en el palacio de Coburg, en el centro de Viena, para tratar de convencer a Teherán de que merece la pena seguir permitiendo la vigilancia internacional de su sistema nuclear. Las autoridades iraníes habían solicitado el encuentro porque no obtienen suficientes garantías frente al enorme perjuicio económico que les causa la decisión estadounidense.
Los firmantes europeos del pacto ya improvisaron un plan para eximir a las compañías de la UE con intereses en el país del castigo anunciado por el presidente estadounidense, Donald Trump. Ante la debilidad de esas medidas, el Gobierno iraní, asfixiado por los sectores radicales que le piden desvincularse de la paz nuclear, exige más determinación a sus socios.
“Hacemos todo lo que podemos y queremos dejar claro a Irán que abandonar el acuerdo tendría grandes desventajas, también desde el punto de vista económico”, enfatizó el ministro alemán, Heiko Maas, antes de entrar a la reunión. Tanto Maas como su homólogo francés, Jean-Yves Le Drian, aludieron a un nuevo plan con incentivos económicos para Irán. “La idea es ponerlo en marcha antes de la reanudación de las sanciones”, aseguró Le Drian a la cadena francesa RTL, en referencia a la fecha de la entrada en vigor del segundo tramo de sanciones que podrá adoptar Estados Unidos contra cualquier operador que haga negocios en Irán. Las primeras se aplicarán ya en agosto.
Barrera estadounidense
La cita terminó con un comunicado plagado de vaguedades, que fue leído íntegramente por la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, al final del encuentro. Ninguno de los participantes quiso valorar el resultado. Fuentes comunitarias aseguran que fue una discusión útil y que el ministro iraní, Mohammad Javad Zarif, entendió las dificultades de las potencias para sortear la enorme barrera que representan las sanciones extraterritoriales ideadas por Trump.
El texto acordado reconoce que las ganancias económicas para Irán —sujeto a un bloqueo comercial y de inversiones hasta 2015— “constituyen una parte esencial” de este marco de entendimiento. Esos frutos son la contrapartida a las inspecciones periódicas que Teherán permite en su programa nuclear con el fin de descartar que pueda preparar la bomba atómica. Entre los compromisos económicos que los integrantes del pacto se avienen a reforzar figuran el mantenimiento de los “canales financieros” con Irán —muy amenazados por la prohibición de realizar operaciones en dólares— y la continuidad de los intercambios energéticos.
El florecimiento del sector del petróleo constituye el beneficio más tangible que ha obtenido Irán del levantamiento de las sanciones europeas. La UE importó crudo iraní por valor de 9.000 millones de euros el año pasado, lo que supone duplicar con creces las cifras de 2016, el primer ejercicio de aplicación plena del pacto nuclear, según datos de la Comisión Europea. Con el resto de elementos sometidos a una enorme incertidumbre, Bruselas quiere al menos asegurar que ese nivel comercial se mantiene, según explican fuentes diplomáticas.
También la aportación de China resulta crucial. Sus compras de petróleo iraní representan una cuarta parte de la cesta exportadora del país de Oriente Próximo, informa Reuters. Garantizar los mismos niveles no resulta sencillo con la amenaza estadounidense. La diplomacia europea explora la posibilidad de que esos pagos por la importación energética se hagan a través de los bancos centrales: desde el Banco Central Europeo al de Irán, de manera que se eviten las transacciones privadas y la posibilidad de que las compañías puedan ser sometidas a castigos. La medida despierta recelos entre algunos países miembros.
Reticencias del Banco Europeo de Inversiones
De entre todas las incertidumbres que rodean las medidas europeas para salvaguardar la paz nuclear con Irán destaca la financiera. Bruselas presentó hace un mes una especie de escudo para contener la huida de inversores europeos —sobre todo pequeños y medianos— de Irán. La Comisión Europea propuso incluir a este país en la lista de Estados extranjeros candidatos a la financiación del Banco Europeo de Inversiones (BEI), la principal herramienta de crédito para proyectos de la UE. Ningún país se ha opuesto formalmente, pero el presidente de esta institución lo rechaza.
Cuando se conoció la propuesta, Werner Hoyer, presidente del BEI, explicó a la prensa que exponerse a Irán podría deteriorar la posición del banco en los mercados porque esta institución se financia en buena medida en los estadounidenses. Alrededor del 30% de su deuda está denominada en dólares, un volumen que peligraría si Washington decidiera penalizar al banco por ofrecer créditos en Irán. “Con este nivel, la Administración estadounidense podría tener la herramienta para amenazar el modelo de negocio del banco”, aseguró a la agencia Bloomberg.
Una de las posibilidades para frenar esta decisión, que ha pasado el primer filtro de decisión europea, sería frenarla cuando tenga que pasar por el consejo de gobernadores de la institución, compuesto por los ministros de Finanzas de los países miembros. Ese gesto supondría una desautorización de la estrategia ideada en Bruselas.
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