“Si las encuestas se cumplen, vamos a tener un gobierno populista de derecha o izquierda”
El abogado y sociólogo ve con preocupación la polarización que impera en la campaña presidencial en Colombia, y advierte sobre los riesgos de una constituyente
César Rodríguez Garavito (Bogotá, 1971) es un reconocido jurista y sociólogo colombiano. Cofundador y director del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia), tiene una amplia trayectoria como defensor de derechos humanos. Profesor de la Universidad de Los Andes y columnista del periódico El Espectador, acaba de regresar de la fronteriza ciudad de Cúcuta, donde apoyan a organizaciones que trabajan con migrantes y refugiados venezolanos que llegan a Colombia huyendo de la crisis. Ve con preocupación el populismo de los dos candidatos que lideran las encuestas, el senador uribista Iván Duque y el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro.
Pregunta. ¿Cómo definiría el momento que atraviesa Colombia?
Respuesta. En cuanto al proceso de paz, definitivamente es un punto de inflexión, no se sabe en qué dirección. La apuesta por el fin de la guerra tuvo un pico, una subida acelerada y en este momento está desafortunadamente desacelerándose. Los procesos de paz son reversibles, la evidencia internacional lo muestra. La que tenemos es una implementación bastante diluida, comparada con la ambición original. ¿Qué ruta va a tomar? Depende mucho, decisivamente, del 27 de mayo [primera vuelta] y el 17 de junio [la segunda]. Quién quede presidente siempre es importante, pero aquí, en un momento de inestabilidad, implica un cambio potencialmente considerable.
Para ponerle nombres concretos, si queda Duque, la curva de la paz baja. Si queda Germán Vargas Lleras, se mantiene como está. Si queda Sergio Fajardo se recupera una versión menos modesta pero tampoco mucho más ambiciosa. Si queda Petro su programa sería más ambicioso, pero el problema es si es viable o no.
P. ¿Qué representa cada candidato?
R. Fajardo significa un golpe contra la corrupción. Humberto de la Calle, en buena medida, continuidad. Vargas Lleras es el statu quo, con lo bueno y malo que tiene. Duque es el populismo de derecha, y Petro el populismo de izquierda.
P. ¿El populismo va a decidir estos comicios?
R. El proceso de polarización y antagonismo que define a todo populismo me preocupa particularmente. Veo muchas similitudes entre el estilo de la plataforma de derecha de Duque y la de izquierda de Petro. Las trayectorias de las dos son populistas. Duque parece de una corriente tecnócrata, pero el uribismo es altamente populista en el sentido de hacer una política de nosotros contra ellos, bastante desinstitucionalizada, bastante volcada a acomodar las reglas de juego para, claramente en el caso de Álvaro Uribe, quedarse en el poder.
Si las encuestas están en lo cierto, entonces vamos a tener un gobierno populista, de una denominación u otra. No significa que la izquierda no se distinga de la derecha, pero serían muy parecidas en el cómo.
P. ¿Cuáles son esas similitudes?
R. Lo primero que van a intentar hacer es una constituyente. Y en eso se nos van a ir buena parte de los cuatro años con uno o con otro. Con el dilema de que en el camino se van a intentar llevar por delante algunas de las buenas instituciones que tenemos. Sus trayectorias sugieren que tendrían una tentación casi insuperable de cambiar las reglas de juego mismas.
P. ¿Es conveniente reformar la Constitución en un momento de tanta polarización?
R. Una constituyente en Colombia se sabría cómo arranca pero no cómo termina, y no hay ninguna garantía, y menos si está alguno de esos dos sectores en el poder, de cumplir la palabra de que sea una constituyente limitada. Incluso las que fueron convocadas en un contexto menos polarizado, por ejemplo la de Ecuador en 2008, terminaron llevándose por delante todas las instituciones existentes. Hay un gran riesgo de que terminemos con unas mayorías coyunturales, con una constitución regresiva en muchos sentidos.
Una plataforma de reforma constitucional del uribismo, por ejemplo, cuando incluye a algunos sectores conservadores cristianos, tiene que tener una involución en libertades, diversidad, parejas del mismo sexo o derechos de las mujeres.
P. La crisis de Venezuela también ha sido tema de campaña. ¿Se ha manipulado políticamente el drama de la migración venezolana?
R. Sí. Lo que es triste de la campaña política es que ha convertido a Venezuela en un comodín. Sobre todo le sirve al uribismo para martillar la similitud que ellos alegan que Petro tiene con el chavismo y el madurismo. Y a Petro le ha servido para que, en esa animadversión, suba su popularidad, después de haber guardado silencio sobre Venezuela durante demasiado tiempo. Es que uno se apoya sobre el otro. Ninguno, sin embargo, tiene unas propuestas serias para la escala del problema, ni siquiera los candidatos de centro.
P. ¿Cuál es esa escala?
R. La escala del problema es la Siria latinoamericana. Dentro de Venezuela la sociedad civil, como sabe quien haya estado allí o en la frontera, está pasando hambre, no tiene medicinas y hay una represión política gigantesca. Aquí habría que hacer un esfuerzo de la escala del que ha tenido que hacer Turquía con los migrantes sirios. Europa ha recibido menos migrantes en los últimos años que los que han pasado probablemente la frontera colombiana, no solamente para acá sino a Perú, Ecuador, Chile o Argentina. Entonces Venezuela sirve mucho más como excusa, y cómo un lugar simbólico en la pelea, que como un problema a resolver. Ha habido manifestaciones muy oportunistas de algunos candidatos.
P. Usted fue coautor de un libro sobre la nueva izquierda latinoamericana en 2004, ¿qué izquierda representa Petro?
R. En ese momento Hugo Chávez no había desmontado las instituciones. Había cierto consenso en que la izquierda era compatible con la profundización de la democracia, que significaba dos cosas: mantenimiento de la separación de poderes y participación. Esa izquierda se desdibujó y se quedó más con algo de lo segundo y casi nada de lo primero. Luego dio un salto mortal en Venezuela y en Nicaragua. En menor medida pero suficientemente lejos llegaron Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Correa era visto como el tecnócrata de esa izquierda, y terminó siendo un autócrata redomado. Esa izquierda más movimientista y más populista, más de ellos contra nosotros, más de choque y antagonismo, es la que creo yo que termina representando Petro. Si llega al poder, no creo que vaya a implementar medidas económicas desastrosas como Maduro. Colombia tiene un establecimiento económico robusto. Yo no creo que el populismo de Petro sea económico, sería más parecido a Correa que a Maduro. Pero Correa, como vemos ahora con el hecho de que el presidente Lenin Moreno haya tenido que echar para atrás una cantidad de abusos que cometió, yo creo que es un destino indeseable. Para la izquierda y para Colombia.
P. ¿Está Colombia condenada a la polarización, o una tercera vía puede dar la sorpresa?
R. Después del plebiscito sobre el acuerdo de paz, del Brexit y de Donald Trump, todo es posible en elecciones por el voto vergonzante, porque la gente no dice por quién va a votar, porque a último momento las redes sociales se pueden mover de una manera que desequilibran las tendencias. Yo creo que una tercería es posible. Hay una incertidumbre seria. No me atrevería a decir entre quienes, pero creo que va a haber un voto finish entre el segundo y el tercero en la primera vuelta. Con esos voticos, miles, vamos a estar comiéndonos todos las uñas para ver cómo va a ser la segunda vuelta.
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