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Las latinoamericanas atrapadas en la “generación sándwich”

En la región, las mujeres siguen siendo las que dedican más tiempo a cuidar de sus hijos y de sus padres

Los adultos mayores en gran parte de Latinoamérica viven con sus hijos y nietos.
Los adultos mayores en gran parte de Latinoamérica viven con sus hijos y nietos.B. M.
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Los padres de Johana y de su hermano rondan los 60 años. Son los orgullosos abuelos de su niña, que apenas tiene cinco años. A sus 35, Johana está justo en el medio de dos generaciones: la de sus progenitores y la de su hija. Pero estar "en medio" significa mucho más que una cuestión de edades, sino de crecientes responsabilidades.

Ella está pendiente de su casa, de la fiebre que hoy le dio a la nena; pero también de la cita médica que en la tarde tiene su madre y de que a su padre se le acabará pronto el medicamento para la presión arterial, que no debe dejar de tomar ni un día.

También debe conciliar toda esta rutina con su trabajo, uno que hace de manera informal y que ha tenido que ajustar a horarios más cortos, justamente por las pautas de cuidados que van marcando la vejez de sus padres y las necesidades de su hija.

Johana forma parte del grupo de personas al que se le denomina la “generación sándwich”. No solo porque están entre dos generaciones, sino porque son responsables de cuidar y mantener en términos financieros a sus hijos y a sus padres o suegros simultáneamente. En algunos casos, también proveen a otros miembros de la familia que no se pueden valer por sí mismos.

Esto es motivo de preocupación para los expertos.

En su más reciente blog, los economistas Lourdes Rodríguez-Chamussy y Humberto López del Banco Mundial afirman que "en la mayoría de los países en desarrollo, el papel de las mujeres como proveedoras de cuidado a niños, adultos mayores y personas con dependencia funcional muchas veces limita sus oportunidades de participación económica y afianza un círculo vicioso de inequidad y pobreza".

Según datos de 2017, registrados en el informe Perspectivas de la Población Mundial, elaborado por Naciones Unidas, el 46% de personas en América Latina y el Caribe están entre los 25 y 59 años y, dentro de este rango, la mayoría tiene entre 34 y 59 años. En esa franja está la "generación sándwich".

Más tiempo de vida, menos hijos

Varios estudios señalan que en países como Ecuador, Honduras o México, por ejemplo, una persona comienza su vida económicamente productiva a los 24 años (a la hija de Johana aún le faltan 19 años para llegar a esta edad), y vuelven a consumir más de lo que ingresan a los 63 años, hasta el final de su vida (o sea, las demandas de sus padres apenas comienzan).

De acuerdo con datos de la Encuesta sobre Salud, Bienestar y Envejecimiento para siete ciudades de América Latina, la tasa de discapacidad entre los hombres sube un 16% cuando tienen entre 60 y 64 años y esta cifra se eleva a 47% cuando cumplen 90. En el caso de las mujeres, la tasa de discapacidad es del 24% cuando tienen 60 años y se incrementa al 57% cuando tienen 90 años.

Hasta este punto, muchos podrán afirmar que la escena que protagoniza Johana es muy común. Después de todo, no es algo nuevo que los adultos en edad productiva se hagan cargo de sus padres y de sus hijos a la vez. Si bien esto es cierto, también lo es que los cambios demográficos que se configuran lentamente en la región ponen un acento en el presente y el futuro de este escenario:

- El número de hijos que tiene una mujer en América Latina es menor que antes. El informe sobre la población mundial de Naciones Unidas señala que entre 1975 y 1980 en América Latina había 4,48 nacimientos por mujer. Para 2015, la cifra era de 2,14 y se espera que para 2030 haya 1,8 hijos por cada mujer. Esto significa menos hermanos para compartir responsabilidades.

- Los latinoamericanos viven y vivirán más. La expectativa de vida en América Latina y el Caribe es de 75,7 años, casi un 20% más que en 1980 y se espera que para 2015 sea de 81,3 años. Esto aumentará la demanda de cuidados.

