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El líder de la revuelta en Alhucemas se defiende apelando a la Constitución y al rey de Marruecos

Naser Zafzafi declara en el juicio donde se le acusa con cargos que podrían condenarle a pena de muerte

Francisco Peregil
Naser Zafzafi, el líder de las protestas rifeñas, durante un discurso el pasado 18 de mayo en Alhucemas.
Naser Zafzafi, el líder de las protestas rifeñas, durante un discurso el pasado 18 de mayo en Alhucemas. Mohamed Siali (EFE)

No cabe duda de que Nasser Zafzafi es un líder y lo sigue siendo. Esta semana, Zafzafi compareció ante el Tribunal de Apelaciones de Casablanca tras abanderar las revueltas de Alhucemas que empezaron en protesta por la muerte de un vendedor de pescado triturado en un camión de basura a finales de octubre de 2016 en la ciudad del norte de Marruecos. El desempleado, de 39 años, arrestado desde hace 10 meses, fue uno de los últimos acusados en comparecer en un juicio que comenzó el pasado septiembre y en el que se le acusa con cargos que podrían ocasionarle la condena a la pena de muerte.

A punto de cumplir un año en la cárcel, todos los acusados por las protestas de Alhucemas —conocidas Hirak (Movimiento), en árabe— se han declarado inocentes y ajenos a cualquier acusación de intenciones separatistas. Varios de ellos afirmaron en su día que la policía intentó, sin éxito, que testimoniaran contra Zafzafi. Y por fin, el lunes 9 de abril le tocó a Zafzafi declarar ante el juez. En la sala había familiares, periodistas marroquíes y europeos y miembros de organizaciones de derechos humanos. La Fiscalía le acusa de atentar contra la seguridad del Estado, un crimen que está castigado con la pena capital, según el artículo 201 del Código Penal. Aunque hace más de 25 años que Marruecos no ejecuta a los condenados a muerte, los tribunales siguen dictando estas condenas y quienes las padecen viven en las peores condiciones dentro de la cárcel.

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Zafzafi no dispone de estudios superiores. Sin embargo, domina el arte de la oratoria. Primero agradeció la presencia de periodistas que trabajan para “medios libres”, de familiares de presos y abogados defensores. Después, a lo largo de dos horas explicó cuáles son las causas del descontento en el Rif, se extendió sobre las raíces de las protestas y explicó por qué es tan importante para el Hirak la figura del Abdelkrim el Jatabi, el líder rifeño que, en julio de 1921, derrotó en Anual a las tropas coloniales españolas. Cuando el juez le conminó a que dejase de divagar la sala estalló en risas con la respuesta de Zafzafi: “Yo no tengo por costumbre hablar tanto, pero podría haber resumido mi declaración si el fiscal hubiera resumido sus acusaciones. Sin embargo, me ha endilgado dos crímenes y seis delitos”.

Negó, como todos sus predecesores, cualquier intención separatista. Y añadió que esas acusaciones solo tienen por objeto impedir al Movimiento de las protestas desenmascarar a los “lobbies mafiosos” de la zona. Su defensa la apoyó en la propia Constitución y en el rey, Mohamed VI. Dijo que la Constitución de 2011 autoriza las “manifestaciones pacíficas”. Y añadió: “El mensaje del rey es el mismo que el del Hirak. Y este juicio va a contracorriente del discurso del rey”.

El pasado octubre, un año después de que se iniciaran las protestas en el Rif, Mohamed VI destituyó a tres ministros y a un secretario de Estado como consecuencia del retraso y la mala gestión en la ejecución de proyectos que el propio monarca había prometido para Alhucemas en 2015. Zafzafi alegó que gracias “al coraje del Hirak” el rey pudo enterarse de los conflictos políticos que se escondían detrás de esos retrasos.

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En cuanto a las acusaciones de que el Hirak había sido financiado por rifeños que viven en Europa y persiguen la independencia del Rif, Zafzafi negó que ninguna de las ayudas recibidas del exterior provienen de separatistas. “¿Por qué la Fiscalía no abre una investigación sobre las ayudas humanitarias recibidas en Alhucemas tras el terremoto de 2004? ¿O sobre el dinero de Marruecos en Panamá y en Suiza?”, preguntó, según reprodujo la revista Telquel. “¿Qué prueba que el apoyo del Hirak en el extranjero sea realmente de separatistas? ¿Hay alguna sentencia pronunciada contra ellos?”.

Al día siguiente, antes de comenzar a narrar cómo se produjo su detención, Zafzafi pidió que su madre saliera de la sala. “Está enferma y no quiero agravar su sufrimiento”. La madre salió llorando. Entonces Zafzafi relató que los policías entraron en el lugar donde se encontraba huido, después de que el fiscal ordenara su captura por supuesta interrupción de la oración de un imán en la mezquita. “Me golpeaban en la cabeza y me gritaban hijo de español”, algo que han repetido decenas de detenidos en este juicio. El acusado añadió que sufrió humillaciones físicas y verbales y que los policías aprovecharon para hacerse selfis junto a él.

La Fiscalía estima que las pruebas que pesan sobre Zafzafi y otros acusados son contundentes. Les acusan, entre otros cargos, de incendiar un edificio donde se alojaban policías, de bloquear carreteras y de lesionar a varios policías. Las sentencias serán pronunciadas en las próximas semanas. Zafzafi sostiene que las protestas eran pacíficas y levanta con la mano la V de victoria cuando saluda a los suyos.

La última esperanza

Francico Peregil

Las protestas en el Rif se prolongaron a lo largo de siete meses hasta que la Justicia comenzó a detener a unos 300 rifeños, según diversas organizaciones humanitarias. Decenas de ellos cumplen prisión en Alhucemas, algunos decidieron marcharse a España. Y otros permanecen en silencio, sin ánimo de organizar más manifestaciones.

De los 54 detenidos que están siendo juzgados en Casablanca hay 34 acusados por diversos delitos, como participación en manifestación no autorizada. Los otros 20 han sido acusados con cargos de crímenes como conspiración contra la integridad del Estado. En estos caso las condenas podrían superar los 20 años de cárcel.

La última esperanza para muchos de sus familiares es que una vez condenado el rey actúe con magnanimidad y los indulte.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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