El rey Salmán recibe a un enviado del Papa
El cardenal Tauran es la más alta autoridad católica que visita Arabia Saudí
El rey Salmán de Arabia Saudí ha recibido este miércoles al cardenal francés Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso del Vaticano y la más alta autoridad católica en visitar el reino, ha informado la agencia estatal saudí, SPA. El gesto, que sigue a una sucesión de encuentros del monarca o su heredero con representantes de otras ramas del cristianismo, alienta la esperanza de que el país cuna del islam relaje su prohibición a la práctica de otras religiones.
La cita, que de acuerdo con fuentes saudíes ha tratado sobre el papel de las religiones para hacer frente a la violencia, el extremismo y el terrorismo, es sobre todo simbólica. Según la web de noticias vaticana, Tauran, que llegó a Riad el pasado viernes y permanecerá en Arabia Saudí hasta el día 20, también se ha reunido “con un gran número de cristianos que viven en este país”. Se trata de algo inusual dado que hasta ahora los curas se veían obligados a viajar de forma encubierta al reino y a celebrar misas clandestinas.
Tauran, es el más alto cargo católico que se entrevista con Salmán, quien ostenta el título de Custodio de las Dos Mezquitas Sagradas del islam. El predecesor de éste, el rey Abdalá, realizó una visita histórica a la Santa Sede en 2007 para verse con Benedicto XVI, el primer encuentro de un monarca saudí con un Papa de Roma. Aunque la curia no mantiene relaciones diplomáticas formales con Riad, tras el impacto que supuso el 11-S (15 de los 19 suicidas eran saudíes), dirigentes cristianos y musulmanes lanzaron un proyecto de diálogo interreligioso que recibió un espaldarazo con aquella cita, pero que no tuvo reciprocidad dadas las restricciones de la cuna del islam, donde incluso Biblias, cruces o rosarios están prohibidos.
"Lo que nos amenaza a todos no es el choque de civilizaciones, sino el choque de ignorancia y radicalismo”, ha dicho ahora Tauran durante un coloquio con el secretario general de la Liga Mundial Musulmana, el jeque Mohamed Abdul Karim al Isa, que también le ha acompañado en la visita a Salmán. El cardenal ha recordado que los lugares santos cristianos, ya sea “en Tierra Santa, en Roma o en cualquier lugar del mundo, están siempre abiertos para [los] hermanos y hermanas musulmanes”. Esas palabras ponen de relieve las restricciones saudíes a la libertad de religión y de culto.
Desde la llegada del rey Salmán al trono, y de la mano de su hijo y heredero, el príncipe Mohamed, Arabia Saudí se ha embarcado en un ambicioso programa de reformas que incluye una mejora de su imagen exterior. El Reino del Desierto intenta dejar atrás las acusaciones de que su estricta interpretación del islam, el wahabismo, ha alentado el terrorismo islamista y el sectarismo regional. MBS (Mohamed bin Salman, como se conoce al heredero, se ha esforzado por enviar un mensaje de apertura y tolerancia que contrasta con lo que ha sido la historia de su país, cuyo sistema educativo menospreciaba a los seguidores de credos distintos del islam, e incluso a los musulmanes de otras ramas.
En ese contexto, Riad invitó el pasado noviembre al Patriarca de la iglesia maronita, que sigue el rito oriental del catolicismo de Roma y cuyos fieles se concentran en Líbano, Siria y Chipre. Durante su reciente visita a Londres, MBS también se reunió con el jefe de la iglesia anglicana, a quien prometió promover el diálogo interreligioso como parte de sus reformas.
Pero la voluntad declarada del heredero de “regresar a un islam moderado que esté abierto a todas las religiones” para contrarrestar las ideologías extremistas ha flojeado sin embargo en el frente interno. La minoría chií, un 10% de la población que se siente discriminada, denuncia que su situación ha empeorado desde que MBS se ha hecho con el poder debido a su línea dura contra Teherán. La semana pasada, durante la presencia del rey Salmán en Dhahran para presidir la cumbre de la Liga Árabe, los medios de comunicación saudíes difundieron una imagen del monarca con Hasan al Saffar, un prominente clérigo chií que durante años estuvo confinado a su mezquita.
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