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Kim Jong-un envía un gesto a Trump al dar por acabadas sus pruebas nucleares

Pese al golpe de efecto, Corea del Norte no da indicios de querer renunciar a su arsenal

Kim Jong-un da un discurso durante la Conferencia de Presidentes de los Comités de Primarios del partido.Foto: atlas | Vídeo: EFE / KCNA | ATLAS

Si hay algo que ha dejado claro durante su mandato Kim Jong-un, el líder supremo norcoreano, es que es un maestro de los golpes de efecto. Su anuncio, este fin de semana, del fin de las pruebas nucleares y de misiles balísticos de su país ha sido una demostración más. El gesto busca generar confianza a apenas una semana de su cumbre con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, en la Zona Desmilitarizada. Pero, sobre todo, está dirigido al presidente estadounidense Donald Trump, para incrementar las posibilidades de que llega a celebrarse la anunciada reunión entre ambos, el gran objetivo de Corea del Norte.

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El gesto norcoreano es inesperado: lograrlo en la cumbre Kim-Moon del próximo viernes se hubiera considerado un éxito. También representa un primer paso importante, especialmente si Corea del Norte hace realidad la promesa de “transparencia” en el proceso.

Pero para Corea del Norte representa una concesión menor de lo que parece a primera vista. Pyongyang ya había indicado que mientras durara el proceso de conversaciones mantendría una moratoria sobre sus pruebas de armamento. El campo de pruebas a cerrar, Punggye-ri, estaba deteriorado tras sufrir un grave derrumbe en uno de sus túneles después del último ensayo nuclear, y algunos analistas advierten del riesgo de colapsos aún mayores. Además, Corea del Norte puede decidir, en cualquier momento, dar carpetazo a la moratoria y volver a las andadas.

Sobre todo, el anuncio no contiene ninguna referencia a una posible desnuclearización, la clave de las negociaciones y el objetivo final al que aspiran tanto Corea del Sur como Estados Unidos. Más bien, el texto apunta a todo lo contrario: deja claro la importancia que otorga a sus bombas nucleares y misiles, en las que ha invertido 20 años de trabajos y buena parte de su limitado PIB, y que considera la garantía de supervivencia del régimen y del Estado.

Tras haber probado en septiembre la bomba nuclear más potente de su historia, y haber culminado con éxito la prueba de dos misiles intercontinentales a lo largo del año pasado, Pyongyang siente que ya tiene lo que necesita: un arsenal nuclear lo suficientemente creíble -los expertos calculan entre 15 y 60 bombas- como para servir de elemento disuasorio ante posibles ataques enemigos.

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“El proceso de montaje de las ojivas nucleares en misiles balísticos se ha verificado… el desarrollo de medios para lanzarlas y atacar también se ha conseguido de manera científica. La misión del campo de pruebas nucleares, por tanto, ha llegado a su fin", ha añadido Kim Jong-un, según el texto del anuncio.

Trump: "Muy buenas noticias"

Estados Unidos contempla con un optimismo cauto el anuncio de Corea del Norte, que parece allanar el camino para llegar con concesiones bajo el brazo a la enigmática y arriesgada reunión que celebrarán en mayo o junio Kim y Trump. Tras el anuncio de Pyongyang, el presidente estadounidense lo calificó el viernes de “muy buenas noticias para Corea del Norte y el mundo”, habló de un “gran progreso” y de su voluntad de reunirse con el dictador norcoreano.

Los gestos de Pyongyang culminan una semana que para Trump ha estado marcada por la cita con Kim. El republicano celebró dos días de reuniones en Florida con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y advirtió que solo hablará con Kim si está seguro de lograr éxitos tangibles. También se reveló que el director de la CIA, Mike Pompeo, se reunió la semana pasada con el autócrata norcoreano.

La Casa Blanca considera que las concesiones de Kim son una consecuencia de la política de “máxima presión” de Washington mediante sanciones internacionales y la advertencia de una acción militar estadounidense. Hace pocos meses, ambos países se insultaban y amenazaban mutuamente y ahora trabajan en un incipiente pero incierto deshielo, que llevaría a la primera reunión entre sus presidentes. Es una incógnita si los gestos de Kim son sinceros, pero el Gobierno de Trump dice haber aprendido de los errores de las fallidas negociaciones pasadas con Pyongyang, que no acabaron con su programa atómico.

El gesto del líder norcoreano no solo ha sido bien recibido en la Casa Blanca. Desde un renuente Abe, que ha insistido en la necesidad de una desnuclearización verificable, a una Unión Europea que habla de una “etapa positiva”. Pasando por un optimista Moon, cuyo gobierno lo ha considerado un primer paso “significativo” que creará condiciones favorables para las cumbres del próximo viernes en Panmunjom y la que se desarrolle entre Kim y Trump.

Esta última es el gran premio que anticipa Pyongyang. La imagen de un líder norcoreano que estrecha la mano a un presidente estadounidense, de igual a igual, ha sido algo que el régimen ha buscado durante décadas, sin éxito hasta ahora. Una imagen que le daría legitimidad.

Moon, por su parte, había asegurado también esta semana que Corea del Norte “está expresando su intención de una desnuclearización completa”. A cambio “no está planteando demandas que Estados Unidos no puede cumplir, como la retirada de sus tropas en Corea”, ha agregado el presidente surcoreano. EE UU mantiene desplegados a cerca de 28.000 soldados en el sur de la península.

Con el anuncio del fin de las pruebas y con las palabras optimistas de Moon, la cumbre del próximo viernes en el Pabellón de la Paz de Panmunjom, ya dentro del territorio surcoreano en la Zona Desmilitarizada, cobra aún más interés. Lo que se aborde allí sentará las bases para el posible encuentro entre Kim y Trump. Seúl ha adelantado que se negocia algún tipo de declaración de paz. Habrá que ver si el líder norcoreano tiene preparado para entonces un nuevo golpe de efecto.

Libros y tuits de Trump para preparar la reunión

J.F.

Corea del Norte prepara la reunión entre Kim Jong-un y Donald Trump con un material inusual. Según el diario The Washington Post, altos cargos del Gobierno de Pyongyang han leído el libro The Art of the Deal, escrito por Trump en 1987, cuando tenía 41 años, y que da lecciones sobre las mejores técnicas de negociación. También han leído Fire and Fury, el polémico libro del periodista Michael Wolff que dibuja una Casa Blanca caótica en el primer año de presidencia de Trump.

Además, Pyongyang, según el rotativo, cuenta con un archivo de más de 37.000 mensajes de Trump en Twitter. La red social es la plataforma preferida del republicano para arremeter ferozmente contra sus rivales y anunciar, con un lenguaje hiperbólico, sus posiciones políticas. En Twitter, Trump ha humillado en varias ocasiones a Kim y ha amenazado con lanzar una acción militar contra Corea del Norte. Es una incógnita cómo está preparando Trump su insólita y arriesgada cita con Kim a finales de mayo o principios de junio. Lo único que se sabe es que la CIA tiene un papel principal en los preparativos.

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