- El envejecimiento de la población será una de las transformaciones sociales más importantes de este siglo. Según el informe Envejecimiento de la población ¿Está preparada América Latina?, del Banco Mundial, entre 1950 y 2000 el porcentaje de la población de 60 años o más subió apenas moderadamente: de un 6% a un 9%. Sin embargo, durante los próximos 50 años pasará de ese 9% a un 24%. Esto significa que la población en edad avanzada aumentará de 9 millones a 180 millones, señala el informe.

La carga sobre las mujeres

Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo indica que la demanda de cuidados para personas de edad avanzada se duplicará y, en algunos países hasta se triplicará. Para 2050, en países como Chile, por ejemplo, por cada 100 personas habrá 15 mayores de 75 años que necesitarán de cuidados, 11 más de los que existen actualmente.

En todas las edades, las mujeres dependen más de sus familias que los hombres, destacan las diferentes instituciones que han analizado este tema de la agenda de desarrollo.

Aunque los cambios en las estructuras familiares o flujos migratorios, entre otros factores, también están trayendo como consecuencia que muchas personas de edad avanzada vivan solas -sobre todo en países como Uruguay, Chile o Argentina-, los adultos mayores de 80 años en la mayoría de los países de América Latina viven con sus hijos, ya sea por razones culturales o por traspiés en la economía familiar.

Más allá de poner en contexto lo que debe afrontar la "generación sándwich", también está sobre la mesa la situación de la mujer que está entre rebanada y rebanada.

Johana tiene un hermano y un esposo, pero la responsabilidad es asimétrica. Los expertos concluyen que pese a los avances que ha tenido la región en términos de equidad de género en distintas áreas, entre ellas la participación laboral, los países de América Latina aún tienen que afrontar grandes retos en este sentido: siguen siendo las mujeres las que más se hacen cargo del cuidado de niños y abuelos.

Para argumentarlo, expertos del Banco Mundial han analizado los datos más recientes de estudios como la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, de México, la cual señala que el 33% de las mujeres, que tienen entre de 25 a 44 años de edad, dedican 40 horas o más a la semana al cuidado niños, adultos mayores o personas con alguna discapacidad. Un 15% de aquellas que tienen entre 45 y 64 años, también dedican el mismo número de horas al cuidado de otras personas con las mismas características. Los hombres dedican menos de 20 horas.

En Chile, la edad promedio de las mujeres que declaran prestar apoyo no remunerado a niños, adultos mayores o familiares con alguna dependencia es de 46 años, en plena edad productiva, y los expertos señalan que la incidencia de pobreza monetaria en los hogares de estas mujeres es mayor que en el resto.

No es casualidad. Diversas investigaciones indican que la no inclusión financiera de las mujeres hace imposible el camino hacia la superación de la pobreza.

Hay divergencias entre países, pero el informe sobre el Panorama Social de América Latina 2017, de la Cepal, señala que "el envejecimiento tiene una dimensión de género ineludible, no solo porque las mujeres constituyen la mayoría de las personas mayores, sino también porque son las principales cuidadoras de las personas ancianas y, además, porque en su vejez las mujeres carecen de autonomía económica en una proporción mucho mayor que los varones que se encuentran en dicha situación".

El estudio del Banco Mundial sobre el envejecimiento de la población en la región apunta que, en promedio, "los ingresos laborales de los adultos jóvenes representan en promedio cerca del 90% del total de sus ingresos (94% en el caso de los hombres, 82% en el caso de las mujeres). En el caso del grupo mayor de 60 años, esta cifra desciende al 44% (54% en el caso de los hombres, 26% en el caso de las mujeres)".

Rodríguez-Chamussy y López recalcan que estos datos muestran que “en nuestro trabajo con los países de la región, en los que apostamos por una mayor prosperidad y reducción de la pobreza, se vuelve imperativo incorporar, desde los diferentes sectores, atención y soluciones a la carga desigual que enfrentan las mujeres de la 'generación sándwich".

En otras palabras, esto significa que Johana, y las mujeres como ella puedan estar mejor posicionadas —con mejores oportunidades de empleo y capacidad de ahorro para el futuro— cuando ella esté en el lugar de sus padres y que su hija pueda tener una carga menos pesada cuando esté en el lugar de su mamá.

Marjorie Delgado es productora digital del Banco Mundial.

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