Las ‘guerras’ por el agua que ya están aquí
El cambio climático acentuará los conflictos por la escasez de este recurso que ya se dan
Una riada de agricultores y jornaleros de Murcia, Alicante y Almería avanzaba por el paseo del Prado de Madrid el 7 de marzo. La meta de estos manifestantes llegados hasta la capital de España en decenas de autobuses era la sede del Ministerio de Agricultura. Y lo que pedían era agua para sus cultivos de regadío.
Pocos días después, el 19 de marzo, varias decenas de personas se concentraron en el Mirador de La Cava de Toledo. Lo llevan haciendo desde hace casi un año todos los días 19 de cada mes. También piden agua, pero en su caso para el caudal del Tajo a la altura de la capital castellanomanchega.
El problema reside en que, aunque les separen más de 300 kilómetros, ambos colectivos reclaman la misma agua: la de los embalses de la cabecera del Tajo, que los regantes de Murcia quieren que llegue hasta sus cultivos y los habitantes de Toledo quieren que fluya por su río para que no baje tan sucio. Y cada vez hay menos que repartir.
El del Tajo es uno de los ejemplos que pone Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua y profesor de la Escuela de Organización Industrial, para rebatir una máxima mil veces repetida: las guerras (y los conflictos) del futuro serán por el agua. "Siempre han existido conflictos por el agua. Y ahora los sigue habiendo", sostiene este especialista.
En algunos lugares se traducen los conflictos en enfrentamientos violentos (en Siria, por ejemplo, muchos expertos vinculan el origen de su cruenta guerra civil con el cambio climático y la sequía) y otros mutan en luchas entre ciudadanos y políticos, como ocurre con la pugna por el agua del Tajo entre Murcia y Castilla-La Mancha desde hace casi 40 años, cuando se empezó a trasvasar. "La existencia de instituciones que canalicen los conflictos marca la diferencia entre un conflicto armado y otro que no llega a serlo", apunta Cristina Monge, profesora de Sociología de la Universidad de Zaragoza y directora de conversaciones de la organización Ecodes.
El think tank Pacific Institute ha recopilado varios centenares de conflictos relacionados con el agua a lo largo de la historia, que prueban que esos enfrentamientos no son algo del futuro. En esa recopilación se recuerda, por ejemplo, que en el Código Hammurabi (del 1.750 antes de Cristo) ya incluía un listado de negligencias a la hora de regar y leyes sobre el agua. La última entrada de ese listado hace de nuevo referencia a la guerra de Siria y al uso del agua como un arma de guerra cuando se deja a las poblaciones sin acceso a este recurso.
Un futuro con más conflictos
Aunque estos conflictos por el agua se remontan a aquel Código Hammurabi la previsión es que puedan incrementarse en el futuro, como alertan desde hace años los organismos internacionales como la ONU. "El cambio climático amplificará problemas como las sequías y la desertización", explica Delacámara.
Este incremento de fenómenos extremos por el calentamiento global, unido a la previsiones de crecimiento de la población mundial, puede convertirse en una fuente de importantes conflictos internacionales. El último informe de la ONU sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos, presentado hace unos días, recordaba que en estos momentos se estima que hay 3.600 millones de personas en el planeta (casi la mitad de la población mundial) que viven en áreas en riesgo de sufrir escasez de agua al menos un mes al año. En 2050, esa población en zonas de riesgo "podría llegar a alcanzar entre 4.800 y 5.700 millones".
"El cambio climático y el agua están detrás de muchas de las migraciones actuales", añade Cristina Monge. Aunque es difícil achacar a un solo motivo un movimiento migratorio (suelen confluir varios motivos) la sequía suele relacionarse con este fenómenos.
Así lo apuntaba esta semana la FAO (la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) en un informe monográfico sobre este problema en el que se concluye que la escasez de agua en zonas campesinas refuerza el fenómeno migratorio. La FAO, además, advertía de que el problema se puede agudizar en los próximos años en India, Asia Central y Oriente Medio debido al aumento de las temperaturas y el descenso en las precipitaciones.